PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ/FOTOS EMILIO MÉNDEZ
Pamplona celebraba el tercer festejo de San Fermín y primera corrida de toros de la Feria. Los matadores de toros Diego Urdiales, Fernando Adrián y Borja Jiménez se midieron a los ejemplares de la ganadería de La Palmosilla. Los animales mostraron mejores condiciones en la primera mitad del festejo, siendo variables en comportamiento pero con mayores opciones, sobre todo el primero y el segundo. El sexto también mostró unas buenas condiciones y que permitió el triunfo a Borja. Urdiales cuajó una gran faena de manual basada en tandas largas y ligadas con un buen toro, pero que deslució con la espada. El segundo de su lote fue desarazado, sin clase ni celo, a pesar de que el riojano se entregara, lo llevó de uno en uno sin encontrar las opciones. Fernando Adrián tuvo acople con el segundo de la tarde, pero los aceros empañaron su entrega y determinación. Del quinto paseó una oreja después de una faena de intensidad, inteligencia y mucha firmeza frente a un toro con el que alternó pitones. Borja hizo una buena faena por el izquierdo tratando de ordenar la embestida del tercero. En el sexto expuso en una faena que tuvo un buen trazo en un toreo templado y reposado en el que hubo acople y mucha suavidad. En la suerte suprema resultó herido de gravedad, teniendo que ser trasladado a la enfermería.
Urdiales saludó al abreplaza, un toro que se emplazó y tardó en acudir al capote de Urdiales. Salió suelto y no permitió que el riojano se estirase con el, lo bregó y llevó por abajo. Inició la faena junto a las tablas, pasándolo por ambos pitones, doblándose con el, ganándole terreno para sacarlo del tercio y llevárselo a los medios. Remató el inicio con un molinete y le siguió sobre el pitón derecho. El animal atendía al engaño, colocando la cara, aunque sin humillar en su totalidad. Tenía buen son en su embestida, por lo que el diestro aprovechó el ritmo y la movilidad para ligarlo en las tandas. Le dio tiempo para después continuar con la mano derecha, envolviéndoselo, llevándolo en redondo, en una faena que había emoción y en la que aprovechó la inercia del de La Palmosilla. Al natural le dio salida, pasándolo en largo, consiguiendo llevarlo metido hasta el final, siempre con dominio sobre el animal. Se asentó con el, encontrando la rotundidad con un toro bravo en una faena de series largas e intensas. Falló con la espada.
Fernando Adrián saludó al segundo de la tarde con cuatro faroles, delantales y una media. Lo metió en la muleta, andando hacia el toro con la muleta a la espada, después se la mostró, le citó y sin probaturas empezó a pasarlo por el derecho. Estaba buscando el acople con un toro al que no conseguía ordenar la embestida, pasaba con cierta irregularidad. Era noble y tenía fijeza, por lo que se lo pasó por la espalda. Trató de pararlo y templarlo, ralentizando la embestida. Al natural, lo pasó de uno en uno, sin emoción ni celo en la tela. Tuvo que hacerlo todo Fernando Adrián, que se mantuvo muy por encima del de su lote. Pasaba a media altura, sin entregarse a las demandas de un Fernando Adrián que mimó al toro con sutileza y suavidad, llevándolo a media altura. Culminó por bernadinas y hundió la espada al segundo intento.
Borja Jiménez se fue a la puesta de chiqueros para recibir al primero de su lote a portagayola con una larga cambiada de rodillas. Le siguió a pues juntos, bajándole la mano, pasándolo con torería y clase. Brindó al público desde los medios para después sentarse en el estribo y pasarlo, sin embargo, en aquel primer contacto con la franela salió suelto. Hizo que los de plata volvieran a llevárselo y seguir sentado en el estribo, pasándolo por ambos pitones. Se levantó y lo sacó para seguir con el trasteo de clase. Continuó por el pitón derecho, aprovechando la prontitud y obediencia a las demandas de Borja. Lo tocó con firmeza y despaciosidad, de uno en uno, asegurando y depurando la embestida, ordenando con exigencia. El animal no tuvo clase, por lo que el diestro tiró del toro hacia adelante. Lo cambió al natural, sin terminar de bajarle la mano. No tardó en recuperar las series con la mano derecha, en tandas pausadas en las que el uno a uno marcó la tendencia. Siguió alternando pitones, encontrando la longitud, la clase y el temple por el izquierdo. Mató con acierto.
Urdiales saludó a un cuarto que se quedó emplazado. Lo bregó y pasó sin poder estirarse con el. El riojano lo tanteó por ambos pitones entre probaturas. Se decidió por el pitón derecho, en el inicio de faena, pero sin bajarle la mano, dándole tiempo y sitio, pero sin terminar de acoplarse con un animal irregular. Continuó por el mismo pitón, pero no había entrega por parte del de La Palmosilla, dificultando la labor de Urdiales. Lo mostró al natural, marcando siempre el pase con la ayuda, llevándolo de uno en uno, dándole salida, pulseándolo, pasándolo con despaciosidad. El toro pasaba, pero sin clase ni entrega, simplemente pasaba, quedándose muy corto, sabiendo donde estaba el cuerpo y donde el engaño. Hubo un peligro sordo que no le dio margen de error a Urdiales. Culminó con un buen espadazo.
Fernando Adrián saludó al segundo de la tarde, al que fue ganando terreno hasta sacarlo a los medios. El diestro brindó a Daniel Azcona, el torilero de la plaza de toros. Después, inició la faena desde los medios, donde lo recibió con un pase cambiado por la espalda para después aprovechar la inercia y envolvérselo, encontrando ligazón. Continuó por el derecho, asentándose con el, pero con cierta intermitencia. Montó la franela sobre su mano derecha, para pasar a un toro poco entregado, que pasaba sin clase ni celo, sin humillar. Fernando Adrián cambió al toreo al natural, dándole continuidad, aprovechando la movilidad de un toro noble pero deslucido. Se la dejó muy puesta, adelantándole la mano para después ligar. Se fue adaptando a las embestidas del de La Palmosilla, tocándolo con firmeza y brusquedad, provocando su embestida y obligarlo a entrar. Retomó el pitón derecho, con firmeza y seguridad, bajándole la mano, imponiéndose, mostrando poder ante el toro. Siguió alternando pitones, recuperando el izquierdo, estando muy por encima. Alargó en exceso y culminó con una estocada en la que se tiró con todo, pero la espada quedó algo defectuosa, a pesar de resultar efectiva.
Al cierraplaza lo saludó Borja Jiménez, quien lo metió en su capote a base de paciencia para después estirarse con el. Borja se fue a los medios para recibir al sexto de rodillas. Lo citó y sin probaturas el animal entró a la muleta, siguiéndola con ligazón en un inicio rotundo por el pitón derecho. Le dio tiempo y sitio para levantarse y seguirle por ese mismo pitón. Le adelantó la mano, le dio salida y poco a poco se lo fue envolviendo, llevándoselo a la cadera, aprovechando la movilidad y el ritmo de un toro que se desplazaba y que tenía fijeza y obediencia. Poco a poco, Borja se fue asentando con el segundo de su lote, mostrando un buen trazo en un toreo templado y reposado en el que hubo acople y mucha suavidad. La faena la desarrolló en los medios y siguió al natural, siempre dándole tiempo entre tandas, dejando el paso atrás en llevarlo sobre su propio eje en una serie de calado absoluto. Tampoco lo asfixió en las salidas, con un toro al que había que mimar y que poco a poco se iba apagando. Buscó la emoción culminando de rodillas, apretando a un animal que se le iba a tablas. Le cogió feamente en la suerte suprema teniendo que ser trasladado a la enfermería, a pesar de su negativa.
Pamplona. Toros de La Palmosilla. Los animales mostraron mejores condiciones en la primera mitad del festejo, siendo variables en comportamiento pero con mayores opciones, sobre todo el primero y el segundo. El sexto también mostró unas buenas condiciones y que permitió el triunfo a Borja. Diego Urdiales, silencio y silencio; Fernando Adrián, ovación y oreja; Borja Jiménez, silencio y dos orejas y herido.