Crónica
PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ
Zamora arrancaba con una corrida de rejones en la que Diego Ventura, Guillermo Hermoso de Mendoza y Víctor Losa, que tomaba la alternativa, se midieron a los de D. Ángel Sánchez y Sánchez. El encierro fue variado, dejó opciones, lucimiento, entrega y movilidad, siendo uno de los más destacados el segundo, junto con el primero. Quizá deslució algo más el tercero. Permitieron que los rejoneadores se expresaran con ellos y alcanzaran el triunfo, como fue el caso de Ventura y Guillermo Hermoso de Mendoza, que salieron en hombros de la plaza de toros de Zamora. Dejaron faenas de peso, altura y vuelo convenciendo incluso al presidente, que se negaba a sacar el segundo pañuelo. Víctor Losa, en el día de su alternativa paseó una oreja del sexto, ya que en el primero, los aceros le fallaron.
Víctor Losa abría la tarde con su toma de alternativa, recibiéndola de manos de Diego Ventura y Guillermo Hermoso de Mendoza como padrino y testigo respectivamente. Salió «Bailador» un toro que se arrancaba con facilidad y seguía la grupa, pero que no era nada fácil se venía y le llegaba a coger desprevenido. Dejó los rejones de castigo sin pensárselo demasiado, para después seguir encelándolo, envolviéndolo y tirando. El animal obedecía y colocaba la cara, pero no se le permitió romper en el primer tercio. Cambió de cabalgaduras y dio paso a las banderillas, en las que prefirió atarlo en corto, echándose encima, jugándosela, sin terminar de elegir con definición la colocación de los palos. Pasó y los dejó con aseo, buscando la conexión con los tendidos, dejando alguna que otra banderilla al quiebro y apurando en exceso las salidas y distancias. Algo similar ocurrió con las cortas, apurándolo en los medios para dejárselas una a una. Tanto quiso hacer que le costó dejar el rejón de muerte. Falló con la espada y tuvo que bajarse del caballo para poder descabellar.
Diego Ventura, a lomos de «Campina» recibía al segundo de la tarde, un toro de nombre «Ranita», que se entregó y que junto al rejoneador dejó un inicio de emoción y mucha movilidad. El astado se movía con rapidez, siendo pronto y muy obediente, dejando jugar con las distancias largas. Una vez que Ventura dejó los dos rejones de castigo, salió con «Fabuloso» corriéndolo de costado mientras bordeaba las tablas ligó y enceló, cambiando incluso de dirección. Le dejó la grupa en el morrillo y siguió tirando a su antojo del de Ángel Sánchez y Sánchez. Mantuvo la obediencia, desplazándose con el, incluso en exceso. Siguió con los palos, solo que ahora con «Nómada», con el que lo bailó y lució, captando la repercusión en los tendidos. Entre adornos y banderillas en la cara del animal, comprometiéndose en las distancias, ya había cuajado su faena. Volvió a cambiar las cabalgaduras, para dejar un par con delicadeza y en el sitio, así que siguió cautivando a base de recursos y buenas maneras. Aunque no acertó en el rejón de muerte, pero fue fulminante con el descabello.
Guillermo Hermoso de Mendoza se corrió previamente la plaza. En pleno inicio el animal se desentendió de las demandas del rejoneador, saliendo suelto, desligándose. Aquello dificultó la labor de Hermoso de Mendoza para dejar el rejón de castigo, que logró hundir con habilidad. Se le abría en exceso en el quiebro, pero colocando bien la cara. Había momentos de intermitencia con sabor y entrega por parte del astado, permitiendo el lucimiento de Guillermo, que lo apuró y buscó hasta rozar lo arriesgado. Terminó por dejar los palos a toro parado, envolviéndolo, poniendo todo lo que al animal le faltaba. Quiebros y variedad en una actuación que culminó con las rosas y banderillas cortas, ya metido en tablas. Dejó un rejón de muerto con el que fue suficiente para que el animal doblara.
Marcaban el ecuador del festejo «Boticario» y Diego Ventura, con un inicio en el que le costó encontrar el acople, teniendo que buscarlo en las distancias cortas para ligarlo. Sin embargo, rápidamente se desvinculaba de la grupa del caballo que montaba Ventura, así que optó por pararlo y dejar el segundo rejón de castigo al quiebro, sin darle demasiada distancia. Logró meterlo una vez cambiado el tercio, recorriendo las tablas, corriéndolo de costado y viéndose también muy apurado contra la madera, teniendo que jugársela para salir de aquella. El toro tenía sus arrancadas y el rejoneador las supo aprovechar, aunque tuvo que también saber gestionar las embestidas de un toro que se adelantaba a las directrices de Ventura, poniéndose por delante, desluciendo. A pesar de que lo colocará en largo, para vestir el tercio de banderillas, el toro cada vez se arrancaba más en corto, así que aprovechó los últimos metros para provocarle y buscar el quiebro. Se metió en terrenos comprometidos, dándole todas las ventajas, ciñéndoselo. Falló con el rejón de muerto y logró pasaportarlo con el golpe de cruceta.
Guillermo Hermoso de Mendoza saludó a «Aldeano», en un inicio sin demasiada expresión y al que el navarro trató de ir metiendo en faena, templándolo con delicadeza. El de Ángel Sánchez y Sánchez metía la cara abajo y buscaba, acometiendo con obediencia, pero poco a poco, ya que salió abanto de chiqueros. Hubo intermitencia, puesto que hubo momentos en los que logró coserlo a la grupa y correrlo de costado mientras brodeaba las tablas. Sin embargo, donde el astado se paraba, era el sitio para ejecutar la suerte de palos y dejárselos al quiebro. Volvió a tirar y lo sacó de tablas, pero seguía parándose y apretando donde veía ventaja. Cada vez marcaba más su querencia y arremetía si se le llevaba la contraria. Tuvo que ser Guillermo quien volviera a ponerlo todo para llegar a los tendidos y cuajar su actuación con habilidad y variedad. Guillermo no veía el fin y siguió apurando los terrenos, dejando un par en las tablas. El rejón de castigo fue fulminante.
«Jabalino» salió con motor, exigiendo a Víctor Losa, con obediencia, prontitud. Sin embargo, en los rejones de castigo no se pudo terminar de expresar. Se cambió de tercio y no lograba el acople con un toro al que se le podía exprimir. Se le acababa echando encima, tratando de controlar al caballo, dejando a un lado a «Jabalino». Trató de convencer en los tendidos, buscando el lucimiento en el caballo. En el tercio de banderillas, logró, con intermitencia, la ligazón, dejando los palos al encuentro con los quiebros, siendo estos muy ovacionados por el respetable. Con el cambio de cabalgaduras, se decidió por las rosas, dejándoselas en todo lo alto. Terminó por echarse, así que aligeró, pidió permiso hundió el rejón de muerte con habilidad.
Zamora. Toros de Ángel Sánchez y Sánchez para Diego Ventura, oreja y dos orejas; Guillermo Hermoso de Mendoza, oreja y dos orejas; Víctor Losa, ovación y oreja.