domingo, 12 de mayo de 2024

Las orejas, entre el poder y la madurez

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 Crónica

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  

La tarde en Barcarrota se cerró con un total de cinco orejas, apéndices que se repartieron Juan Leal y Ginés Marín frente a los de El Parralejo. El francés cortó tres orejas, mostrando rotundidad, poder y firmeza ante el tercero, al que desorejó. El animal tuvo calidad, le buscó por abajo, toreando a media distancia, dejándole respirar, pero sin quitarle la muleta de la cara. La longitud y profundidad por el pitón izquierdo marcó la faena. Ginés Marín, por su parte, derrocho madurez, torería, temple y empaque. Deslumbró frente a los de su lote, le falló la espada y la entrega de los de El Parralejo, que marcaron terrenos y nobleza. Había muchos matices que encontrar y mimar.
“Insólito” abría la tarde en Barcarrota. Juan Leal lo recibía en el capote sin dejarlo correr, frenándole y recogiendo la embestida, llegando a estirarse hacia los medios con un bonito juego de brazos en el que cito y tiró de él. Quiso iniciar la faena de rodillas, en los medios, dejándolo pasar por la espalda, aguantándole, muy torero. Continuó con el inicio pero sin la repetición deseada, obteniendo la marcada querencia a toriles. Le dio el pecho para seguir toreando en los medios, con transmisión, calando en los tendidos. Mano baja, casi con un toreo de riñones y curvilíneo dibujó una serie intensa y ligada. Los cambios de terrenos, la mano baja, llevándole muy tapado, sin quitarle la muleta de la cara, eran las únicas maneras de obtener la atención del astado, que sin raza le obligó a Leal a buscarle las opciones. Cerró por bernardinas para dejar su sello en la suerte suprema.
Ginés Marín recibió a “Fuguilla”, que lo esperó y templó, suavizando la embestida. Midió y aunque salía abstraído, volvía y repetía en la capa. lo recibió en la franela genuflexo, al tiempo que lo sacaba al paso hacia los medios, sin perder el ritmo, aprovechando la movilidad e inercia del astado, que repetía humillando. En momentos le bajó la mano en exceso, así que tuvo que encontrar la distancia, con paso atrás y casi durmiendo la embestida. Había determinación por el izquierdo con mayor continuidad, pero a media altura, sin forzarle, porque el animal coloca la cara. La ejecución era buena pero el motor se iba apagando y había que darle una vuelta más para que se centrara en la tela. Cerró parando el tiempo para dejar media estocada, con la que tuvo que descabellar.
Marcaba el ecuador del festejo “Buenaire”, en las manos de Juan Leal, con un saludo basado en la brega, pero fiel a su Tauromaquia. El animal salía suelto en el inicio, había que fijarlo y llevarlo muy metido. Leal lo quiso enganchar muy delantero, para abrirle en el natural y marcarle la salida. Con un sutil giro de muñeca le devolvía a la muleta, con despaciosidad. Le dio sitio y tiempo, no había que exigirle ni llevarle la contraria. Le buscó por abajo, toreando a media distancia, dejándole respirar, pero sin quitarle la muleta de la cara. La longitud y profundidad por el pitón izquierdo marcó la faena. Llegó a soltar la cara con derrotes secos al tocar la tela, solo había que saber llevarle al ritmo que este marcaba. Poderoso y firme ante el noble tercero. Cerró con un desplante de rodillas, dando paso a una estocada  propia del francés, en la que se perfiló en la distancia y culminar.
“Cañailla” cerraba el festejo en Barcarrota. Ginés Marín lo frenó con determinación, intentando abrirle, abrochando sin lucimiento el saludo. El puyazo en lo alto y en el sitio de Guillermo Marín era de mención obligatoria. Empezó la faena en el tercio sacándole al paso, con despaciosidad y mano baja, rematando ese inicio con un pase de pecho que terminó de calar en los tendidos. Le daba amplitud a los muletazos, con un cite delantero le dejaba los vuelos en el morrillo y empezó a ligar en una infinidad de naturales. Al de El Parralejo le costaba adaptarse a las exigencias de Ginés Marín, por lo que cada salida suponía la reconstrucción de la serie. Poso y madurez desprendía el extremeño, con una Tauromaquia ya depurada que aprovechó para acortar distancias y jugar con los vuelos y la longitud de su brazo, acompañado por el giro de muñeca. Se dejaba llevar, humillando y repitiendo, sin dejar que se fuera de la faena, rompiendo con la zurda, con un meritorio toreo al natural. Las bernardinas dieron paso a la suerte suprema, en la que dejó media estocada atrás. Tuvo que descabellar.

Jueves 22 octubre. Barcarrota. Toros de El Parralejo para Juan Leal, oreja y dos orejas; Ginés Marín, oreja tras aviso y oreja tras aviso

FOTO: GINÉS MARÍN – TWITTER

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