domingo, 5 de mayo de 2024

Sabor al natural

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Crónica

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 
La Plaza de toros de Las Ventas albergó la corrida de toros del Domingo de Resurrección. Una corrida en la que Curro Díaz, Borja Jiménez y José Garrido se midieron a los de Toros de El Tajo, Las Ramblas y Martín Arranz. Sin embargo, también saltaron al ruedo los de Martín Lorca y Escribano Martín, después de haber sido devueltos el tercero y el primer sobrero. Borja Jiménez, que confirmaba alternativa, dejó buenas maneras con el primero de la tarde, un toro con el que desarrolló la faena, mayoritariamente, por el pitón izquierdo. Nada pudo hacer con el quinto, metiéndose entre pitones para arrancarle las pocas embestidas que el de Las Ramblas ofrecía. Algo parecido le ocurrió a Curro con el primero de su lote, con el que solo dejó pinceladas. Muy diferente fue con el cuarto, un toro que rompió al natural y con el que Curro se vació, encontrando armonía en el poder del de Linares. Este cuarto toro fue el más destacado de la tarde. Por su parte, Garrido no encontró las opciones en el segundo sobrero tras una faena de tira y afloja. Con el sexto, tampoco las tuvo, pero no dejó de insistir, tratando de hacer faena con un toro vacío.
“Deseaito” abría la tarde en las manos de Borja Jiménez, que confirmaba alternativa. Se estiró y bregó, entrando por abajo y mejor por el pitón izquierdo. Tuvo que sujetarlo pues no se mantenía en el capote. Después de un primer puyazo, más que suficiente, volvió a entrar en el caballo, sin el resultado esperado. Siguió con el quite por chicuelinas de Borja, rematado con una media. Se realizó la ceremonia de confirmación de alternativa y Borja lo recibió con la rodilla en tierra, pasándolo por ambos pitones, ganándole terreno. Siguió sobre el pitón derecho, alargando la embestida, pero sin terminar de llevarlo hasta el final, echándoselo a la cadera, envolviéndoselo a su alrededor. Cambió la muleta de mano y empezó a torearlo al natural, con una embestida mucho más corta, pero por donde metía la cara abajo. Insistió sobre ese pitón, buscándolo en el morrillo, dejando los vuelos en la cara para tirar de la embestida. Cada vez le costaba más atender al cite, quedándose parado en mitad del natural, costándole seguir la franela, había que obligarlo. No alargó más, culminó tras cambiar la ayuda por la espada y pasaportarlo con el golpe de cruceta.
El segundo de la tarde fue un toro de Las Ramblas al que saludó Curro Díaz, bregándolo prácticamente en los medios. El recibo se desarrolló entre protestas desde el tendido. Se cambió de tercio y recibió un buen puyazo del que también salió suelto, volvió a entrar y se dio paso al tercio de banderillas. Borja devolvió los trastos a Curro y el de Linares, tras pedir permiso a la presidencia se fue a los medios para brindar. Lo tanteó genuflexo en la franela, pasándolo por ambos pitones, para terminar esperándolo por alto. Continuó sobre el derecho, templando con despaciosidad, ahormando unas embestidas que pasaban por alto e irregulares. Siguió con la mano derecha, envolviéndoselo a pesar de la incertidumbre que el animal presentaba. Tuvo que tirar de la embestida, enganchándola a partir del segundo muletazo, encontrando la continuidad. Cambió al pitón izquierdo, obligándolo abajo, pero sin lograr que este bajara la cara del estaquillador. Pasaba sin transmisión, pero con su punto. Metió la mano con facilidad y el animal, que se tragó la muerte, se echó sobre el albero.
El de Martín Arranz salió rematando en tablas, de hecho las levantó. El saludo capotero de Garrido fue incompleto, no se pudo estirar con el, solo pudo bregarlo. Fue en el tercio de varas, después del primer puyazo, cuando las protestas tomarán forma y asomara el pañuelo verde. En su lugar salió el primer sobrero, un toro de Martín Lorca, al que brego con suavidad, pero tras la condiciones mostradas, también fue devuelto a corrales. Salió el segundo sobrero, un toro de Escribano Martín, con el que el extremeño pudo lucirse, ganándole terreno hasta sacarlo a los medios, dejándose llevar y pasando en largo. Llegó la faena de muleta y El diestro lo pasó por estatuarios, anclado en el firme, pasándolo por ambos pitones, todo por alto. Después de haberlo sacado del tercio, tirando del animal, y llevarlo a la otra punta de la plaza, a los terrenos del seis, se dispuso con la muleta sobre su mano derecha. El astado soltaba la cara alta en sus salidas. Mientras tanto, Garrido seguía buscando el temple y la pulcritud. Cambió al pitón izquierdo, pasando con desgana, soltando la cara. Sin embargo, en el uno a uno y en el sitio, lograba limpiar algo más la embestida, ahormándola, abriendo y recogiendo las embestidas sin agobiarlo. Cuidó los tiempos y las series, desarrollando la faena sobre el pitón izquierdo, sin encontrar trasmisión ni triunfo en el. Falló con la espada.
Marcó el ecuador de la tarde Curro Díaz, con un toro de El Tajo al que esperó y saludó con gusto, aunque el astado salió suelto. Se alargó el tercio de varas, ya que el de El Tajo se resistía a entrar al caballo. Destacó Borja Jiménez en el quite, del que no hubo réplica por parte del de Linares. Se complicaron las banderillas, buscaba por el pitón izquierdo e intentaron dejarle los palos uno a uno. Llegó el último tercio y Curro volvía a esperarlo genuflexo, tanteándolo por abajo, por ambos pitones, ganándole terreno, sacándolo de las tablas, pero nunca sin perder el sitio y sentido de una embestida que le entraba por abajo. Se decidió por el pitón derecho, sometiéndolo por abajo, obligándolo con poder y dominio, dejando que sonaran los “olé” en la plaza. Midió y dosificó, dándole tiempo y sitio antes de retomar la tanda. Siguió sobre el mismo pitón, el derecho, enganchando la embestida y dejándole la franela en el morrillo para tirar de ella. Entre pases también tuvo que rectificar y volver a buscar el sitio. Cambió la muleta de mano y empezó a llevarlo al natural, muy despacio, tocándolo, fijándolo y tirando de una embestida armónica que Curro llevó con gusto y cadencia. Se vació al natural y el animal rompió con él. Insistió sobre el izquierdo, con quietud, dejando que su cintura acompañara la embestida y vistiera el muletazo. Falló con la espada
El quinto fue un toro de Las Ramblas, al que Borja Jiménez recogió y lució en el capote. Faltó algo de temple y pausa. Tras brindar a su hermano, se fue al encuentro con el animal y lo esperó por estatuarios. Rápidamente cambiaría los terrenos y empezaría a moverlo. Una vez fuera del tercio, tocando con firmeza, fijándolo, empezó a torearlo sobre el pitón derecho, tomando muy bien la tela por abajo.  Acortó esa primera tanda, lucida, para darle sitio y tiempo. Recompuso sobre el derecho, bajándole la mano, templando.  Tuvo que dosificar, evitando que perdiera las manos. Cambió de mano y empezó a exigirle sobre el izquierdo, con naturales más aireados y más tiempo entre ellos. Cada vez se le quedaba más encima el de Las Ramblas, robándole uno a uno los pases, sobreponiéndose al astado. No se encontró con una faena fácil, las alturas y las fuerzas del animal la condicionaron. Puso todo lo que el animal no dio, metiéndose en unos terrenos muy comprometidos, ciñéndoselo  exprimiendo las distancias cortas, metido entre pitones, para ponerle la tela en la cara y arrancarle las embestidas.
Cerraba la tarde un astado de Las Ramblas en las manos de José Garrido, que lo saludó en un recibo bregado. Tras un largo tercio de banderillas, se alcanzó la faena de muleta, la cual inició Garrido con un ligero tanteo por abajo, recibiéndolo genuflexo. No alargó las probaturas y se puso a torear sobre el pitón derecho. Insistió sobre el mismo pitón, aunque los inicios de cada serie le costaba una vez metido seguía la franela, pero para ello, el extremeño tenía que dejársela puesta en la cara.  Tuvo que adelantarle la mano y enganchar la embestida, solo así lograba tirar de ella y encauzarla en el muletazo. Se pasó la muleta a la mano izquierda, fijándolo a pitón contrario, encontrando movilidad y continuidad en la tela. El de Las Ramblas, simplemente, pasaba, sin un orden, obligando a Garrido a estar siempre muy colocado, rectificando. Cerró por manoletinas, jugándosela com un toro que sabía lo que dejaba atrás. Mató con acierto.
Las Ventas. Toros de Las Ramblas, El Tajo y Enrique Martín Arranz para Curro Díaz, ovación y ovación tras aviso; Borja Jiménez, ovación y ovación; José Garrido, silencio tras aviso y palmas.

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