sábado, 4 de mayo de 2024

Lo que el viento no dejó contar

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 
Las Ventas acogía la tercera corrida de toros de la Feria de San Isidro. Los matadores de toros Daniel Luque, Ángel Téllez y Francisco de Manuel se midieron a los de Juan Pedro Domecq. Los astados tuvieran la durabilidad justa, teniendo que ajustar las series al motor que podían entregar. La tarde la marcó Téllez, prendido en el quite del primero, tuvo que ser trasladado a la enfermería. Se corrió turno, alterando el orden de la tarde para que pudiera salir a matar. Luque dejó destellos de calidad y superioridad frente al de Juan Pedro, que rápidamente se vino abajo. Con el tercero y segundo de su lote encontró a un astado que no se entregó en la faena. Pasaba sin clase, con la cara alta y puntuando la tela. Francisco de Manuel insistió ante el segundo de la tarde y primero de su lote, dejando una faena de teclas, pero sin acierto con la espada. Con el quinto no tuvo opciones. Téllez, que logró salir en el cuarto, se encontró un toro manso con el que alargó la faena sin llegar a calar en el tendido.
“Tiniebla” de la ganadería de Juan Pedro Domecq abría la tarde en la brega de Daniel Luque, una brega ligera en la que no logró encelarlo en los vuelos. Algo más se luciría desde los medios, pasándolo muy despacio. Téllez salió para lucirse en los quites, pero el animal se le vino al cuerpo y se lo llevó por delante. Al caer sobre el albero quedó inmóvil y rápidamente se lo llevaron a la enfermería. Tras la incertidumbre, Luque salió a los medios para brindar al público. Tomó la muleta con la mano derecha, trasteándolo, pasándolo por ambos pitones, sin continuidad. Fue acortando las distancias y siguió con las probaturas, luchando con las embestidas y el viento, que era insoportable. En un palmo y sin haber culminado el trasteo dejó un gran comienzo.  El diestro tuvo que tirar del animal y llevárselo a los terrenos del seis, donde empezó a dejar derechazos a un animal al que había que aguantar y sujetar la embestida. Desarrolló tandas cortas y descansos entre ellas, dándole tiempo y sitio. Continuó sobre el pitón derecho, adelantándole la mano, llevándolo toreado de principio a fin, tratando de atemperar la embestida, algo irregular, corto y cada vez más parado.
Tras el percance de Ángel Téllez, se modificó el orden de la tarde. Se corrió turno para que el diestro se pudiera recuperar y salir a matar el tercero. Salió, en segundo lugar, “Infinito” al que saludó Francisco de Manuel. El espada tuvo que salirse del tercio para poder lancearlo en la brega. Pidió permiso a la presidencia y se fue directo a los medios para también brindar al público venteño. No se alejaría de aquellos terrenos, sino que se pondría de rodillas. Tras pasarlo en una primera ocasión, se levantó y rectificó, para volver a ponerse de rodillas y, sin probaturas, pasarlo. Ahora ya sí, con la muleta sobre el pitón derecho, en los terrenos del seis y sin poder bajarle demasiado la mano, se encajó y lo fue templando. Le mostró el camino y encauzó las embestidas con suavidad. Continuó en el tercio, levantándole algo más la mano en las salidas. Cambió al pitón izquierdo, logrando enganchar las embestidas, pero sin limpiar el muletazo, que seguía soltándole la cara en alguna que otra ocasión. Recuperó el pitón derecho, con la evidente molestia del viento, aguantando en el sitio. Fijándolo con firmeza, marcando mucho el muletazo. Le costó cuadrarlo en la suerte suprema.
Salió Luque de nuevo, ya que Télléz seguía en la enfermería, por lo que se volvía a correr turno. El saludo fue comedido, llevado en una brega en la que trató de atarlo en corto y meterlo en el capote. Sin embargo, el animal era ajeno a la tela. Se alcanzó el último tercio y Luque, lo recibió genuflexo, pasándolo por ambos pitones, ganándole terreno hasta sacarlo del tercio. Comenzó sobre el pitón izquierdo, con un animal que atendía, pero al que había que llevar muy tapadito para evitar que te acabará viendo. Se la puso con suavidad en el morrillo, buscando siempre el sitio y echándoselo, tratando de enganchar una embestida que tenía el recorrido bien corto. Cambió de mano, mostrándolo por el pitón derecho, pero sin encontrar acople con un animal que no se entregó en la faena. Pasaba sin clase, con la cara alta y punteando la tela. Volvió al natural, pero no había repetición, solo un pase tras otro.
Volvió Ángel Téllez al ruedo para recibir en su capote al cuarto de la tarde y primero de su lote. Lo bregó, pudiendo estirarse con despaciosidad. Se dejó saborear un buen tercio de banderillas que dio paso a la faena de muleta. El diestro, antes de recibir al de Juan Pedro en la tela, brindó al público. Lo trasteó, pasándolo por abajo por ambos pitones. Tomó la franela con su mano derecha, citándolo en la media distancia, aprovechando ligeramente la inercia para terminar de meterlo. El viento, que no dejaba de molestar, le planteaba verdaderas complicaciones al diestro. Abrió el compás al natural, separándolo del cuerpo, y muy despacio fue completando la serie. Con el cite delantero y la muleta en el morrillo tiró del animal, dándole continuidad, tratando de alargar los naturales tirando de pico. Téllez siguió insistiendo sobre el pitón izquierdo, alargando una faena que no estaba llegando a los tendidos. El de Juan Pedro seguía pasando a base de arreones para poder acometer en las demandas del diestro. Lo pasaportó.
Salía el quinto de la tarde, al que Francisco de Manuel  saludó tratando de conducir la embestida, pero sin poder lucirse con el animal. Las protestas volvieron en el tercio de varas, más concretamente contra el picador. Francisco no esperó para meterlo en la muleta, sometiéndolo por abajo en un tanteo exigente por ambos pitones. El animal le soltaba la cara, arreando en cada pase, con irregularidad en la franela. El espada lo puso en el pitón derecho, pasándolo, dejándosela puesta abajo, pero sin poder exigirle en exceso. Logró una continuidad intermitente, metiéndose por dentro, queriendo embestir y arremeter con todo el cuerpo. Sin quitarle la ayuda, lo marcó al natural, el recorrido, para evitar que se volviera a venir recto. Falló con la espada.
Ángel Téllez saludó al sexto de la tarde en los terrenos del seis, llevándolo con lucimiento, pudiendo estirarse algo más con el astado. Se alcanzó el último tercio y Téllez se volvió a ir a los terrenos del seis, en el tercio, para pasarlo. Sin probaturas, tomó la franela sobre el pitón derecho arrastrando y ligando. No logró que el animal tomara los vuelos por abajo, llevando la cara alta en los primeros compases. Al natural, aprovechando la inercia del primer pase ligó el resto, una inercia con la que no lograba completar la tanda, ya que cada vez se quedaba más parado y, por lo tanto, más corto. En cuanto tocaba la tela se descomponía, acusando la poca fuerza que tenían a base de arreones. Al natural, seguía soltandole la cara arriba.
Toros de Juan Pedro Domecq para Daniel Luque, ovavción tras aviso y silencio; Ángel Téllez, silencio tras aviso y silencio; Francisco de Manuel, silencio tras dos avisos y silencio.

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