martes, 7 de mayo de 2024

Volver a ser

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 
Las Ventas acogía este miércoles 24 de mayo una corrida de toros en la que los matadores de toros El Payo, Román y Francisco José Espada se midieron a los de Algarra y Montalvo (4º y 5º). Los de Algarra fueron comedidos, presentando alguna que otra complicación, sobre todo el sexto. En líneas generales se dejaron manejar con fijeza y obediencia. Los dos de Montalvo fueron los más ásperos de la tarde, una aspereza que le sirvió al valenciano Román para cortar una oreja de peso. Cuajó una faena rotunda, de mucho valor en la que le arrancó las embestidas, poniéndose en unos terrenos muy comprometidos. Volvió a ser el que tantas tardes se dejó ver en esta plaza. El Payo, con un lote dispar, no encontró el acople y no alcanzó a los tendidos. El segundo de su lote fue un toro de pocas y nulas opciones. Francisco José Espada pinchó la faena con los aceros en el sexto, después de haber dejado una faena de raza y con la que encontró el acople. Con el tercero de la tarde despertó a los tendidos, dándole emoción.
Salió el primero de la tarde, un toro de Luis Algarra al que El Payo saludó en una brega pausada. El astado salió parado y sin demasiada entrega en el percal. Se cambió al tercio de varas, un tercio en el que se entregó en el caballo. Con la franela ya en la mano, El Payo lo recibió con un trasteo por abajo, pasándolo por ambos pitones, ganándole terreno hasta intentar sacarlo del tercio. Le siguió con la mano derecha, tratando de templar una embestida escasa con la que se movía a base de arreones. Sacó algún pase en las distancias cortas que sí que gustó algo más, ligando con la muleta en el morrillo. Encontró la repetición, con una embestida cumplidora pero sin entrega. Cambió de mano, mostrándo que al natural solo había pases. No logró limpiar el muletazo. Recuperó el pitón derecho, ya entre pitos, no alcanzaba el acople ni la transmisión. Metió la manoby el animal dobló.
Román saludó a “Zapatazo”, con el que se pudo estirar, eso sí, rectificando. El de Agarra se metía por dentro, haciendo extraños por ambos pitones. El diestro valenciano se fue a los medios para brindar la faena al respetable. Después, volvería al tercio para iniciar la faena de muleta, aunque no tardaría en volver a cambiar los terrenos. El animal atendió en las distancias largas, para después acometer con movimiento y continuidad en la tela. No faltó voz y toque para guiarlo, pero tenía fijeza y seguía el engaño con suavidad. Sin embargo, acusaba de fuerza y en cuanto se le bajaba la tela, perdía las manos. Por el izquierdo tuvo más que depurar, siendo más corto, puteando la tela y saliendo por arriba en la muerte de cada natural. Volvió al pitón derecho, para cruzarse y adelantarle la mano para enganchar la embestida y llevarlo toreado hasta el final de cada serie. Lo hizo con despaciosidad, tapando y limpiando. Siguió alternando pitones, recuperando la mano izquierda, echándoselo a los riñones. Dejó una buena estocada con la que el animal dobló, aguantando la muerte.
“Rastrero” salió suelto, sin permitir el lucimiento del saludo capotero de Francisco José Espada. En el quite se lució El Payo por chicuelinas, dando paso al tercio de banderillas, tímidamente ovacionado. El diestro madrileño inició la faena de muleta por estatuarios y algún quebotro pase cambiado que conectó con el público. Tras aquel inicio, tomó la franela sobre el pitón derecho, sujetando al animal, llamándolo, marcando los tiempo. Quiso aprovechar las arrancadas del animal, así que se fue a la larga y media distancias, para después aprovechar la inercia de aquel primer pase y envolvérselo a la cadera. Hizo algún que otro extraño, pero lo cierto es que las embestidas no eran del todo uniformes, seguía el engaño a base de arreones, con un movimiento tranquante y hasta incierto con el que el espada se la jugó con los pases por la espalda. Se había ganado a buena parte del público, aunque sin convencer a muchos otros. Cerró por bernadinas, muy ceñidas y una estocada certera con la que cayó en poco tiempo, aquello le valió la oreja.
El Payo y “Plácido” marcaron el ecuador de la tarde con un saludo breve pero intenso, pudiendo lucirse y estirarse con el capote. Se culminó un gran y acertado tercio de banderillas y el mexicano ya estaba preparado con la muleta. No dejó que el toro se relajara, lo recibió en la franela y tiró de el para sacarlo del tercio. Fuera de el, empezó a llevarlo por el pitón izquierdo, dándole mayor amplitud al natural, pasándolo de uno en uno. No había acople ni transmisión, el toro no llegaba y tampoco quería entregarse en la tela de El Payo. Buscaba, se frenaba, perdía las manos… lo poco que le sacó fue a base de insistencia, poniéndose a pesar de saber que no tenía opciones. Falló con la espada.
Román saludó a “Monaguillo”, alternando la brega con las verónicas, dejando alguna que otra pinceladas. Se alcanzó la faena de muleta y el diestro se acercó al animal muy despacio, bordeando las tablas. Lo citó y lo tanteó por abajo, genuflexo, probándolo por ambos pitones, al mismo tiempo que lo fue sacando del tercio. Siguió sobre el pitón derecho, en largo, viniendosele recto, al cuerpo. El animal soltaba la cara durante todo su paso en la tela. Cambió de mano, llevándolo al natural, tratando de abrirlo en el tira y afloja, dándole salida y acortando las series. Insistió al natural, con el quinto que arrenetía sin definición alguna, soltando derrotes, topando en la tela, pero entrando en ella. Se metió en sus terrenos, en unos terrenos peligrosos para robarles las embestidas, a pesar del peligro sordo que se gastaba el de Montalvo. Fue una faena áspera, llevada en el tercio, en la que con mucha voz y firmeza logró componer las tandas. Terminó por voltearlo, pero es que le estaba dando todas las ventajas al animal. Culminó pro manoletinas y una estocada algo tendida pero muy efectiva.
“Zorzaleño” y Francisco José Espada cerraban la tarde en Madrid, dejando un saludo capotero bregado con el que intentó sacarlo a los medios, ganándole terreno. En el tercio de varas, reinó el caos, el astado cayó al firme, derribando también al caballo y quedando el picador a merced del de Algarra. Salió a los medios para brindar al público, después se dirigiría al tercio, donde el astado lo vio rápidamente y se arrancó hacia el. Sin embargo, el inicio lo haría de rodillas, aguantando hasta cuando se le paró el toro. Culminó el inicio entre ovaciones, dejando unos buenos compases iniciales. Se levantó y ya con la muleta sobre la mano derecha, lo llevó a media altura, muy despacio y poniendo la suavidad y delicadeza que le faltaba a la embestida del sexto. El animal seguía la tela, con una continuidad intermitente, pero con nobleza y obediencia. Lo llevó entre algodones al segundo de su lote. Lo cambió al natural, encontrando el acople y compás al que entenderse. Para ello lo paró y citó después de cada natural, dosificando y midiendo. Recuperó el pitón derecho, manteniéndose anclado en la arena, pasándoselo alrededor de su cintura, aguantando con quietud, tragando. Tanto se metió en sus terrenos qje acabó por prenderlo feamente, pero sin aparentes consecuencias.
Madrid. Toros de Luis Algarra y Montalvo para El Payo, palmas y silencio tras aviso; Román, ovación y oreja; Francisco José Espada, vuelta al ruedo y silencio.

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