domingo, 5 de mayo de 2024

Recital de espadas en una tarde gris

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 
Las Ventas acogía un nuevo “No hay billetes” este jueves 18 de mayo. Los matadores de toros Morante de la Puebla, El Juli y Tomás Rufo se midieron a los de la ganadería de Alcurrucén. Encierro de condiciones variadas, el primero ajeno a las demandas, otros escasos de fuerza, comedidos en la tela, con escasa durabilidad, siendo el tercero el más destacado. La segundo mitad del festejo el respetable despertó con el tercio de quites entre El Juli y Morante. El diestro de la Puebla, como director de lidia, pasaportó al primero de su lote, un toro que no le dejó otra opción. Con el segundo buscó el acople, pero el animal se vino a menos muy rápido, empañando el arte y disposición del diestro. El Juli pinchó con la espada una faena de artesanía, bien llevada. Con el quinto sacó de donde no había, con un toro que no tenía nada, pero la espada volvió a empalar su actuación. Rufo se encontró con un buen tercero al que pudo hacer faena, pero sin terminar de convencer en los tendidos. Como el último tampoco sacó gran cosa, solo destacar la estocada.
“Rompeolas” abría la tarde en las manos de Morante de la Puebla, pero el diestro no se pudo lucir, luchando contra el viento y las embestidas de un animal algo incierto. El tercio de varas fue uno de los más protestado, con un picador que se excedió y que le picó más allá de la raya. Tras un largo tercio de banderillas, inició la faena de muleta, con un ligero trasteo de rodillas, pasándolo por ambos pitones. El de Alcurrucén era ajeno a las demandas del diestro, saliendo disperso después de las probaturas. Siguió y directamente lo colocó para pasaportarlo, sin demasiado acierto.
El Juli recibió al segundo de la tarde con una brega en la que recogió y ganó terreno, pero sin poder estirarse con el. Según salió del capote se cambió el tercio. Era un toro pegajoso, buscón y reservón, dificultando la labor con los palos. El diestro madrileño no esperó para cambiarle los terrenos e iniciar la faena en los medios. Allí le mostró la tela y una vez dentro dejó que la cadencia y la despaciosidad sacaran a relucir la embestida del animal. Se arrancaba con prontitud y, aunque no pudo llevarle la contraria, se la dejó puesta y tiró de la embestida, una embestida corta y escasa de fuerza, a la que El Juli tuvo que mantener. Algo más escaso por el izquierdo si cabe. El toro ya había dado todo lo que tenía, pero retomó la mano derecha, para volver encontrar ese punto de sabor en la cadencia y el muletazo largo, llevándolo hasta el final. Se metió en sus terrenos, haciéndolo embestir, exprimiéndolo. Pero la espada volvió a empañar la faena.
Tomás Rufo cautivó en su saludo capotero, estirándose con un animal que se enceló en el percal, con ritmo y continuidad. Fernando Sánchez recibió una fuerte ovación durante el tercio de banderillas, dejando un importante par. Rufo salió a los medios para brindar la faena al público. Se quedaría en aquellos terrenos para recibirlo en la franela, recibiendo a un animal que se arrancó desde la larga distancia y que después aprovechó la inercia para darle ligazón. El animal humillaba, colocaba y metía bien la cara en la muleta, vistiendo un muletazo que ahormaba el diestro. Continuó sobre el pitón derecho, primero recogiendo la inercia del pase en largo y después atándolo en corto, pasándolo alrededor de su cintura. El viento fue lo único que deslució, haciendo que le punteara la tela. Logró robarle una a continuación, por abajo que sí que fue ovacionada por el respetable. Cambió al toreo al natural, perdiéndole pasos, encontrando el tiempo y la distancia, dejándole el pico abajo para después tirar del animal y dejarlo puesto para el siguiente. Alargó en exceso sin terminar de convencer, no había más para mostrar.  Falló con la espada.
Morante saludó con una brega llevada al cuarto de la tarde, un toro que salió suelto y que no le permitió la expresión al diestro. Gustó El Juli en el tercio de quites por chicuelinas, por lo que Morante no iba a ser menos y se fue directo a los medios para hacer la réplica. En la faena de muleta, lo esperó junto a las tablas, recibiéndolo por estatuarios, pasándolo por alto, alternando pitones y alturas. Cambió los terrenos, tirando del animal hasta llegar al seis, donde siguió con la mano baja, bien puesto para pasarlo y romper. La gente estaba entregada, algo que el diestro aprovechó para seguir metiéndole la muleta en la cara y tirar de él, dejándosela puesta. El viento fue el único que interrumpió el acople entre toro y torero. Sin embargo, la falta de fondo hizo que el animal se viniera a menos, quedándose corto, sin terminar de vaciar ni culminar en la tela. Metió la mano en el segundo intento, dejando una estocada rotunda con la que el animal dobló.
El Juli salió al tercio para saludar al segundo de su lote, con el que no se pudo lucir, simplemente lo bregó. El madrileño no esperó para iniciar el último tercio, empezando a torearlo desde el primer momento, con la muleta en la mano derecha. Pasaba con sosería, sin entregarse en la franela, a pesar del empeño de El Juli, que le adelantó la mano con suavidad para después citarlo con firmeza y encauzar su embestida en la tela. La continuidad la tenía más que medida. Cambió para mostrarlo al natural, teniendo que forzar su entrada, encontrando acople sobre aquel pitón izquierdo, pinceladas que llevó con mucha voz. Retomó la mano derecha, exigiendo por abajo, inventándose una faena que estaba más que acabada. Siguió alternando pitones, arrancándole las embestidas, embistiendo él, sacando lo que no había. Pinchó la faena con la espada.
“Pianista” y Tomás Rufo cerraban la tarde en un saludo capotero de intermitencias en el que logró estirarse momentáneamente en un saludo bregado. Volvió a lucirse Fernando Sánchez con los palos, en la cara, y por los que recibió una sonora y merecida ovación que salió a saludar. Rufo inicio la faena de muleta con un ligero tanteo por abajo, pasándolo por ambos pitones mientras se mantenía genuflexo. Aquello fue en los terrenos del siete, pero no tardaría en moverlo y llevarlo a los del cinco, más allá del tercio. Tomó la muleta sobre el pitón derecho, uno a uno, muy despacio, aguantando el trazo, tratando de alargar y ligar, pero el animal tenía sus limitaciones. Empezó a encajarse con el animal, exigiéndole abajo, llevándolo tapadito. No se podía exceder con el, así que dosificó los muletazos, aguantando el compás al que se dejaba llevar. Era una insistencia que no le llevaría a ninguna parte, el toro no daba más de sí, a pesar de que pasara. Culminó con una de las mejores estocadas de la tarde.
Madrid. Toros de Alcurrucén para Morante de la Puebla, silencio y ovación; El Juli, palmas y ovación; Tomás Rufo, silencio tras aviso y silencio.

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