domingo, 19 de mayo de 2024

Puerta Grande para Borja Jiménez en Cercedilla

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 Crónica

MAR MUÑOZ

Cercedilla albergó la quinta corrida de toros clasificatoria de la Copa Chenel. El cartel componían los diestros Borja Jimenez, Diego Carretero y Alejandro Fermín, que se midieron a los de Guadajira y Quintas. Borja abrió la Puerta Grande, después de dejar pinceladas de su pellizco y buena disposición. Además, tuvo que medirse al sexto de la tarde, un toro que le correspondía a Alejandro Fermín, herido con el primero de su lote. Carretero cortó una oreja de peso en su segundo toro y Alejandro cortó una, oreja de pundonor del único toro que pudo lidiar.

Abría la tarde Borja Jiménez con “Solero”, de la ganadería Quintas,
al que paró con unos lances de recibo. Resultó un toro difícil, no humillada, muy
reservón, midiendo en todo momento. Sin brindis de por medio, se puso a torear
sobre el pitón derecho, bajándole la mano mientras luchaba contra el viento. El
diestro le citaba e intentaba que pasara, pero seguía el engaño con la cara
alta. Logró robarle una tanda meritoria. El astado seguía el engaño, sin que
dejara de soltar la cara, tuvo que perderle pasos, tirar y ligar, insistiendo,
adelantándole la mano. Cambió al pitón izquierdo, abriendo el trazo, tirando
del animal uno a uno con toques secos y fijadores con los que logró ligar una tanda en las distancias cortas. Culminó con una estocada
trasera y tendida que le obligó a perfilarse de nuevo para dejar media estocada,
la definitiva.

Carretero saludó al segundo de la tarde, un astado de nombre
“Liebre” al que bregó con ligereza, sujetándolo para que no perdiera las manos.
Finalmente, el animal fue devuelto a corrales. En su lugar, saltó al ruedo “Poderoso”
de la ganadería de Guadajira, al que Carretero saludó con una laboriosa brega.
Llegó el último tercio, pero antes de iniciar la faena brindó al público, mojó
su muleta y ahora sí, sobre el pitón derecho le fue obligando a humillar. Empezó
genuflexo, ganándole terreno para sacarlo a los medios. El animal colocaba y
bajaba la cara, al que citó en la media distancia y llevó a base de mucha voz,
tirando y ligando con pases en redondo.  Carretero
le dio tiempo y sitio para volver a la cara del animal y lograr una nueva tanda
armónica. Es cierto, que le costaba atender al primer cite, pero una vez dentro
seguía con celo la muleta, lo que le permitió encontrar la ligazón en los
pases. Cambió la muleta de mano y empezó 
a mostrarlo al natural, aunque con las complicaciones del viento y del
pitón izquierdo. No tardó en recuperar la mano derecha, para dejar unos últimos
compases de toque seco, tirar y ligar, sin dejar de cruzarse y provocarlo para
mantenerlo dentro. Culminó genuflexo, para después dar paso a una estocada poco
efectiva.

El espada Alejandro Fermín recibió con una larga cambiada de
rodillas al primero de su lote, después continuó estirándose a la verónica.
Tras brindar al público, se fue al tercio, para tomar la muleta y pasarlo por
ambos pitones, todo ello en un inicio genuflexo con el que le fue ganando
terreno hasta sacarlo a los medios. El animal acudía con prontitud al engaño,
colocando la cara en la tela, pero sacándola alta en la salida de cada
muletazo. Le faltó ligazón. En uno de los pases, lo descubrió y prendió
feamente al diestro, hiriéndolo por asta de toro. Se empeñó en culminar su
faena, así que se puso al natural, abriéndolo uno a uno, pero cada vez se
quedaba más corto, quedándose encima. Se gustó y hasta se adornó, logrando una
tanda al natural muy aplaudida por el respetable. Lo pasaportó con el golpe de
cruceta.

Marcaba el ecuador del festejo el diestro Borja Jiménez,
que se encargó de frenar en su capote a “Fenicio”, trazando una saludo muy
lucido, estirándose a la verónica, adornándose por chicuelinas y cerrando con
una rebolera. Llegó el último tercio y Jiménez se fue al tercio para citarlo
de lejos, recibiéndolo genuflexo. Siguió, eligiendo el pitón derecho para
empezar a bajarle la mano, a lo que el animal respondió humillando y siguiendo
el engaño. Acudía con prontitud, así que a su paso, el espada se la dejó puesta
con desmayo y torería, ligando los muletazos. Se cambió la muleta de mano, dejándosela
sobre el pitón izquierdo para empezar a torearlo al natural, pero por ese pitón
descomponía más la embestida cada vez que tocaba la tela, por lo que no le
permitió limpiar los muletazos. Recuperó el pitón derecho, acortando las
distancias, cambiando las alturas, pero cada vez se quedaba más corto, así que
cambió la ayuda por la espada para dejar una estocada fulminante.

Diego Carretero saludó al segundo de su lote con una larga
cambiada de rodillas en el tercio. Después no podría estirarse con el animal.
Después de brindar al público, se dispuso genuflexo en el tercio para iniciar
la faena de muleta. Tras un ligero tanteo, cambió los terrenos y empezó a
torearlo sobre le pitón derecho, ligando los pases en redondo y cerrando con el
de pecho. El toro perdía las manos, así que había que mimarlo, evitando
excederse por abajo. Tuvo que llevarlo a media altura, costándole acudir al
cite, por lo que tuvo que adelantarle la mano y obligarlo. Cambió al toreo al
natural, siendo breve la demostración, llevándolo con los vuelos, en las distancia
corta y el toque seco. Volvió a cambiar la muleta de mano, exprimiendo un pitón
derecho por el que cada vez se quedaba más corto, costándole ligar los
muletazos. El toro ya no tenía nada que mostrar, no tenía ninguna intención en
la tela, así que le robó las embestidas, una a una, sin lucimiento. Lo pasaportó
con el golpe de cruceta.

Cerraba la tarde un toro de nombre “Bullicioso”, al que tuvo
que torear Borja Jiménez, ya que Alejandro Fermín estaba siendo intervenido del
percance sufrido en el tercero de la tarde. El espada lo recibió con dos largas
cambiadas de rodilla en tierra. Continuó estirándose a la verónica, con mucho
pellizco. Sonó el cambio de tercio y antes de disponerse con la franela, brindó
a su compañero herido. Inició la faena junto a las tablas, a pies juntos, tanteándolo
por ambos pitones para después sacarlo a los medios con torería. Lo dejó
reponer, dándole sitio y tiempo, lo citó en la larga distancia, aprovechando la
inercia para llevarlo a buen ritmo. Ese mismo ritmo se encontraba al obligarlo
y ligar un muletazo con otro, ya que si no le costaba aguantarlo y se paraba.
Borja le dio el pecho, tirando del astado con suavidad, pasándoselo muy cerca, sin
dejar a un lado la cadencia y la colocación, estando siempre en el sitio. Logró
pases infinitos, cruzándose y provocándolo a pitón contrario, acortando las
distancias, enroscándoselo en su cintura, aguantándolo en los terrenos comprometidos.
Se fue apagando poco a poco, pero Borja no renunció a completar el último
tercio, así que metido entre pitones, junto a las tablas, culminó los últimos
compases. Quiso añadir antes de dejar paso a la suerte suprema, unas luquesinas,
que fueron el epílogo de una segunda estocada caída, pero muy efectiva.

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