PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ/FOTOS EMILIO MÉNDEZ
Las Ventas ha celebrado una corrida de toros en la que los diestros David Galván, Román y Ginés Marín se midieron a los ejemplares de la ganadería de Victorino Martín. Los animales aunque fueron variados en comportamiento, mostraron teclas y un peligro sordo que dificultó la labor de la terna. El más destacado en cuanto a movilidad y repetición fue el tercero, al que exprimió Román. David Galván se encontró a un peligroso primero que lo buscó desde su salida. Lo prendió, quedándose colgado del pitón. La tarde quedó en un mano a mano tras el percance. Ginés Marín se midió al segundo, un ejemplar escaso que acusó su falta de fuerza y con el que poco pudo añadir. Lo intentó ante el tecloso cuarto. Se la jugó con el sexto, toreando a base de raza y valor seco. Román cuajó una importante faena ante el buen tercero, al que exprimió y llevó en largo y por abajo, culminando con una buena estocada que le permitió cortar una oreja más que merecida. Volvió a hacerlo con el quinto, un toro de teclas y muy exigente al que mostró por ambos pitones, imponiéndose con la firmeza y seguridad de antaño, calando con fuerza en los tendidos
David Galván, prendido feamente por el peligroso primero
Salió el primero de la tarde, con el que bregó Galván ganándole terreno hasta rematarlo en los medios. Se alcanzó la faena de muleta y Galván brindó desde los medios para después comenzar su labor bajo los terrenos del tendido cinco, doblándose con el, pasándolo por ambos pitones, teniendo que levantarle la mano con habilidad y rapidez. Se decidió, más allá del tercio por el pitón derecho de un ejemplar que le buscaba los pies, que era bronco, que soltaba la cara, quedándose corto. Trataba de pasarlo cuando el viento lo sorprendió y el de Victorino Martín alcanzó a echarle mano, quedándose colgado del pitón después de que le hubiera buscado contra el firme. Tuvo que hacerse cargo Román de la suerte suprema.
Ginés Marín lo intenta con un deslucido segundo
Ginés Marín saludó al segundo de la tarde, pudiendo estirarse con el y siendo ovacionado por el respetable. Inició la faena doblándose con él, sacándole de tablas para llevarlo. Continuó sobre el derecho, encontrando una embestida de escaso contenido, muy corta, en la que no humillaba. Cambió al natural y encontró el acople, con pases de cierto sabor y acople, a pesar de tener que cuidar mucho la embestida de un animal que seguía perdiendo las manos, acusando su falta de fuerza. Le pidieron el tiempo, pero el extremeño continuó intentando robarle los muletazos en el tercio.
Román corta la primera oreja de la tarde
Salió el tercero, al que Román lanceó en su capote. Brindó al maestro Enrique Ponce para después iniciar su labor con un trasteo por abajo en el que lo fue pasando, exigiéndole, llevándole. En la media distancia, justo en el tercio, trató de citarlo, para después aprovechar la inercia y envolvérselo, dándole ritmo y ligazón a aquella primera serie sobre el pitón derecho. Le bajó la mano, se la dejó puesta y lo llevó muy metido, emocionando y llegando con fuerza a los tendidos. Se mantuvo en los terrenos del siete, sin salir del tercio, ahora mostrándolo al natural, pasándolo con largura, cuajando aquella faena. Recuperó el pitón derecho para seguir envolviéndoselo. Culminó con unos ayudados por abajo que hicieron rugir a la plaza, dando paso a una buena y rotunda estocada.
Ginés Marín busca las teclas a un cuarto sin opciones
Ginés Marín saludó con una brega llevada al cuarto, para que después, durante el tercio de varas, derribara al caballo, generando momento de tensión. Después de un peligroso tercio de banderillas, Ginés Marín comenzó su faena de muleta, en la que lo trasteó tratando de sacarlo de tablas, llevándoselo al tercio. Se decidió por el pitón derecho, corto y en la mano, pasándolo de uno en uno, sin terminar de bajarle la mano, ayudándolo a media altura. Continuó sobre aquel pitón, desarrollando una meritoria tanda de suavidad, limpiando los muletazos, aguantando las embestidas de peligro sordo. Se lo envolvió en las distancias cortas, jugándosela, ya que no permitía errores ni confianzas, sorprendiendo con medias arrancadas. El extremeño se mantuvo firme a pesar de las escasas opciones que le brindó aquel ejemplar, que acabó por irse a tablas. Metió la mano con aseo.
Román desluce con el acero una faena de peso ante el quinto
Román bregó con el quinto sin alcanzar a estirarse con el. Inició la faena de muleta doblándose con su oponente, ganándole terreno con habilidad, llevándoselo más allá del tercio. Continuó sobre el derecho, tocándolo con firmeza, llevando a un toro de embestida corta y buscona. No era nada fácil, pero le tomó la distancia y la altura para poder envolvérselo en una tanda ligada con ritmo y calado. Cambió al pitón izquierdo, tocando y llevando en largo, abriendo el trazo en un serie de exigencia y muchas teclas. Recuperó el pitón derecho, perpendicular a tablas, tocando y llevando con ritmo, pisando terrenos comprometidos, derrochando firmeza y mucha verdad. Mató con acierto, pero sin lucimiento.
Entrega desmedida de Ginés Marín ante el sexto
Ginés Marín se estiró a la verónica ante el sexto. Inició su faena pasándolo por ambos pitones, moviéndolo hasta decidirse por el pitón derecho. Lo citó en corto y lo pasó a media altura, sin terminar de bajarle la mano. Cambió al pitón izquierdo, sin poder darle continuidad, salvo la del uno a uno. Su oponente pasaba como cualquier cosa, sin decir demasiado con sus embestidas. El extremeño trató de dosificar, dándole tiempo y sitio entre series, para después volver a continuar al natural con algún que otro pase de sabor, siendo ovacionado por el respetable. Ginés estuvo por encima de las circunstancias, imponiéndose al peligro sordo, mostrándolo por ambos pitones, alargando en una faena más heroica que de lucimiento. Estuvo a punto de ser volteado, pero solventó los problemas que le planteó el sexto con valor seco y mucha raza. Deslució una gran labor con el acero.
Ficha del festejo:
Las Ventas. Toros de Victorino Martín. Los animales aunque fueron variados en comportamiento, mostraron teclas y un peligro sordo que dificultó la labor de la terna. El más destacado en cuanto a movilidad y repetición fue el tercero, al que exprimió Román. David Galván, herido; Román, oreja y saludos; Ginés Marín, ovación, palmas y silencio