viernes, 17 de mayo de 2024

Única vuelta al ruedo para Alejandro Mora en Madrid

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 
La Plaza de toros de Las Ventas ha acogido este domingo 23 de abril una novillada en la que Curro Durán, Alejandro Mora y Miguel Andrades se midieron a los de Guadaira. Los animales presentaron movilidad y juego, con viveza, pero también muy exigentes. Destacó el sexto de la tarde, un gran novillo con fijeza, repetidos y entrega absoluta. Curro Durán, ante el primero, encontró acople al natural, dejando pinceladas. Con el segundo de su lote faltó chispa, lo intentó pero solo pasaba sin llegar a calar, aunque la estocada fue de las mejores. Alejandro Mora tuvo un tira y afloja con el segundo, tratando de encontrar el sitio, pero sin que terminará de romper la faena, alargándola. La estocada fue rotunda. Con el quinto se expresó con gusto, enganchando la embestida desde el principio hasta el final, alargándola hasta el final, arrastrándola, con desmayo. Culminó con una estocada que le valió la oreja, una oreja que el presidente no concedió. Andrades, por su parte, derrochó ganas y entrega, queriendo sacar más en cada tanda, quedándose encima de pitones en varias ocasiones. Algo parecido ocurrió con el sexto, no le faltaron ganas. Sin embargo, el animal exigía otro tipo de faena.
“Lagartito” y Curro Durán abrían la tarde en Madrid, con un saludo capotero breve con el que lo fue sacando a los medios, pero tratando de sujetarlo en el capote para que no se fuera. Se cumplió en varas y banderillas, alcanzando la faena de muleta, la cual inició después de brindar desde los medios. Después, con la muleta ya desplegada, se fue acercando a las tablas, recibiéndolo en el tercio, genuflexo, por abajo, sacándolo poco a poco en el trasteo. Siguió sobre el pitón derecho, con un animal que pasaba por alto, soltando la cara. Tampoco le podía. Bajar en exceso la mano, tenía que encontrar la altura a la que llevarlo. Le adelantó la mano y acortó las distancias para iniciar una nueva tanda sobre el mismo pitón, tragándose el primero, pero buscando en las salidas. Había que cerrarlo algo más al animal. Cambió al natural teniendo que fijarlo con firmeza, adelantándole el vuelo, encontrando mayor acople y transmisión. Alargó incluso el trazo, llevándolo hasta el final, dejándosela muy puesta, envolviéndoselo a su alrededor. Insistió sobre ese pitón izquierdo, tirando del astado hacia atrás, echándoselo a la cadera. Cambió la ayuda por la espada, dejó una nueva tanda al natural y se perfiló. La espada entró al segundo intento.
Alejandro Mora no esperó para saludar al primero de su lote, que no le dejó correr. Sin embargo, a pesar de sus intento por fijarlo en la seda, el animal salió suelto. Así que lo bregó para recoger la embestida. En su entrada al caballo soltó la cara alto, después  el tercio se alargó en exceso. Tomó la franela, se acercó al de Guadaira y lo tanteó por ambos pitones, todo por abajo hasta sacarlo del tercio, con suavidad. Escogió el pitón derecho, mostrándole la tela por delante, citándolo en la media distancia, para después aprovechar la inercia y ligarlo. El novillo era tranquante, cada vez le costaba más atender a las demandas de Mora, que le dejaba la franela en el morrillo.  La continuidad se desarrolló uno a uno. Cambió al pitón izquierdo, pitón por el que hacía el amago de colocar la cara, a pesar de soltarla y no ser todo lo uniforme que se esperaba. La embestida se conseguía a base de arreones.  A pesar de ello, el animal se movía y entraba a la tela, siempre y cuando se le citara en el sitio bien cruzado. Dejó un buen sabor de boca al recuperar el pitón derecho, pero sin terminar de romper. Después de un pinchazo dejó una gran estocada en la que se tiró con todo.
Miguel Andrades saludó al primero de su lote, primero con una brega por abajo con la que recogió y fijó al astado. Después trató de estirarse con el animal, aunque con intermitencia, ya que salió suelto. Fue el propio novillero el encargo de protagonizar el tercio de banderillas, demostrando variedad y mucha habilidad para dejar los palos. Tras brindar, Andrades no hizo esperar al astado. Lo citó y este se arrancó con viveza. El espada lo pasó por ambos pitones, pero no tardó en cambiarle los terrenos y esperarlo más allá del tercio, donde lo empezó a pasar sobre el pitón derecho, dejando una primera tanda suave y lenta. Lo colocó, lo movió e inició una nueva serie sobre el pitón derecho, rompiéndose con el animal, encajándose con él y llevándoselo hasta el final. Le dio continuidad y ligazón, poniéndolo todo y sin dejarse nada en el tintero. Llegó el toreo al natural y Andrades le adelantó los vuelos con suavidad al morrillo, enganchando la embestida y llevándola, aunque sin demasiada uniformidad en su embestida. Volvió al pitón derecho, acortando distancias, queriendo sacarle más de lo que tenía. Empañó la faena con la espada, hundiendo el acero al segundo intento.
“Administrado” y Curro Durán marcaron el ecuador del festejo con un saludo capotero en el que el espada pudo estirarse, metiéndolo en los vuelos de su capote. No tardó en salir fuera del tercio y culminar allí el saludo. Tras completarse el tercio de varas y banderillas, Curro bordeando las tablas, con la muleta en mano, citándolo en la larga distancia. El animal que no tardó en verlo entró en la muleta, repitiendo. Siguió sobre el pitón derecho, con pausa, con una continuidad de uno a uno, pero pasando. Le costaban las salidas. Durán le dio tiempo y sitio ntes de recomponer la faena. Volvió, sobre el derecho, bajándole aún más la mano, teniendo que fijarlo entre pases para retomar la embestida en la serie y darle continuidad. El viento fue otro factor a tener en cuenta, pero aún así, no estaba llegando al público, no había repercusión de lo que el novillero estaba haciendo. Al natural, le buscó a pitón contrario, pasándolo natural a natural, pero sin chispa. Eso sí, la estocada fue extraordinaria, en el sitio y fulminante.
El saludo capotero de Alejandro Mora fue intermitente, el animal no terminaba de centrarse en el capote, saliendo suelto y buscando la puerta de chiqueros. Tuvo que cambiar los terrenos y culminar con el capote, sin lucimiento, bregándolo. Comenzó la faena de muleta, no sin antes brindar al público. Le mostró la muleta, pasándolo por ambos pitones, sacándolo al paso, con un inicio muy torero y ovacionado por el respetable. El animal tenía motor y mucha movilidad, por lo que dejó una primera serie muy ligada en la que no dejó que parase. Con el paso atrás y la mano delantera lo metió en la muleta, apurando las distancias. No quiso excederse, por lo que se basó en la tandas cortas, muy medidas, dándole después tiempo y sitio para que recuperase. Al natural, lo abrió lo llevó en largo, abriéndolo un poco más, dándole mayor amplitud, aprovechando los vuelos de la muleta. Toreó con desmayo y cadencia, muy despacio y con mucha suavidad, arrastrando la embestida de inició a final, con pulcritud.  La estocada volvió a ser fulminante. 
“Hortensio” y Miguel Andrades cerraban la tarde con un saludo comedido en el que hubo momentos delicados, por el pitón derecho se metía más por dentro. No le permitió el lucimiento al novillero. Tras completarse el tercio de varas, Andrades cogió los palos y baderilleó al astado, dejando un tercio muy aplaudido en el que volvió a mostrar su variedad y disposición. Descalzo y con la muleta en la mano salió a los medios para brindar al público. Sin apenas tiempo de reacción el animal se le arrancó, así que lo trasteó y después, ya sí, dejaría la montera y brindaría. El de Guadaira entraba con fuerza, sin tregua, dándole ligazón a aquella primera serie en la que faltó temple y despaciosidad. Andrades le echó la muleta abajo, aprovechando toda aquella fuerza con la que entraba en los muletazos para poder traducirla en inercia y ligarlo. En ocasiones, dada su repetición en la tela se le quedaba encima. Al natural, lo fue frenando, un animal con repetición, prontitud y fijeza. Volvió a montar la muleta para recuperar el pitón derecho, pasándolo, pero sin terminar de encontrar ese acople. No le faltó entrega y prueba de ello fue la espada. En la suerte suprema lo prendió feamente, volteándolo, esperándose lo peor, pero el animal dobló y Andrades estuvo ahí para esperar.
Las Ventas. Novillos de Guadaira para Curro Durán, silencio tras aviso y palmas; Alejandro Mora, palmas y vuelta al ruedo; Miguel Andrades, silencio y ovación.

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