sábado, 18 de mayo de 2024

De la calidad a lo inesperado

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Crónica


PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 

  
De la Calidad a lo inesperado, los de Victorino fueron ásperos, difíciles de llevar, a excepción del quinto, casualmente indultado. “Muralista” desprendía calidad, pero una vez concedido ese premio supremo, la división de opiniones tomó la plaza. Villanueva del Arzobispo fue testigo de la clase y torería de Rubén Pinar y de la dignidad de Alberto Lamelas en el ruedo. El mejor lote le tocó en suertes al albaceteño que no decepcionó, supo corregir con técnica y suavidad los defectos del segundo de la tarde. Con el quinto las cosas fueron mucho más fáciles, encontraron el ritmo, tenía calidad y este la exprimió. Lamelas, sin embargo, bailó con las más feas, aun así no defraudó con su aplomo, toreando muy de verdad. Finalmente, Curro no estaba, era él, pero no su esencia, acortó sus faenas, con tandas muy medidas, intentando alejarse de un toro pegajoso e incómodo. Estuvo comedido.
“Melancólico” de Victorino Martin abría el festejo en las manos de Curro Díaz. El animal entraba por el derecho buscando, por el izquierdo se abría y humillaba, sin embargo terminó apretando hacia los adentros, por lo que curro le abrió hasta llevarlo a los medios, siempre por abajo. Empezó por abajo, sin encontrar el sitio, para seguir al natural aprovechando el pitón izquierdo, con un ligero tranco se dejaba llevar, con movilidad, colocando y bajando la cara, como ya dejaba ver en el saludo capotero. Sin embargo, salía por fuera, sin lucimiento.  Tomó el pitón derecho y lo volteó, ya buscaba y se quedaba con él, pasaba pero volvía rápido, quedándose corto. Hoy Curro no desprendía su esencia. Acortó la faena y mató, dejando media estocada tendidas y caída.
Bordón era el primero para Rubén Pinar, quien lo frenó, sin dejarle correr. Se quedaba corto, buscaba, se vino por dentro, fue una mera labor de brega. Buscándole por abajo, daba los primeros muletazos de tanteo al de Victorino. Alejado del tercio, seguía buscando la colocación y las distancias, adaptándose a sus exigencias. Se paraba sin terminar de romper, pero Pinar intentaba poner lo que a este le faltaba, corrigiendo con técnica y mucha suavidad los defectos. No le quitó la muleta de la cara, abría y recogía, perdiendo pasos y apuntando a pitón contrario. Por el derecho no bajaba del todo la cara, no tenía prontitud y recortaba su recorrido, por lo que Pinar recurrió a la paciencia y la amplitud de su muleta. Terminaba las tandas mejor que las empezaba. En la suerte suprema dejó algo más de media estocada perpendicular y caída que le llevó directo al descabello.
“Bárbaro”, frenado y poco buscón en tablas, entró en el capote de Lamelas en una larga cambiada de rodillas pegado a tablas. En aquellos terrenos el animal apretaba y el diestro tuvo que sacarle con ritmo a los medios. Brindó al público para diseñar un inicio ajustado y de mucho peligro con unas embestidas agresivas, rematando por alto, con miradas continuadas. Lo sacó de las tablas y empezó a ligarlo, buscando una humillación que el animal no tenía. Se paraba y tenía varios ritmos de embestida, por lo que Lamelas tuvo que jugar con un tira y afloja de inicio a final. Le dio recorrido y longitud a los naturales, sin embargo, cuando lo llevaba bien encauzado por abajo y muy cosido este respondía con cierta continuidad. Mucho mérito y mucho valor. En definitiva, una faena de aguantar al de Victorino en sus interminables defectos. Metió la mano dejando una estocada entera y certera.
“Murga” y Curro Díaz marcaban el ecuador del festejo. Lo recibió dejándole pasar, abriéndole, por el derecho repetía intentando colocar la cara, mientras que por el izquierdo perdía la continuidad. Genuflexo lo tanteó, muy despacio, respetando el sitio, sin agobiarle. Con la muleta plana lo citaba, para después enseñarle los vuelos y buscar la curvatura de la embestida en el natural. No tuvo continuidad, lo llevó a media distancia, uno a uno, quedándose corto y soseando. El aire tomaba la plaza y dificultaba la labor de Curro, pues el de Victorino sabía donde estaba el cuerpo, ignorando la tela. No estaba cómodo, se veía muy encima de él, sin poderle. Buscaba esa amplitud en los tercios, para llevarlo y al menos extraer una tanda. 
Rubén Pinar recibió a “Muralista” encelándole en el capote, aprovechando su movilidad y repetición. Los primeros compases en la franela se dieron por abajo, con ritmo, gustándose. Entraba con poder al cite, siguiendo los engaños con recorrido e intensidad hasta el final. Toreó con desmayo, muy de verdad, lucido gracias a la colocación que mostraba el animal en la tela. Lo llevó ligado, por fin salía a relucir la calidad de los de Victorino, que con mucha clase se dejó someter por Pinar. Cuando tocaba la tela en las distancias cortas, este lo rechazaba. Ambos estaban muy metidos, las tandas se componían de naturales de mucha torería, en los que el animal rompió y transmitió. La petición de indulto tomó la plaza y este se concedió. 
“Bustillo” cerraba plaza en las manos de Alberto Lamelas, que lo bailó en el capote, ahora sí, tras dejarle correr. Intentando templar su embestida que humillaba pero salía por alto, sacando las manos. No esperó para sacarlo de las tablas y llevarlo a los medios. Muy despacio intentaba ligar las tandas, pero el animal se quedaba corto, muy pegajoso, y con una salida defensiva en la que buscaba. No tragaba el de Victorino, así que a pesar del empeño y lo digno que estuvo, el astado no se lo puso fácil. Giraba la muñeca, siempre adelantándose a el, evitando que se quedara encima, pero muy tapado. La ausencia de toque ayudaba a que este se fijara en la tela, dejándosela en el morrillo y tirando del animal. Culminó muy de verdad, dándole el pecho y ajustando las distancias, puso el broche final con un descarado desplante. La espada quedó baja pero muy efectiva.
Villanueva del Arzobispo. Toros de Victorino Martín para Curro Díaz, oreja y ovación; Rubén Pinar, ovación y dos orejas y rabo simbólicos; Alberto Lamelas, oreja y oreja.
FOTO: RUBÉN PINAR

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