Crónica
PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ
Chinchón celebraba este miércoles 16 de agosto, por el día de su Patrón, una novillada picada en la que los dos espadas locales, Aitor Fernández y Álvaro Chinchón, se midieron a los de Amparo Valdemoro. Los animales dejaron un juego escaso, sin chispa teniendo que ponerlo todo los novilleros, que se entregaron. Destacaron el segundo y tercero, quizá este último por noblón, por dejarse hacer en una tarde de mansos. El primero y el cuarto se metieron en tablas y no dejaron opciones. Aitor se lució en la faena del segundo de su lote, ya que con el primero no pudo hacer nada. Fue la espada la que deslució. Álvaro conquistó con su toreo clásico en el sitio y lento, con el que dejó un último tercio de calidad frente al primero de su lote.
Aitor Fernández recibió al primero de la tarde, saludándolo en tablas, con intermitencia, mostrando la embestida. El novillo iba más que justo, metiéndose en tablas, sin querer salir de ellas. El astado marcó la querencia y ya en la faena de muleta, tiraba y volvía a la madera. Ya en la puerta de chiqueros, metido en sus terrenos, trató de pasarlo un par de veces, pero no tenía un pase. No tenía ningún interés en la franela. Lo pasaportó con aseo.
Continuó la tarde Álvaro Chinchón que saludó al primero de su lote en una brega en la que recogió y enceló su embestida. Se fue entendiendo con el, templándolo muy despacio. En el tercio de varas se le castigó en exceso. Brindó y se dispuso con la franela más allá del tercio, pasándolo por ambos pitones, sacándolo al paso, con ritmo. Continuó sobre la mano derecha, con un trazo largo en el que se lo llevó a la cadera, dibujando el muletazo curvilineo. Paró y reestructuró, mucho más despacio, dándole tiempo y sitio antes de volver a aquel pitón derecho. Se la dejó puesta en todo momento, aprovechando la inercia para darle continuidad, sin apretarle demasiado por abajo. Empezó a llevarlo al natural, tocándolo en el morrillo y llevándolo en largo con los vuelos, hasta donde su brazo y el giro de muñeca le permitió. La faena se desarrolló en los medios. Recuperó la mano derecha, acortando las distancias, cruzándose, sin dejar de buscar la ligazón. Mató al segundo intento, con acierto y determinación.
Aitor saludaba al tercero, al que marcaba el ecuador del festejo, con pinceladas, en un saludo en el que primero recogió la embestida y después le ganó terreno hasta sacarlo a los medios. Brindó desde los medios y se echó el engaño a la mano derecha para recibirlo cerca de tablas, aproximándose al animal. Genuflexo, poco a poco, le fue sacado del tercio, exigiéndole por abajo. Se levantó y culminó aquellos primeros compases de trasteo. Tiró del astado y compuso la primera tanda sobre el pitón derecho, ordenando las embestidas, una a una, pero sin terminar de acoplarse con el. Después de cada tanda tuvo que sacarlo del tercio. Seguiría al natural, muy despacio, tratando de limpiar el pase, dándole mayor amplitud y recorrido al natural. Cambió al pitón derecho, citandole arriba para después bajarle la mano paulatinamente. Buscó entre su Tauromaquia la variedad para lucirse, adornándose en el toreo en redondo, con un novillo noble y que le dejó hacer. Falló con los aceros, metiéndole la mano al tercer intento.
El cuarto cerraba la tarde en las manos de Álvaro, que no pudo hacer nada en el saludo, ya que salió suelto, marcando la querencia. Se alcanzó el último tercio, pero los intentos de Álvaro caían en saco roto, se había rajado desde el primer momento, saliendo de la franela buscando la madera. El espada se metió en sus terrenos, pero no quería saber nada de él. Tuvo que ir tras el astado, arrancando embestidas para tratar de dar forma a una faena que no tenía contenido. Hubo disposición no correspondida. Metió la mano con acierto.
Chinchón. Novillos de Amparo Valdemoro para Aitor Fernández, palmas y oreja tras aviso; Álvaro Chinchón, oreja y ovación.