viernes, 17 de mayo de 2024

Silencio, se torea

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 
Las Ventas acogía un cartel de casi “No hay billetes”. Los diestros Diego Urdiales, Alejandro Talavante y Daniel Luque se midieron a los de Alcurrucén. Los animales dejaron un juego escaso, mostrándose mansos, obligando a los diestros a inventarse las faenas, sacando de donde no había. Toros venidos a menos y de nulas opciones a los que Luque a  punto estuvo de cortarles las orejas, de no ser por la negativa del presidente. El diestro dejó una de sus mejores tardes en el coso venteño, firmando faenas de gusto y despaciosidad. Talavante, en plena etapa de reencuentro, deleitó con el toreo a pies juntos, inventándose la faena con el quinto. Le falló la espada. El riojano tuvo un lote muy en la líena de lo que se estaba viendo en la tarde. Sin opciones, pero con tandas de las que llegan, siendo el eje sobre el que envolvérselo. La lluvia fue otro factor a tener en cuenta, bueno y las voces desconcertantes y poco acertadas de cierto sector del tendido, que no pudieron apreciar lo que estaba diseñando Luque.
Urdiales y “Antequerano” abrieron la tarde con un saludo bregado bajo los terrenos del siete. Pasaron con mérito el tercio de banderillas, alcanzando el de muleta. El diestro salió a los medios y brindó al público, después se fue a los terrenos del cinco, bordeando las tablas y buscando el encuentro con el animal. Lo trasteó hasta sacarlo, muy despacio y suave. Montó la muleta en la mano derecha y en el trazo largo y en redondo encontró la continuidad de tres en tres, ya que en cuanto le exigió por abajo perdió las manos. Lo llevó a media altura, ahormando las tandas. Citó con firmeza y mucha verdad, dándole el pecho, toreando ahora también al natural. Paró la intensidad, pasándolo de uno en uno, dándole la salida con la tela en la cara. Se mantuvo anclado en la arena mientras se lo pasaba a su alrededor, siendo Urdiales el eje sobre el que pasarlo. El toro ya se había terminado de parar. Se terminó por echar y tardaron en levantarlo. En la suerte suprema dejó espada certera, aunque un poco delantera.
Salió el segundo de la tarde “Cornetillo”, al que Talavante saludó en una brega llevada, ganándole terreno, sacándolo de las tablas del siete, más allá del tercio. Se alargaron las banderillas tras varias pasadas en falso, el animal no se arrancaba. No dio juego. En la faena de muleta, Talavante comenzó con un tanteo por abajo al paso. El de Alcurrucén era tranqueante, se metía por dentro y lo sorprendía. Todo aquello en el toreo al natural, que fue la primera tanda que dejó el  espada.cambió al pitón derecho, pasándolo muy despacio, al ralentí, uno a uno tocando y fijando en el cite, poniéndosela muy plana pero sin lograr que el animal pasara. Volvió pero no había nada que sacar. Falló con la espada, logró pasaportarlo con el golpe de cruceta.
Daniel Luque se encontró con el primero de su lote, un toro que por el pitón izquierdo le soltaba la cara y salía por alto, mientras que por el derecho fue algo más comedido. Iván García salió a saludar después de dejar un espectacular par en la cara del animal, un par con el que voló y cautivó. Brindó en los medios, para después recibirlo en la franela junto a las tablas, en los terrenos del cinco. Lo llevó con un trasteo por abajo, genuflexo, para seguir con un toreo de pureza y clase a cámara lenta en el tercio. Fue limpiando el muletazo, sin que el animal se topara con la tela, cuajando series cortas y llenas de matices y profundidad. Toreó con poso, con mucha despaciosidad. Le adelantó la mano y con ella los vuelos, enganchando la embestida desde el principio, tirando del animal, dejándosela puesta y enlazando un pase con otro. Lo cambió al natural, dosificando, buscando los terrenos, insistiendo sin afear. También tuvo que aguantar, tomando terrenos y distancias comprometidas, arrancándole las embestidas, con recursos. Dejó algo más de media estocada caída. 
Marcaban el ecuador del festejo “Flauta” y Diego Urdiales. El riojano no tuvo opciones con el capote, en el primer encuentro se le vino directo al pecho. Así que lo poco que se le vio fue con una brega. El cuarto solo dejó dificultades, terminó picándolo en el cinco. No colaboró en absolutamente nada. Se alcanzó la faena de muleta y el diestro lo trasteó por ambos pitones, pasándolo, para después seguir sobre el pitón derecho, abriendo el compás y dándole salida. En cuanto tenía oportunidad soltaba la cara buscando. Dejaba pases incompletos, buscones y reservados, llevando la faena en el tira y afloja. Tuvo que fijarlo, tocándolo con firmeza, pero no había nada. Lo pasaportó, metiendo la mano con aseo y acierto.
Salió el quinto, un toro suelto que se emplazó en los medios y que tardó lo suyo en entrar en el capote de Talavante. Se cambió el tercio y con el llegó la lluvia. El público estaba más pendiente de no mojarse que de lo que pasaba en el ruedo, así que Talavante recuperó su interés con un inicio de rodillas en el que alternó pases, sin probaturas, envolviéndoselo a su alrededor. Se fue a los medios y con la cadencia que tanto le caracteriza lo pasó, manteniéndose a pies juntos, con la verdad por delante, dejándosela puesta. Se lo pasó por donde quiso, arriesgando con quietud y un valor seco que llegó a los tendidos. El de Alcurrucén atendía al cite con ciertas reservas sin terminar de humillar y quedándose cada vez más corto y parado, por lo que el diestro tuvo que tragar y aguantar, porque no se movió ni rectificó en ningún momento. La faena estaba hecha, así que después de cerrarla, dejó una eestocadacon la que el animal tardó en doblar.
Cerraban la tarde “Mimoso” y Daniel Luque, dejando un saludo capotero bregado y sin lucimiento. Inició la faena de muleta con un ligero tanteo con el que se fue estirando y ganando terreno. Una vez fuera del tercio, eligió el pitón izquierdo, dándole amplitud al trazo, llevándolo con los extremos de la muleta, con voz y mucho toque, pero con suavidad. Le afue alargando el trazo, envolviéndoselo, inventándose lo que no había. Cambió al pitón derecho, tirando con gusto y despaciosidad, ahormando y dando pulcritud a las tandas. Pero con el toreo al natural, los pases parecían no tener final, ligando uno tras otros, siempre en el sitio, cruzándose, echándole los vuelos al morrillo. Con Luque, los toros parecen inagotables, sacándoles partido en cada embestida, en cada pase. Ya en los últimos compases se los seguía pasando por su cadera al ralentí. Culminó con un estoconazo.
Madrid. Toros de Alcurrucén para Diego Urdiales,  ovación tras aviso y palmas; Alejandro Talavante, silencio y ovación; Daniel Luque, ovavción y vuelta al ruedo.

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