Crónica
PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ
Colmenar Viejo celebraba su tercera corrida de toros y cuarto festejo de su Feria de Los Remedios. Los diestros José María Manzanares, Andrés Roca Rey y Francisco de Manuel se midieron a los de la ganadería de Zacarías Moreno. Los animales no dieron grandes opciones, con comportamiento y presentación desigual entre ellos. Destacó el sexto por encima del resto. La tarde de Manzanares, más allá del comportamiento de los de su lote, la marcó la espada, con la que no tuvo acierto. El primero fue un toro muy agarrado al piso que no se desplazaba, mientras que el segundo arremetía con violencia y brusquedad. Andrés Roca Rey, muy en la línea de lo que acostumbra, llevó al primero, al que logró cortarle una oreja. Nada puso hacer con el quinto un toro que no dijo absolutamente nada. Francisco de Manuel lo intentó, alternando pitones, pero sin que la faena con el tercero tomara vuelo, un tercero que sí que fue el más destacado en hechuras. Brilló con el sexto un toro que le dio el juego, la movilidad y la entrega para abrir la Puerta Grande.
Manzanares abrió la tarde con un toro al que saludó con una elaborada brega en la que lo llevó por abajo, muy despacio, sin evitar que en alguna ocasión se le venciera por dentro. Se alcanzó el último tercio y el diestro lo tanteó por abajo, pasándolo por ambos pitones, tratando de sacarlo de tablas mientras se le iba frenando. No se desplazaba muy agarrado al piso, dificultando la labor de Manzanares para encontrar la continuidad y la ligazón. Logró meterlo en la franela a base del toque en el morrillo, firme y exigente, pero pasaba vagamente, cada vez más metido en tablas. Sería allí donde terminara la faena, ya que el toro no saldría de allí por mucho que tirase de él. La espada no le lució al diestro.
Roca Rey saludó a un toro muy protestado en su salida. Le apretó contra las tablas, poniéndolo en un verdadero apuro, siguió la brega, pero sin poder estirarse. La protestas se acenturaron durante el tercio de varas. El toro andaba para atrás, ajeno a todo lo que le rodeaba, cuando el peruano intentó meterlo en la muleta le costó hacerlo. Tuvo que ir tras él. Sería en el trasteo por ambos pitones, mientras le ganaba terreno, cuando lograra sacarlo de tablas. El animal andaba justo, pasaba muy contenido, pero pasaba ante las demandas del diestro. Probó al natural, adelantándole la mano y arrastrándolo con suavidad dejándosela con cadencia para después seguir tirando de la embestida, abriendo en exceso el trazo. Retomó el pitón derecho, esperándolo, con la muleta siempre en la cara, llevándolo muy tapadito, configurando una tanda ligada. Se lo llevó a la cadera, ensimismado en la tela. Mató con aseo.
Francisco de Manuel salió para saludar al primero de su lote, un toro con movilidad que le dejó expresarse y estirarse, con delicadeza y temple. También se lució llevándolo al caballo y en el quite, con el que dio paso al tercio de banderillas. Salió y brindó desde los medios para iniciar una faena por alto en el que lo fue sacando del tercio poco a poco. Continuó sobre el pitón derecho, con un toro agrradito y que se quedaba corto. Le exigió el sitio Francisco, que tuvo que reestructurar en cada muletazo para después citarlo y encauzarlo. Cambió al pitón izquierdo, envolviéndoselo en el uno a uno, marcando con la ayuda del trazo. El animal atendía, aunque con una continuidad intermitente en la que tampoco se completaban los muletazos. Tampoco le bajó en exceso la mano Francisco, sino que le mantuvo la franela en el morrillo, intentando que llegara hasta el final. Falló con los aceros.
Manzanares y «Ceniciento» marcaron el ecuador del festejo, con un saludo capotero con el que trató lucirse, pero muy comedido. Lo tanteó por ambos pitones, una vez fuera del tercio siguió sobre el pitón derecho. El toro fue incierto, arremetía con violencia, soltando la cara a su salida, pasando con brusquedad. Incluso llegó a desarmarlo en el toreo al natural y, aunque cambió de pitón, le seguía buscando, sin uniformidad alguna en su embestida. No había opción alguna para el triunfo. Falló con la espada.
El peruano saludó al segundo de su lote, un toro que le apretó en tablas y al que poco a poco logró sacarlo, ganándole terreno. En el último tercio lo recibió en la franela tanteándolo por abajo genuflexo, sacándolo de las rayas. Las primeras tandas fueron de acople entre Roca Rey y el de Zacarías Moreno, al que intentó templar. Siguió por el derecho, tocando y llevando, dándole salida, abriendo el compás. En el toreo al natural, se cruzó y aprovechó los vuelos para encauzar la embestida. Sin embargo, la faena no alcanzaba a romper, no había acople con un toro que no decía absolutamente nada. Lo tocaba, lo desplazaba, pero sin nada más que añadir cambió la ayuda por la espada.
Francisco de Manuel saludó al sexto con una brega llevada en la que mostró la embestida. En el tercio de banderillas se mostró Juan Carlos Rey, que recibió una sonora ovación. Francisco inició la faena de muleta por abajo, genuflexo exigiéndole años sexto. Mano baja y cadencioso continuó llevando a un toro que acometía con prontitud, embistiendo abajo siguiendo la muleta con celo y ritmo. También necesitó su sitio y tiempo, solo así alcanzaba la suavidad en los nuletazos. En el toreo al natural dominó las series la brusquedad, con un toro que punteaba la tela y se descomponía en cuanto la tocaba. No esperó para recuperar el pitón derecho, pitón más armónico y con el que se asentó. Sin embargo, las mejores tandas fueron las iniciales por el derecho, después no encontraría esa armonía, aunque sí pinceladas. Cerró por manoletinas muy ceñidas, por cierto. Aquellas precedieron a una buena estocada
Ficha del festejo
Colmenar Viejo. Tres cuartos de entrada. Toros de Zacarías Moreno, los animales no dieron grandes opciones, con comportamiento y presentación desigual entre ellos. Destacó el sexto por encima del resto. Manzanares, silencio y silencio; Roca Rey, oreja y silencio; Francisco de Manuel, oreja y dos orejas.