martes, 13 de mayo de 2025

Samuel Navalón se alza con el Trofeo de Kilómetro Cero

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 
Vistalegre albergaba este domingo 26 de febrero la Final del Certamen Kilómetro Cero. Adrián Centenera, Pepe Luis Cirugeda, Sergio Sánchez, Alejandro Chicharro, Samuel Navalón y López Ortega se midieron a los astados de Zacarías Moreno y Ginés Bartolomé. Los animales no fueron sencillos, exigieron, pero se dejaron hacer, lo que permitió a los novillero mostrarse y mostrarles. Sin embargo, destacó el quinto por encima del resto, un eral de Ginés Bartolomé de muy buena condición que fue premiado con la vuelta al ruedo. El trofeo se lo llevó Samuel Navalón, tras cuajar una faena suave, pulcra y de las que se ven a cámara lenta al novillo de vuelta al ruedo. No faltó entrega y muchas ganas por parte de los novilleros. Chicharro, por su parte, quedó en segundo lugar después de dejar una faena de dos orejas de las que solo paseó una. Derrochó valor y técnica, dosificando sin dejar de exigir.
Abría la mañana un eral que corrió la plaza, con el que Adrián Centenera trazó un saludo largo, pasándolo, siendo algo más incierto sobre el derecho. Brindó al público y se fue a los medios para recibir al primero de la mañana. Entró en un pase cambiado por la espalda, después se dejó llevar, aprovechando la inercia de la larga distancia del animal, sin probaturas. Siguió sobre el pitón derecho, embistiendo a base de arreones. Centenera quiso bajarle la mano, tratando de darle forma al recorrido, pero en cuanto le echaba la muleta abajo, el animal perdía las manos. Tuvo que aguantar las condiciones que le marcaba, llevándolo a media altura. En el toreo al natural, le dejaba los vuelos en el morrillo, enganchando así la embestida hasta el final. El animal, intermitente en cuanto a movilidad, se abría en exceso en los pases. Recuperó el pitón derecho, ya más metido en tablas, en los últimos compases, acompañando muy despacio la embestida, logrando los «olé» del respetable. Dejó el paso atrás y la tela siempre en la cara en un cite continuado con el que intentó que no se desvinculara. Exprimió a base de mucha voz y toques firmes llevarlo. Culminó con unos doblones por abajo y una estocada en la que se tiró muy recto para pasaportar a un eral que exigió mucho.
Luis Cirugeda salió para recibir al segundo de la mañana, un eral al que costó adentrar en el saludó capotero, ya que salió suelto. Una vez que el espada lo fijó en la seda, se pudo estirar con el ganándole terreno, hasta llevarlo a los medios. El animal, codicioso, exigió y al menor despiste te ganaba la partida, apretando y siendo pegajoso. El espada se puso de rodillas para recibir al astado en la franela, pero no tardaría en levantarse y pasarlo genuflexo en un gran inicio de faena. Eligió el pitón derecho, alargando los pases, aguantando en el sitio las embestidas del animal. Poco a poco le fue bajando la mano, diseñando la faena en tandas cortas. Cambió de mano y lo mostró al natural, siendo más irregular, a pesar de repetir una y otra vez, se quedaba demasiado encima, lo que Cirugeda aprovechó para dejársela puesta y darle ligazón a la faena. Lo tuvo muy encima todo el tiempo. Recuperó el pitón derecho, pensándose algo más su entrada al muletazo, aunque una vez dentro no dejaba de embestir. Después de que lo desarmara, retomó el último tercio con su mano derecha, que dio paso a unas manoletinas que fueron el preludio de una estocada fallida. Tras varios intentos, el animal dobló.
Sergio Sánchez fue tras el de Ginés Bartolomé para poder completar el saludó capotero. El eral salió suelto y le costaba atender. Chicharro salió para poder hacer el quite, pero el de Ginés Bartolomé no atendía al capote, así que se quitó la montera, se la tiró y solo hizo por ella. Cuando logró centrar su atención, fue volteado feamente, quedando en el suelo, donde el animal arremetió. Sánchez se puso de rodillas para iniciar la faena, alternando con algún que otro pase cambiado por la espalda. Probó a citarlo en la larga distancia, esperando a que entrara en la franela. Siguió por el pitón derecho, exigiéndole algo más por abajo. Lo llevaba cruzado, buscándolo a pitón contrario para después abrirlo en el muletazo y darle mayor amplitud al trazo. Cambió al natural, cada vez más cerca de tablas, tenía que llevarlo muy tapadito, hablándolo para que no se le terminará de ir. Terminó la tanda y se lo llevó fuera completando una tanda ovacionada por el respetable. Siguió al natural, pero cada vez tenía menos recorrido. Volvió a buscar los terrenos, ya sobre el pitón derecho, sin quitarle la muleta de la cara y tocándolo para devolverlo a la serie. El eral, noble y de poca fuerza, se dejaba llevar bajo las directrices del espada, que dejó pases por la espalda y en redondo en los últimos compases. Cerró de rodillas, que dio paso a una estocada entera y certera, con la que el animal tardó en doblar, se tragó la muerte, amorcillado en tablas.
Chicharro no lo dejó correr, lo bregó con el capote hasta meterlo en los vuelos, para después estirarse con el animal, sacándolo a los medios. Tras un gran tercio de banderillas, Chicharro salió para brindar al público e iniciar el último tercio. Se puso de rodillas, esperándolo, sin probaturas, arriesgando pero aguantándolo en el sitio, ya que en más de de una ocasión se le quedó parado. Continuó sobre el pitón derecho, anclado en el albero,  pasándoselo alrededor de su cintura, en un trazo largo. Le fue bajando la mano, echándoselo a los riñones, llevándolo hasta el final, limpiando el muletazo. Dosificó las tandas, dando tiempo y sitio, para después volver a exigir sobre el mismo pitón, el derecho, rompiéndose con el astado. Cruzándose, lo citaba muy despacio, echándole los vuelos al morrillo, enganchando la embestida desde el inicio del muletazo. Cambió de mano y lo empezó a torear al natural, entraba algo más recto y no bajaba tanto la cara, siendo también menos pronto, pero acometiendo en el gobierno de Chicharro, que a base de técnica y mano derecha diseñó una faena que caló en el tendido.  Culminó con doblones por abajo y una estocada entera.
Samuel Navalón saludó al quinto, primero con la rodilla sobre el albero, después estirándose a la verónica hasta rematarlo en los medios. Se fue a los medios para recibirlo en la franela. Le dio sitio en una primera toma de contacto en la que no faltó la continuidad y la ligazón. Le echó la muleta bastante adelantada, dejando un trazo uniforme y templado en el que el animal acometa con prontitud y obediencia. Logró vaciar las embestidas y limpiar los muletazos, toreando sobre el pitón derecho con delicadeza. Algo más deslucido empezó con el toreo al natural, pero que no tardó en meter en los vuelos, ahormando la embestida, aprovechando su condición repetidora y fija en la franela. Se le metió por dentro en alguna que otra ocasión, incluso en una de ellas hizo por prenderle. Su concepto depurado, muy suave, no dejó indiferente a los tendidos. Dejó unas Bernadinas muy apuradas, ciñéndoselo, en las que al tocar la tela se descompuso. Culminó su faena y dio paso a la suerte suprema, en la que le metió el acero.
López Ortega se puso de rodillas para recibir al último de la mañana, saludándolo con tres largas afaroladas con las que apuró en tablas. Después siguió, ya a la verónica, sacándolo. Mostró variedad y soltura con el capote. Empezó por estatuarios a pies juntos, llevándolo por alto. Siguió sobre el pitón derecho, a buen ritmo, con mucha voz y un toque firme. Cambió la muleta de mano y empezó el toreo al natural, en una serie que llevaba un ritmo frenético. El espada trataba de hacer faena con un eral que no colaboraba para el triunfo, pasaba sin decir nada. Le bajaba la mano, pero seguía entrando a media altura. Algo más humilló por el pitón derecho, aunque no comenzaría la tanda sin antes cambiar los terrenos y llevarlo a lo medios, alejándose de tablas. Había cantado hace rato, pero López Ortega no dejó de insistir para mantenerlo en su franela, terminando en los terrenos que el animal había marcado. Cambió la ayuda por la espada para dejar una buena estocada.
Palacio Vistalegre. Erales de Zacarías Moreno y Ginés Bartolomé para Adrián Centenera, oreja tras dos avisos; Pepe Luis Cirugeda, ovación tras aviso; Sergio Sánchez, oreja tras aviso; Alejandro Chicharro, oreja; Samuel Navalón, dos orejas; López Ortega, ovación. 

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