jueves, 9 de mayo de 2024

Miguel Tendero destaca en Villamalea

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Crónica 

@ESAUFERNANDEZ


PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ



  
A “Barbudo” lo recibió Miguel Tendero con una tijerilla para después seguir a la verónica y sacarlo al paso hasta los medios, al tiempo que lo templaba y conjugaba su embestida. Inició la faena de rodillas apretándole en tablas, apurándose para sacarlo de aquellos terrenos. Ya en los medios empezó a llevarlo con la mano derecha, conduciendo una embestida amplia, con movilidad, recorrido. La prontitud, buena mano baja y obediencia del de El Vellosino dibujaba tandas templadas y de compás que calaban en los tendidos. Tendero lo seguía con el cuerpo y la mirada, ligando natural tras natural, aprovechando las buenas condiciones del astado. Le dio juego y lo supo ver y medir, por lo que sin obligarlo en exceso, con torería y desmayo se la dejaba puesta en la cara. Mató con aseo, dejándola en el sitio.
Calita recibió al segundo de la tarde, un astado con repetición al que hubo que llevar por abajo, embistiendo con facilidad, dejadez y ritmo. El mexicano empezó con un par de pases cambiados la faena, añadiendo emoción y captando la atención del animal y del público. Con un astado abstraído, reservón y buscón intentaba configurar una faena alejada de la simplicidad. Se paraba, había que aguantarle y bajarle la mano, atendiendo a las medias arracadas del toro. La mano delantera lo citaba, alargando, al tiempo que ralentizaba la embestida, llevándolo hasta el final, mostrándole la salida del natural. Sin brusquedad, aunque con la necesidad de reconstruir la tanda y siempre dejándosela en el morrillo. Cumplió, así que lo cuadró y logró meter el acero al segundo intento.
Esaú Fernández no dejó correr a “Inclusero”, lo frenó para después intentar suavizar y encelar al de El Vellosino. Lo tanteó por ambos pitones, dejándolo con delicadeza, sin terminar de romper. Con la mano derecha, recurrió a un toque delantero que desembocaba en los vuelos de la muleta, abriendo el muletazo, para culminar con un sutil giro de muñeca que lo metía de nuevo, pues no le alejó la franela de la cara. Le bajó a más no poder, sin prisas, aunque le costaba entrar, por ello no había que abandonar la suavidad. Aunque algo a lo que tampoco renunció Esaú fue al compás, al que se supo adaptar. Los remates había que provocarlos y las fuerzas y movilidad del animal iba a menos, por lo que el espada quiso lucirse para terminar de llegar a los tendidos, aunque perdiendo la mano baja. Cerró por bernardinas para dejar una espada, tras el aviso, ligeramente caída y atravesada pero efectiva. 
Marcaba el ecuador del festejo el saludo capotero de Miguel Tendero, un saludo laborioso en el que ambas partes se exhibieron, alargando los brazos y guiándole. Elegancia, temple y suavidad caracterizaron el inicio de la faena. El animal resultaba algo más parado, aunque una vez encelado en la tela seguía la franela con obediencia sin salirse de ella. Totalmente fijo en la muleta Tendero bailó a su antojo, con recorrido y ligazón. Al final de cada tanda había que parar, dejarle respirar y empezar de nuevo, aunque los dos tiempos de embestida en el remate, no deslucía pero sí paralizaba. Estaba cómodo y aunque el animal recortaba distancias y se quedaba encima, la nobleza le permitió seguir con delicado gusto, tandas variantes, aguante y desmayo… En la suerte suprema deslució su laboriosa faena.
Calita intentaba captar a un astado suelto, saliendo por arriba sin uniformidad. Lo recibió en la muleta genuflexo, obligándole por abajo, al tiempo que arremetía con genio en la tela. La brusquedad se acentuaba cuando tocaba la franela, cabeceaba saliendo con la cara por alto, por lo que había que llevarle cosido por abajo, sin quitarle la muleta del morrillo. Se abría para volverse descompuesto hacia Calita. El mexicano, descalzo, empezó a dejársela delantera, arrastrando en el suelo, para tirar de él con raza, llevándolo muy metido, a pesar de las condiciones del quinto de la tarde. Muchos fueron los factores que tuvo en contra, sin embargo no olvido la pulcritud de la faena, aprovechando la obediencia y humillación del astado. La espada quedó contraria, recurrió al golpe de cruceta.

“Palmerillo” y Esaú Fernández cerraban la tarde de Villamalea. Lo recibió en el capote en un saludo ameno en el que bregó con el viento y el de El Vellosino, le costó romper en la tela, a pesar de que este amagara con humillar. Genuflexo y en el tercio lo tanteó por ambos pitones. En los medios intentó dibujar tandas equilibradas, sin embargo, el animal salía suelto de cada natural, por lo que había que devolverle a la tela. No se le podía obligar en exceso por abajo, cabeceaba bruscamente desluciendo el muletazo. Sobre el pitón derecho le dio sitio,  con amplitud e intentado evitar que se topara con la franela. La mano delantera era la única forma de llevarlo, pues de delante hacia atrás lo metía en el muletazo impidiendo que este se rajara. Esaú estuvo por encima, recurriendo a su técnica y Tauromaquia, no defraudó. Mató con aseo, aunque dejándola caída, recurrió al descabello.
Villamalea. Toros de El Vellosino para Miguel Tendero, dos orejas y tras aviso; Calita, ovación y silencio tras dos avisos; Esaú Fernández  oreja tras aviso y dos orejas.

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