sábado, 18 de mayo de 2024

Variedad y entrega en el Batán

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Reseña

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 

La afición madrileña no defraudó y acudió a la Venta del Batán para disfrutar de las becerrada, homenaje a Joaquín Bernardó. Los tendidos estaban llenos para disfrutar de los jóvenes promesas del toreo, que se midieron a los astados de José González.

Atemperó la embestida con la seda. Tras un buen tercio de banderillas, se dio paso a la faena de muleta. El animal necesitaba  distancias cortas, sin bajarle la mano. Pepe Luis Cirugeda se empleó en el  trazó largo, bien colocado y sin perder la estética. Le dio tiempo y uno a uno, dosificando, construyó su faena. Lo llevó muy metido, manteniendo su atención en la tela, dejándosela muerta abajo. El animal dijo basta, metiéndose por dentro y buscando el cuerpo.

Juan Saavedra lo saludó con una larga cambiada de rodillas. En la muleta el animal se quedaba corto, necesitaba salida. El espada lo emborrachó de muleta, aprovechando la inercia del primer muletazo. Entre tandas lo dejó respirar. Se metía por dentro, buscando con el pitón el cuerpo, sin una salida pulcra de la franela. No hubo uniformidad, a pesar del empeño depositado por parte del espada. 

Tomaba el capote de Julio Manuel Campano con genio, con las manos por alto. La embestida era irregular y, por ello, requería suavidad y mano baja. Logró una buena tanda por la derecha, tomándolo delantero y alargando la embestida hasta el final. Por el pitón izquierdo no hubo forma de encontrar la pulcritud, no había armonía, algo que si hubo en los derechazos. 

Ser Sergio Rollón templó al cuarto de la tarde a base de verónicas. En la faena el animal busca la media distancia  sin que se doblegara demasiado por abajo. Perdía las manos, pero el espada lo mantuvo en cada muletazo, con mucha suavidad y despaciosidad. Pasaba con la cara alta, con continuidad, siendo el espada quien le buscara las teclas. 

Santamaría se lució en el saludo capotero. En la muleta,  el animal mostró movilidad, pero sin uniformidad en su recorrido. El espada trató de encontrar el compás al que guiarlo. Le dejó los vuelos en el morrillo, obligándolo a volver. Mucho tiempo y sitio, para después retomar las series con un primer muletazo en largo y después aprovechar su inercia para ligarlo.

Cristian Restrepo recibió al de José González estirándose con el en la tela, meciéndolo. Encontró ritmo y compás en los primeros compases de la faena. Se mostró firme y con determinación, llevándolo metido, con un trazo largo bien definido. Lo llevó hasta el final de cada pase. Se cruzó y lo buscó a pitón contrario, para después tocarlo por abajo y dejarle los vuelos en cara para continuar. Tocando y deslizando.

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