miércoles, 8 de mayo de 2024

Puerta Grande para Curro Díaz en Colmenar de Oreja

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 
Colmenar de Oreja acogía, este sábado 6 de mayo, una corrida de toros en la que los diestros Curro Díaz, Javier Cortés y Juan Miguel se midieron a los de El Sobral. El encierro dio muy pocas opciones, escasos y justitos, teniendo que tocarles las teclas y atacarles para que entraran en la franela, dejándosela muy puesta para seguir el pase. El percance de Juan Miguel en el primero de su lote le llevó directo a la enfermería, no sin antes pasaportarlo. Curro, que cortó un total de tres orejas, lidió al sexto. Sin embargo, a pesar de alcanzar la Puerta Grande, no salió en hombros por respeto a su compañero. Mostró clase, temple y ese dibujo clásico con la muleta, pudiendo expresarse con el cuarto, el mejor toro de la tarde. Javier Cortés, al igual que Curro, se gustó y gustó con el segundo de su lote, toreándolo por ambos pitones, evolucionando en su faena en favor de las condiciones del animal.
Curro saludó al primero de la tarde con despaciosidad, un toro suelto, al que hubo que mimar y meter en el percal. Pasó el tercio de varas y banderillas, alcanzando la faena de muleta, que inició con un tanteo suave por ambos pitones, tratando de limpiar los derrotes que le soltaba a su paso. Siguió sobre el pitón derecho, teniendo que obligarlo a entrar, pero pasando sin clase ni entrega. Curro le dio sitio y tiempo antes de retomar la tanda. Sin embargo, el de Sobral, un toro parado y justito, al que el de Linares optó por el toreo al natural echándole los vuelos de la muleta al morrillo para que entrara. Retomó el pitón derecho, citando con fuerza y firmeza, apurando más distancias en tandas cortas y pases que el astado no completaba. No llegaba hasta el final. No cesó en su intento, a pesar de saber las nulas opciones que le otorgaba. Se cruzaba, lo pasaba y otra vez a colocarse para volverlo a citar. Le metió la mano con acierto en la suerte suprema. 
Cortés jugó con la embestida del animal en el saludo capotero, echándole los vuelos con suavidad, aprovechando el encuentro de toro y capote para lucirse en el lanceo. En los primeros compases de muleta, Cortés se lo fue llevando hacia afuera, buscando los medios. Siguió sobre el pitón derecho y, aunque el animal se arrancaba con viveza, se le acababa metiendo por dentro. El diestro empezó a abrirlo, evitando que se le quedara encima, los pases fueron cortos y finalizados por arriba. Poco a poco fue ahormando, atacando al animal, buscando las embestidas, echándoselo delantero. Le fue dando forma, cruzándose, buscando el sitio, encajándose, obligándolo a que se lo tragara entero el muletazo. Siguió por el derecho, encontrando la continuidad y ligazón de la mano baja y la muleta al morrillo. Una vez culminada la tanda le dejó tiempo y sitio, para que el animal pudiera recomponerse. Continuó al natural, siempre marcando y guiando, en el cite y en el pase.  Retomó el pitón derecho, encontrando más contenido y forma. Desluce su labor con los aceros.
Juan Miguel saludó al tercero de la tarde, con instantes de lucimiento, pudiendo estirarse con el animal, adelantándose a el. Lo saludó en ma franela, abriéndolo en el trasteo, dejando un pase adelante, marcando el pase. Le fue ganando terreno hasta sacarlo del tercio, una vez cambiados los terrenos, muy despacio, buscó la continuidad, tirando del animal hacia adelante, dejándosela puesta y enganchando la embestida. Se cruzó, siguiendo sobre el pitón derecho, acercándose, poniéndosela en la cara, buscando a pitón contrario. Cambió la muleta de mano, mostrándolo al natural, sin terminar de bajarle la franela, pero no terminó de encontrar el acople con un animal que pasaba, pero que se colaba al menor despiste. Simplemente pasaba, siempre buscando, hasta que le echó mano, dejando que los pitones viajaran por partes muy comprometidas, quedando indefenso contra el firme. Tardó en recomponerse, pero volvió y trató de ejecutar la suerte suprema, hundiendo el acero al tercer intento.
Curro Díaz no encontró el lucimiento con el cuarto de la tarde, un toro que no lo permitió, así que el diestro lo bregó,  llevando y guiando la embestida, bajándole las manos. Se alcanzó el último tercio y Curro, todavía metido en tablas, los tanteó por abajo. Ahora sí empezó a ganarle terreno en un saludo muy torero, con despaciosidad. Eligió el pitón derecho, llevándolo en largo y siempre con la muleta puesta en la cara. Seguidamente lo mostró al natural igual, pase largo y muleta abajo y en la cara, siempre puesta para darle continuidad a la embestida. Tuvo sus tiempos, pero a pesar de la entrega del animal, este se dejó llevar algo más, permitiendo al de alicates derrochar clase, poder y temple, llevándolo humillado, ahora sí, culminando al natural. A pesar del calor sofocante, el aire también molestaba, otro hándicap más para Curro. Siguió al natural, que manteniéndose en el sitio, tiró del animal hacia adelante, luciéndose y sacando provecho a lo que el de Sibral le ofrecía. Retomó el pitón derecho, encontrando la ligazón y el sabor, cruzándose y poniéndosela enganchando la embestida.
El quinto de la tarde, después de correrse la plaza, romper las tablas y emplazarse en los medios, Javier Cortés lo frenó en su capote, con un saludo de pinceladas en el que pudo estirarse. En la faena de muleta, el diestro madrileño lo pasó por ambos pitones, muy despacio, intentando bajarle la mano, con suavidad. Siguió sobre el pitón derecho, manteniendo la altura, aguantando y esperando, tirando del animal hacia adelante. Cambió al toreo al natural, recetándole los pases uno a uno, abriendo el compás, pero recogiendo en su salida. Volvió al pitón derecho, sumándole a la faena todo lo que él animal no podía aportar. Lo diseñó en tandas cortas, en las que no le exigió en exceso por abajo, manteniéndolo, siguiéndole. Alternó pitones, empujando las embestidas, con cadencia, aguantando en el sitio, pero sin quitársela de la cara, alargando el trazo todo lo que le permitió para que no parase. Siempre sin apretarle en exceso para que no afligiera, culminando los últimos compases por alto, metido entre pitones. Mató con aseo.
Al último de la tarde, lo lidiaría Curro Díaz, ya que Juan Miguel se vio impedido tras el percance sufrido con el primero de su lote y tercero de la tarde. El saludo de Curro fue bregado, con algún que otro lance de sabor y gusto. Inició el último tercionjinto a las tablas, tanteándolo, andándolo, bajándole la mano muy despacio. Siguió sobre el pitón derecho, con tiento, insistió poniéndole la muleta en la cara, tratando de sacarle provecho a lo poco le podía ofrecer un animal que no terminaba de pasar y de poco fondo, que no se entregó. No le faltó la planta ni la torería, pero sin la expresión a la que nos tiene acostumbrados. Mató a cámara lenta, pero el animal doblaría con el golpe de cruceta.
Colmenar de Oreja. Toros de Sobral para Curro Díaz, ovación y dos orejas y oreja ; Javier Cortés, silencio y oreja; Juan Miguel, ovación.

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