miércoles, 26 de junio de 2024

Borja Jiménez revienta San Isidro y abre la Puerta Grande en una tarde en la que cuajó la faena más rotunda de la Feria con la extraordinaria calidad de “Dulce”

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PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ/FOTOS EMILIO MÉNDEZ

Las Ventas celebraba su corrida de la cultura en una tarde en la que Emilio de Justo, Borja Jiménez y Roca Rey se midieron a los ejemplares de la ganadería de Victoriano del Río y Torrealta (5°Bis). La tarde la marcó la dictadura presidencial que se dejó la sensibilidad en su casa, bueno y también la vista, se cuajaron una de las mejores faenas de la Feria, habiendo un acople casi perfecto entre Borja y “Dulce”, pero que el presidente no vio o no le interesó ver. La plaza se lo recriminó descarada y acertadamente, siendo su decisión una falta de respeto al ganadero, al torero y los aficionados. Los animales fueron variados en entrega y comportamiento. Hubo movimiento, pero en algunos casos sin ningún orden, en otros casos se vinieron a menos en el desarrollo de la faena… En líneas generales, fueron manejables y llevaderos, permitiendo las faenas, aunque sin la transmisión para el triunfo. Sin embargo, el más destacado y, posiblemente, el mejor toro de toda la Feria fue el segundo de la tarde, de nombre “Dulce” al que se le negó y robó la vuelta al ruedo. El sobrero de Torrealta se movió y siguió la tela, permitiendo a Borja cortarle su segunda oreja en la tarde, siendo esta su llave para la Puerta Grande. El animal embistió con clase, , entrega y cómo vendió su muerte… fue un conglomerado de lo mejor. Emilio de Justo estuvo firme y voluntarioso con un primero que le exigió y al que trató de imponerse. Se le fue viniendo a menos el cuarto y las opciones de triunfo se fueron esfumando. Borja Jiménez encontró expresión y acople con un extraordinario toro de Victoriano del Río al que cortó la primera oreja de la tarde, que bien pudieron ser dos, pero que el presidente negó, al igual que hizo con la vuelta al ruedo para el animal. Su faena al quinto tuvo los argumentos suficientes para que Borja pudiera cortarle la oreja, pero incomprensiblemente el siete la protestó. Para Roca Rey su faena ante el primero de su lote se fue viniendo a menos. El sexto fue un toro manso que terminó toreando en tablas.

Abría la tarde un toro de Victoriano del Río al que le costó entrar en el capote de Emilio de Justo, que logró bregarlo despacio y con suavidad ya fuera del tercio, con cierta incertidumbre. El Algabeño dejó los mejores pares del tercio de banderillas. Se alcanzó la faena de muleta y Emilio lo recibió en la tela junto a las tablas, genuflexo, pasando por ambos pitones a un toro de movilidad y viveza, que algún que otro extraño hizo por el derecho. Montó la muleta en la derecha, luchando contra el viento. El animal pasaba pero tenía cierto peligro sordo, frenándose en mitad del muletazo. El diestro paró la tanda y recompuso, tratando de arrastrar la embestida detrás de la tela, siempre en la cara. Sin embargo era una embestida explosiva más que enclasada. Era violento y brusco, arremetiendo sin franqueza ni uniformidad. Le mantuvo la muleta abajo, intentando imponer su poder sobre un toro de embestida a dos tiempos y con el que no lograba limpiar el muletazo. Fue meritoria la faena, teniendo que tragar y aguantar, a pesar de que el animal tomara la tela por abajo, pero levantando la cara. Cambió al natural, cruzándose, llevando con los vuelos a media altura a un toro ya cansado. Mató al primero de la tarde.

Borja Jiménez se fue dispuesto a todo a la puerta de chiqueros para recibir al segundo de la tarde con una larga cambiada de rodillas que después continuó por chicuelinas, luciéndose con el capote. Siguió el quite por vizcainas y talaveranas. Inició la faena recibiendo a un toro en la tela que se arrancó con viveza viniéndose desde lejos y al que después dio sitio y tiempo antes de seguir y atarlo en corto y por abajo. Continuó con la mano derecha, dando sabor y gusto a una tanda que desarrolló encajado, con despaciosidad, cadencia y mucho temple.  El toro tenía una fijeza impecable siguiendo la tela, pudiendo llevarlo cosido. Cambió al natural, en los terrenos del tendido siete, donde menos molestaba el aire. El toro siguió con celo las directrices del sevillano, pidiendo más tela, saliendo del natural humillado. Tenía nobleza, prontitud y obediencia el de Victoriano del Río, pudiendo sacar a relucir, hoy sí, su expresión. Metió la mano con acierto.

Tras la polémica y protesta, más que merecida para el presidente, saltó al ruedo el tercero de la tarde y el primero para Roca Rey, que lo frenó y llevó en su capote. El peruano estuvo a punto de ser prendido en el quite que desarrollaba por gaoneras. El diestro inició la faena de rodillas, pero antes brindó desde los medios. Se fue aproximando hacia el toro, llamando su atención en aquellos terrenos del tendido siete, sin probaturas, con pases cambiados por la espalda, levantando a los tendidos. Después de aquel inicio tiró del animal y se lo llevó más allá del tercio para empezar a llevar por el pitón derecho a un toro que seguía la tela con franqueza, humillando y con fijeza. El diestro fue barriendo el firme en una faena que trataba de dar forma mientras que los del siete la.marcaban por sus pitos. Cambió al natural, pasándolo en largo, buscando el sitio y cruzándose en la cara para pasarlo de uno en uno. Recuperó el pitón derecho, pero no terminaba de acoplarse con el primero de su lote en una faena que no tomaba vuelo. Buscó recursos y teclas para llevar a un toro venido a menos, que cada vez se quedaba más corto. Mató con acierto.

Emilio de Justo trató de frenar al cuarto de la tarde en su capote, un toro que pasaba y salía con las manos en alto. Borja desarrolló su quite correspondiente por delantales. Inició su faena también en los terrenos del tendido siete. Empezó pasando al toro por abajo, genuflexo, con un tanteo por ambos pitones, teniendo que levantar la mano para evitar que se cayera. Dosificó, le dio tiempo y sitio y culminó con el inicio. Seguidamente, tiró del animal, a penas unos metros, para después continuar sobre el pitón derecho, con desmayo y cadencia. Muy despacio le adelantó la mano y lo tocó con suavidad, entrando el toro con prontitud y fijeza. Se mantuvo dentro, por lo que el diestro aprovechó la inercia para llevarlo cosido a la tela. Tomó la muleta con la mano izquierda, pasando descompuesto, desarmándolo. Tuvo que volver a empezar, pero aquel pitón no era tan claro como el derecho. Emilio lo fue templando, tratando de llevarlo más en largo, dándole la salida, pero sin limpiar el muletazo. Cambió de nuevo al pitón derecho, uno a uno, con un toro que ya había hecho todo lo que tenía que hacer y no había más. Lo pasaportó.

Borja Jiménez salió con razón y, de nuevo, a por todas, para recibir a portagayola al quinto de la tarde en una larga cambiada de rodillas y después seguirlo con lucimiento en el capote. Sin embargo, el toro terminó por ser devuelto a chiqueros tras la decisión del presidente al sacar el pañuelo verde. En su lugar saldría el primer sobrero de Torrealta, con el que también se fue a la puerta de chiqueros para recibirlo a portagayola. Se alcanzó la faena de muleta y Borja la inició a pies juntos, probándolo por ambos pitones, enseñándolo por abajo, siendo a cada pase un “olé”. Le dio sitio y tiempo, citando en la larga distancia a un toro que respondió con prontitud y que después siguió la tela, por lo que Borja aprovechó la inercia para meterlo y ligarlo. Continuó por el pitón derecho, dándole longitud al trazo, llevándoselo hasta el final, estirando la embestida. Al natural, necesitaba calma la faena para que pudiera estructurarlo. El animal se movía y seguía la tela, aunque quedándose algo más corto y atropellando los pases.  Continuó por el pitón derecho, asentándose, pero más en el uno a uno, echándole la muleta a la cara con suavidad y enganchar la embestida. No tenía la misma clase, pero pasaba, siendo la raza y la capacidad de Borja la que se encargara de hacer faena.Los instantes previos a la primera estocada se vivieron con angustia, pensando en la oreja que le daría la llave de la Puerta Grande.

El cierraplaza no pasaba, se frenaba, imposibilitando el saludo capotero de Andrés Roca Rey, siendo los de plata los primeros en pasarlo por la tela. El sexto fue muy protestado, pero en varas, cuando empujó con fuerza en el caballo, el público aplaudió. Brindó a Alberto López Simón e inició la faena de muleta, aproximándose al toro, recibiéndolo en la tela cambiándole los terrenos, llevándoselo fuera del tercio. El de Victoriano del Río se movía, pero había que ordenar su embestida. Continuó por el pitón derecho aprovechando la inercia para pasarlo y darle ligazón a la serie. El toro pasaba con prontitud, pero le faltaba recorrido y armonía a su embestida. De hecho, en una de sus salidas cantó su mansedumbre. Al natural, con un toro que reculaba, lo pasó y se le fue a tablas. Fue allí donde terminó por torearlo, pero sin nada de provecho fue a por la espada.

Madrid. Toros de Victoriano del Río y Torrealta (5°Bis). Los animales fueron variados en entrega y comportamiento. Hubo movimiento, pero en algunos casos sin ningún orden, en otros casos se vinieron a menos en el desarrollo de la faena… En líneas generales, fueron manejables y llevaderos, permitiendo las faenas, aunque sin la transmisión para el triunfo. Sin embargo, el más destacado y, posiblemente, el mejor toro de toda la Feria fue el segundo de la tarde, de nombre “Dulce” al que se le negó y robó la vuelta al ruedo. El sobrero de Torrealta se movió y siguió la tela, permitiendo a Borja cortarle su segunda oreja en la tarde, siendo esta su llave para la Puerta Grande. El animal embistió con clase, , entrega y cómo vendió su muerte… fue un conglomerado de lo mejor. Emilio de Justo, silencio tras aviso y silencio tras aviso; Borja Jiménez, oreja y dos vueltas al ruedo y oreja; Roca Rey, silencio tras aviso y silencio.

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