sábado, 18 de mayo de 2024

Alejandro Peñaranda, triunfador del Certamen Promesas de Nuestra Tierra

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Crónica

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  
El Certamen Promesas de Nuestra Tierra cerraba su última edición en la plaza de toros de Fuensalida. Una tarde en la que hubo verdad, valor, técnica, despaciosidad y lucimiento, los finalistas no quisieron dejar nada atrás y apostaron por los novillos de Fernando Peña, a pesar del viento y el juego variado de los astados. Se cortaron un total de tres orejas, premios que podrían haber sido mayores si no hubiera sido por las espadas. Peñaranda bailó con “Aguililla” en una faena de mucha técnica en la que primó la elegancia del espada frente a la indiferencia del de Fernando Peña, del que hubo que tirar y meter. Sin embargo, su notable actuación mereció el premio como máximo triunfador del Certamen Promesas de Nuestra Tierra.
Abría plaza “Voceador” un toro de movilidad alegre, rematando en tablas. Lo recibió Álvaro Chinchón con una larga afarolada de rodillas para que después se mostrara ajeno a la capa y se emplazara. A su encuentro logró encelarlo con ritmo, aunque sin repetición. Salió del tercio para recibirle genuflexo en la muleta, sometiéndole por abajo, pero dosificando las tandas. El viento jugaba en contra, pero parecía no importarle al espada, que supo aprovechar la movilidad y su inercia para hacerle repetir y seguir la tela sin que se desordenara. Tuvo que tirar del animal, intentando plasmar la faena que diseñaba. Lo llevó con la mano baja, con determinación y acortando distancias. Lo enganchaba delantero obligándole siempre por abajo, dejándole los vuelos en la muerte del natural para darle salida. La espada quedó caída y no entera. Recurrió al descabello.
Guillermo Muñoz recibió a “Jilguerito” con una larga cambiada de rodillas, para después estirarse por verónicas en el tercio, al tiempo que lo sacaba al paso, aunque quedándose corto y ligeramente reservón. Inició la faena genuflexo ante un ejemplar de Fernando Peña encastado. Le daba sitio, abriendo la embestida, que se veía por dentro, entrando como un torrente inmanejable. De nuevo el viento volvía a molestar. Toreando muy de verdad, mostrando el pecho y con la muleta muy plana lo citaba y le seguía con los vuelos templando e intentando ralentizar los tiempos, marcando un ritmo que escaseaba. Poco a poco iba perdiendo obediencia, pero tragando y metiendo la cara. Cerró con gusto y mucho tacto manteniendo al astado. Cerró al natural con la derecha, con mucha verdad. Hundió el acero al segundo intento.
Alejandro Peñaranda recibía al tercero de la tarde, “Aguililla”, buscón, que sin dejarlo correr lo recibió esperándole, templando su embestida, marcando el compás. Con clase y mucha despaciosidad, lo tanteó por ambos pitones, tirando del animal y buscándole en los medios, alejándole de su querencia. Sin quitarle la muleta de la cara, lo quiso llevar muy metido. Mostrando el pecho, quiso engancharlo delantero, aunque requería un toque fijador que lo metiera, además de los remates hacia dentro, evitando que se le fuera. Tuvo que tirar de un novillo que poco interés tenía, pues marcaba sus terrenos. No había continuidad. La delicadeza y Tauromaquia de Peñaranda fueron claves para compensar las condiciones de un novillo que sabía embestir, pero había que saber llevarlo, con clase. Mató recibiendo, pero recurriendo al descabello.
Carla Otero esperaba para reafirmar lo ya mostrado en el quite anterior, lo recibió de rodillas, para después estirarse, cayó pero sin consecuencias. Inició la faena por estatuarios, arriesgando las condiciones del de Fernando Peña, aunque con un buen remate al inicio. El animal se venía por dentro, volviéndose y quedándose corto. Sin embargo, parecía trazar tandas ligadas, pero con naturales a cuentagotas. No todo se lo tragaba y había que acortar las tandas. Necesitaba enganchar la embestida, pero también dar tiempo, por ello escondía la muleta detrás de ella, para volver a mostrársela e iniciar de cero, configurando series bien llevadas, sin atropellos. En largo y siempre hacia delante, dándole salida, derrochando valor y calidad. El viento molestaba, pero a Carla no le importó. Al natural fue un punto de inflexión en la faena, caló en los tendidos. Culminó genuflexa, aunque deslucieron los múltiples enganchones y volteretas recibidas a lo largo de la faena. Falló con la espada.
El Dody recibió a “Volador” de rodillas, con una larga cambiada para esperarle por verónicas y rematarlo. un inicio lento y pausado, en el que buscó los terrenos, luciéndose y gustándose. Quiso ligarlo con la mano, siempre esperándole, para ralentizar con temple su embestida, llevándole hasta el final y aprovechando su fijeza. De nuevo, los ritmos variaban en su embestida, había que reconfigurar las series. Le quiso bajar la mano, pero los naturales intermedios por alto, despistaban al de Fernando Peña. Muy parado y reservón le costaba obedecer al cite. Le buscó en redondo, dejándole los picos en el morrillo. Quiso acortar distancias y hacer una breve demostración de valor, dejándose pasar los pitones muy cerca, aprovechando la nobleza del astado. El Dody aportó la emoción y motor que le faltó al astado. Metió la mano dejando un bajonazo.
Cerraba la tarde “Collarín”, un novillo montado que remataba en tablas. Jesús Romero quería poner el broche final a la tarde con un saludo en el que frenó, tiró y enceló con clase y lucimiento. Lo tanteó por ambos pitones, probándole, por alto y por bajo. Su embestida no era limpia, muy desigual, no entraba dos veces igual a la franela. No obedecía ni tampoco tenía prontitud había que obligarle pero sin llevarle la contraria. Logró una buena tanda sobre el pitón derecho. El animal marcaba sus tiempos, así que Romero se lo dio. Le citaba con los vuelos para tirar del astado y engancharlo para llevarlo muy metido, pero cuando se veía podido arremetía con violencia, soltando la cara, buscando y bronco. No terminó de romper y no le dio muchas opciones a Jesús Romero. Pinchó sin soltar la espada para después dejar una buena estocada muy efectiva.

Fuensalida (Toledo) Novillada sin picadores. Certamen “Promesas de nuestra tierra” (FINAL). Novillos de Fernando Peña para Álvaro Chinchón, ovación tras aviso; Guillermo Muñoz, oreja; Alejandro Peñaranda, oreja; Carla Otero, ovación; El Dody, ovación; Jesús Romero, oreja.

FOTO: CMM

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