domingo, 28 de abril de 2024

Puerta Grande en una excepcional tarde ganadera

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 
Las Ventas acogía una corrida de toros en la que Arturo Saldívar, Fernando Adrián y Álvaro Lorenzo se midieron a los astados de Santiago Domecq. El encierro dejó variedad y entrega en la tela, siendo una de las tardes más completas de este San Isidro. Hubo calidad y emoción en las embestidas de los de Santiago Domecq, permitiendo ver faenas interesantes, de esas que se van haciendo poco a poco. Destacó por su comportamiento excepcional y bravura el quinto, un toro de nombre “Contento” premiado con la vuelta al ruedo. El nombre propio de la tarde, junto con el de Santiago Domecq, fue el de Fernando Adrián que abrió la Puerta Grande tras cortar dos orejas en la tarde. Dejó faenas de intensidad y acople con las que llegó a los tendidos del coso venteño. El mexicano Arturo Saldívar se encontró un lote bueno, pero con teclas y algo complicado al que tuvo que dar forma. Aun así, no defraudó, con valor seco ante el primero y con inteligencia ante el cuarto. Álvaro Lorenzo lo intentó sin terminar de acoplarse, el toledano no llegaba al tendido madrileño por más empeño que le pusiera. Todo cambió en el sexto, un toro con el que se vació, exprimiendo todo lo que tenía.
“Manosfinas” de la ganadería de Santiago Domecq abría la tarde en Madrid de la mano de Arturo Saldívar. El animal salió suelto y terminó por emplazarse en los terrenos de sol. Alcanzó el percal del mexicano, pero no dio opción al lucimiento, por lo que lo bregó ya en el tercio. Salió del caballo y el diestro quiso probarlo, pero por espaldinas no calculó bien y se lo llevó por delante. Brindó desde más allá del tercio al público y con la muleta plegada, de rodillas, lo citó, aguantando las embestidas vencidas del primero de la tarde. Tras aquel intenso inicio, le dio tiempo y sitio, mostrándole la franela sobre el pitón derecho, arrancándose con viveza y repitiendo con codicia en la tela. Tandas cortas pero muy ligadas en las que sacó el máximo partido. Colocaba la cara abajo, obedeciendo, pero cada vez más corto. A la faena no le faltaron avisos por parte del astado, un astado al que también mostró al natural, llevándolo con los vuelos, siempre tapado y sin dejarlo elegir.  Recuperó el pitón derecho metido en sus terrenos, toreándolo en un palmo, a merced de un toro que sabía donde estaba el cuerpo. Cambió la ayuda por la espada, pero antes de pasaportarlo volvió a prenderlo feamente, sin consecuencias. El animal tardó en doblar con una estocada caída.
El segundo de la tarde lo saludaba Fernando Adrián de rodillas, con dos largas afaroladas, para después seguir estirándose con el animal por verónicas. Se alcanzó la faena de muleta y El diestro la inició por estatuarios, manteniéndose anclado en la arena mientras alternaba con pases cambiado por la espalda. Culminó el inicio con un sutil toreo en el que lo fue templando y bajando la cara. Tomó la franela sobre el pitón izquierdo, abriéndolo, siguiéndolo con los vuelos para dejárselo puestos y envolverlo en la tela. El de Santiago Domecq soltaba la cara arriba en sus salidas, afeando y sumando un punto más de dificultad a la faena.  Cambió al pitón derecho,  pero lo desarmó y tuvo que volver a empezar. Le bajó la mano, echándoselo atrás, alargando la embestida, ahormándola. Encontró la transmisión y ese acople que calaba en los tendidos. Con ma muleta en la mano derecha acortó las distancias, dándole una vuelta más a la faena, metiéndose entre pitones. Culminó por bernadinas y una estocada efectiva. 
Álvaro Lorenzo fue ganando terreno al primero de su lote con un saludo lucido y bien llevado. El quite por caleserinas de Saldívar fue uno de los más lucidos, pero las protestas del tendido no le dejaron culminar. En el tercio de banderillas, se volvía a desmonterarse Curro Javier para saludar una importante ovación. En la faena de muleta, Álvaro Lorenzo tiró del animal para cambiarle los terrenos. Después, más allá del tercio, se la dejó puesta y empezó a ligar. El animal tenía una embestida pegajosa y algo tranqueante por el pitón izquierdo. No diseñó tandas largas, todo lo contrario, sino que trató de cuidarlo y dejarlo recomponer. Siguió con el toreo al natural, tocándolo y llevándolo muy en línea. Se la dejó puesta y tras varios naturales, logró ligar alguno que otro. Recuperó la mano derecha, pero sin la repercusión esperada, a pesar de envolverlo a su alrededor. No había emoción. Falló con la espada.
“Sensible” y Arturo Saldívar marcaron el ecuador del festejo con un saludo bregado en el que hubo momentos de lucimiento. Lo trasteó por ambos pitones, alternando alturas, para sacarlo al paso y llevarlo hasta los medios. Allí, inició la primera tanda sobre el pitón derecho, tratando de templar las embestidas violentas y desmedidas del segundo de su lote. Le bajó la mano, pero el toro seguía tomando los vuelos con agresividad, saliendo de la tela sin darle tiempo al diestro para preparar el siguiente muletazo. En el toreo al natural, que fue a toda velocidad, trató de ahormar las embestidas. Sin embargo, rápidamente recuperó el pitón derecho, depurando y limpiando el muletazo, llevándolo con suavidad. Le dio ritmo y movimiento y Saldívar lo aprovechó para envolvérselo a su alrededor. Volvió a mostrarlo al natural mucho más acoplado con el astado, solo que deslució que lo desarmara, ya que le había tomado el punto y la medida. Barrió el albero con la muleta. Lo exprimió por ambos pitones hasta que el final, sometiéndolo. Cerró por manoletinas y una estocada ligeramente caída con la que escuchó el primer aviso antes de que doblara.
A Fernando Adrián le costó encelar en su capote al segundo de su lote. El animal salió suelto. El diestro se dirigió a los medios para brindar la faena y comenzar así el último tercio. Dejó la montera en la arena y lo esperó más allá del tercio en rodillas. Aprovechó la inercia para envolvérselo y alternar con pases cambiados por la espalda, sin probaturas. Siguió al natural, en un trazo infinito con el que la faena empezaba a romper. El de Santiago tenía calidad, se entregaba en la tela, siguiendo el engaño con ritmo y codicia, dejándose llevar en las directrices de Fernando Adrián. Por el pitón derecho, lo toreó sobre su propio eje, el animal parecía no tener final, se vació en cada una de sus embestidas, repitiendo, dándole continuidad. Volvió al natural, dejándole los vuelos con sutileza, alargando aún más el trazo, llevándolo hasta el final, pidiendo más tela. Ya había sacado todo lo qué tenía. Logró hundir el acero al segundo intento, tirándose muy recto. El animal se tragó la muerte, demorándose en doblar.
“Peleador” y Álvaro Lorenzo cerraban la tarde con un saludo capotero comedido. El sexto era un toro incierto que vencía y sabía donde estaba el cuerpo. En el inicio de la faena, el animal prendió bruscamente a Álvaro Lorenzo. Se recompuso y todo quedó en susto. Después de cada pase, tocaba recomponer y volver a reestructurar la faena. Por lo que se perdía la continuidad. Poco a poco fueron encontrando el punto intermedio en el que entenderse, dejando naturales por bajo, barriendon el albero con suavidad y despaciosidad. Dominó la situación entre la incertidumbre de sus embestidas. El toro ya estaba desentendido de la franela y se fue metiendo a tablas poco a poco. Sin embargo, Álvaro Lorenzo no se dejó nada y se vació. Culminó con una buena estocada, con la que tardó en doblar tragándose la muerte.
Madrid. Toros de  Santiago Domecq para Arturo Saldívar, ovación y ovación tras aviso; Fernando Adrián, oreja y oreja;  Álvaro Lorenzo, silencio tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso

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