lunes, 13 de mayo de 2024

Una Puerta Grande hacia el escalafón superior

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Crónica

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  
Ossa de Montiel cerraba su fin de semana taurino con una novillada de Daniel Ramos de condiciones variadas y, en ocasiones, escasas. La terna la completaban Carlos  Aranda, Rocío Romero y Diego García, pero solo Aranda y García tocaron pelo, pues  se repartieron un total de cuatro orejas, dos por coleta. Fueron faenas de buscar las teclas y saber adaptarse a las exigencias de cada novillo. Aranda estuvo mejor  con el primero de su lote, faena en la que cortó las dos orejas, con su particular  toreo al natural. Diego García marcó la diferencia, a pesar de su reciente debut en las novilladas con caballos. Con la frescura e inocencia, cautivó en su  despaciosidad, ralentizando las embestidas y marcando con la pulcritud de su faena. Rocío Romero  estuvo voluntariosa, pero la espada, a pesar de que brilló por su ausencia en la
tarde, le pasó factura. En definitiva, una tarde de matices.
Abría la tarde “Morisqueto” en las manos de Carlos Aranda, un novillo bien rematado, con movilidad y buen tranco. Lo recibió abriendo el compás, para que poco a poco lo fuera recogiendo, enganchándolo hasta estirarse a la verónica. Empezó la faena entre las protestas del animal, llevándolo por alto, muy despacio, evitando que perdiera las manos ni mostrara los cabeceos continuos en el natural. Por el derecho medio colocaba la cara y humillaba, siempre guardando tiempo entre muletazo y muletazo, pero sin perder el ritmo. Había que aguantarlo. Con la mano izquierda, toreando al natural, los vuelos acompasaban la embestida, adornándose con delicadeza. Sin alejarse del tercio, se la dejaba muerta, arrastrando la tela, metiéndole de lleno en la faena, siempre con la mano baja y muy cruzado, llevándole hasta el final. En la suerte suprema dejó el acero tendido, pero certero.
Rocío Romero no esperó para saludar en su capote a “Travieso”. Sacaba las manos delanteras y aunque fue una brega un tanto acelerada, mostraba buenas condiciones, pinceladas. En el inicio de faena, lo probó genuflexa, andándole al toro hasta sacarlo a los medios. Eligió el pitón izquierdo, con una tanda de naturales largos y llenos de determinación. Le daba pausas entre tandas, dejándole respirar, doblegando el exceso de fuerza que deslucía. La faena la compuso sobre el pitón izquierdo, llevándolo muy metido en la tela, sin dejar que se le fuera. La desarmó, pero se repuso desde los medios, buscándole por el mismo pitón, pero necesitaba la referencia a tablas. Mermaba el empuje, pero Rocío Romero estaba muy voluntariosa con el segundo de la tarde. Le costó cuadrarlo, muy abstraído, no atendía y cada minuto que pasaba empeoraba sus condiciones. Falló con la espada y recurrió al golpe de cruceta, escuchando el segundo aviso.
“Escapista”, un novillo al que Diego García recibió con una larga cambiada, para después estirarse con la tela, en un saludo variado en el que incluyó las chicuelinas. Diego García lo recibió en la muleta de rodillas, sometiéndole por abajo, pero no excesivamente lucido. Había continuidad y ligazón en las tandas, el animal seguía el engaño con ritmo. El espada lo citaba delantero, para meterle en la franela, girarle la mano y envolverle, obligándole a repetir. El de Daniel Ramos quedaba prendido de los vuelos del toreo al natural, ralentizando el compás. Diego García poseía un trazo muy sutil, toreando con despaciosidad, manteniendo la mano baja, respetando sus tiempos. Se recreó el diestro madrileño, exprimiendo las embestidas de “Escapista”, que poseía una extrema fijeza en la tela, acometiendo con pulcritud. Culminó la faena con manoletinas bien ejecutadas. Acertó con la espada al tercer intento.
Marcaba el ecuador del festejo “Oleandro”. Carlos Aranda lo saludó por abajo, genuflexo, respondiendo con verdad en el capote del diestro. Le costó encelarse en la tela, pero permitió que el espada se estirase a la verónica, pero sin demasiada repetición. De la misma manera lo recibió Carlos Aranda en la franela, genuflexo, que intentaba buscar la humillación. El animal tenía una embestida abrupta, con algún que otro cabeceo intermitente, así que había que templarlo, con suavidad, sin llevarle la contraria. Tocaba la tela y empezaba a deslucir, su atención era limitada, por lo que Aranda le dio mucho sitio y tiempo. Pasaba con la cabeza por encima del estaquillador, desluciendo, construyendo las tandas natural a natural, intentando suavizar una embestida bronca, pero que dejaba ver entremedias destellos, colocando la cara. Lo mejor de la faena llegó en los últimos compases. Los ceros deslucieron la faena de Carlos Aranda.
Roció Romero dejó correr a “Pachucho” que se topó con el capote y había que obligarle a volver, no repetía. Lo intentó fijar, jugando con su brazos, pero estaba muy abstraído. En el inicio de faena lo tanteó por ambos pitones, dejándolo pasar, pero el animal se quedaba corto, sin interés. Había que llevarle muy metido, guiando la embestida, para evitar que se saliera de la faena. Salía ajeno a la franela, con una faena insípida, marcando querencia. A Rocío Romero, le faltó voz y poder, pero tampoco se lo puso fácil el de Daniel Ramos, que le obliga a reconstruir la faena después de cada natural. La suerte suprema le volvió a pasar factura.
“Orco” cerraba la tarde en las manos de Diego García. luciéndose en el saludo capotero, entrando mejor por el pitón derecho que por el izquierdo. Su declaración de intenciones se continuaba con las chicuelinas al paso para llevarlo al caballo. El madrileño le ganó pasos hasta sacarlo a los medios, donde se decidió por el pitón derecho. El animal se metía por dentro, embestía con una actitud rectilínea. El espada optó por llevarlo al natural, alejándolo de las tablas y siempre dejándole los vuelos en el morrillo, para poder tirar de él. Se los dejaba delantero, buscando el pitón, intentando agrupar un muletazo con otro, con continuidad, a pesar de la despaciosidad con el que quiso llevarlo, sosteniendo la embestida. Se terminó rajando, sin dar muchas más opciones. Dejó una media con la que fue suficiente.
Ossa de Montiel. Toros de Daniel Ramos para Carlos Aranda, dos orejas y aplausos tras aviso; Rocío Romero, tras dos avisos y tras dos avisos; Diego García, oreja y oreja.
FOTO: ROBERTO BEDÍA

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