lunes, 29 de abril de 2024

Alternativa de Puerta Grande en Valdetorres de Jarama

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 
Valdetorres de Jarama celebraba este domingo 18 de marzo la tercera corrida de toros de la Copa Chenel. Los diestros Juan Miguel, Adriano y Fernando Plaza se midieron a los de Cerro Longo y Juan Luis Fraile. Los de Colmenar Viejo ayudaron, con ciertas teclas, pero permitieron el lucimiento, dejando que la terna paseara una oreja por coleta, a excepción de Adriano. Los de Juan Luis Fraile empañaron la tarde, complicándola. Astados deslucidos, que buscaban el cuerpo y arremetían con agresividad. Se salvó el sexto, con el que pudo hacer faena de mérito  Plaza. Era un cartel de alternativa, la alternativa de Fernando, que se estrena en escalafón de matadores por la Puerta Grande. Sería Juan Miguel, su padrino de alternativa, el que saboreara la cruz, probó la parte más amarga, siendo prendido feamente y en diversas ocasiones por el segundo de su lote, un toro de Juan Luis Fraile. Adriano, por su parte, le falló ligeramente la espada en el tercero, por lo que el presidente le negó la oreja; con el segundo se agotaron las opciones, así que abrevió y lo pasaportó.
“Relampaguito” de Cerro Longo abría la tarde en las manos de Fernando Plaza. Un toro que salió rematando en tablas y dejándose adentrar en la seda del espada. Se lució y estiró con gusto, ganándole sitio hasta sacarlo a los medios. El animal se mostró incierto, soltando la cara en las banderillas. Tras la ceremonia de la alternativa, Fernando, a pies juntos se lo pasó por estatuarios, dejando un inicio de faena muy aplaudido. Se fue a los medios y con la mano derecha empezó a llevarle, perdiéndole pasos, dosificando los tiempos. Porque el animal se quedaba corto y a poco que se le pidiera por abajo perdía las manos. Cambió la muleta de mano, comenzó el toreo al natural, tratando de limpiar el muletazo, pero cada vez acortaba más y se le quedaba más encima, cerrándoselo. Diseñó las tandas sobre el pitón izquierdo, uno a uno, fijándolo en las distancias cortas. Retomó la mano derecha, aguantando en el sitio a pesar de la escasez de recorrido que mostró el de Cerro Longo. Tuvo que fijarlo con fuerza,  metiéndose entre pitones, con la mirada fija en el cuerpo y no en la tela. Se lo ciñó y culminó por bernadinas y una estocada en todo lo alto, aunque ligeramente delantera. 
Salió el segundo de la tarde, también de Cerro Longo. El animal se emplazó en los medios, finalmente, tuvo que ser el propio Juan Miguel quien saliera a buscarlo para iniciar el saludo capotero. Le costó adentrarse, lo hacía con violencia. Faltó temple y despaciosidad, algo que fue ganando después de su paso por el caballo. Después de un gran y ovacionado tercio de banderillas, y las ceremonias de alternativa, Juan Miguel se fue a los medios y se puso de rodillas para recibir al primero de su lote en la faena de muleta. No tardó en levantarse, se le quedó muy encima y tuvo que recomponer. Siguió sobre el pitón derecho dejando una tanda muy ajustada en la que necesito fijarlo con fuerza y determinación. Cambió al pitón izquierdo, dando mayor amplitud, abriendo la embestida, llevándolo con los vuelos de la franela. El paso largo y el cite con la tela en el morrillo a pitón contrario logró meterlo. El de Cerro Longo logró desarmarlo. El animal pasaba el primero, al segundo se quedaba muy corto y al tercero había que empezar a llevarlo de uno en uno, reestructurando la serie.  Continuó con el toreo al natural y un paso adelante, sin dejar de buscarlo e insistir para que entrara. Cada vez le costaba más, ya simplemente pasaba, necesitaba que se la dejaran puesta y tiraran de él con firmeza. Fue sobre el pitón derecho cuando lo lograra, dándole algo más de sitio, encontrando continuidad y acople con las embestidas. Metió la mano y lo pasaportó.
Adriano saludó al primero de su lote, un toro de Cerro Longo que salió con movilidad y mucho nervio. El francés lo aprovechó para trazar un saludo capotero lucido. Sin embargo, el animal, antes de entrar al caballo, empezó a perder las manos, dando síntoma de que no tenía fuerzas y que a poco que se le pidiera abajo caía. El presidente, a pesar de las protestas, no cambió el animal, sino que cambió de tercio. Llegó la faena de muleta, tocándolo, pasándolo por ambos pitones, cambiando los terrenos, sería ese momento en el que perdería las manos de nuevo. Salenc lo trató con suavidad, llevándolo a media altura, dejándolo pasar, robándole las embestidas a un animal que quería más que podía. Midió muy bien los tiempos, las distancias y la altura, abriendo los muletazos, dándole la salida, pero siempre dejando el vuelo para regresara a la faena. Lo mostró al natural, guiándolo, embistiendo con el. El francés puso todo lo que tenía a su alcance, arqueando todo su cuerpo para que siguiera la tela hasta el final. Se inventó la faena, mayoritariamente por el pitón derecho, dejando cadencia y despaciosidad en último tercio artesanal. Tardó en colocarlo y la espada quedó baja, doblaría con el golpe de cruceta.
Marcaba el ecuador del festejo un toro de Juan Luis Fraile, toro al que frenó Juan Miguel, que no se esperó a dejarlo correr. El diestro solo pudo bregarlo, le soltaba la cara arriba, con las manos delanteras, quería más que podía. Fueron tercios complicados los de varas y banderillas. Juan Miguel tomó la muleta y lo tanteó por abajo, pasándolo como podía. Tuvo que sacarlo del tercio, tirando de él para adelante muy despacio. Sobre el pitón derecho, con la muleta plana, trataba de meterlo, pero el de Juan Luis Fraile estaba a todo y a nada, se le acabó metiendo por dentro. Los pitones viajaron por zonas comprometidas en varias ocasiones. Le metía la cara entrando recto al cuerpo. No había opciones de faena, no hubo manera de robarle una embestida limpia, siempre a base de arreones,  buscando lo que dejaba atrás. Se tiró a matar y lo prendió, quedando sobre el pitón. Quiso esperar y volver a entrar a matar, pero se lo llevaron directo a la enfermería. Lo pasaportó Salenc como pudo.
El francés saludó al segundo de su lote, un toro que buscaba por el pitón derecho y que entraba recto por el izquierdo. No lo puso fácil, tampoco en el inicio del último tercio. Adriano intentó probarlo, pero solo pudo llevarlo con la muleta abajo hasta sacarlo a los medios. El de Juan Luis Fraile no pasaba, no había contenido en sus embestidas, buscaba, se defendía, miraba… soltando la cara arriba con agresividad. Cambió la ayuda por la espada, lo pasó unas cuantas veces más y lo pasaportó con el verduguillo.
Fernando Plaza salía para recibir al último de la tarde, un toro también de Juan Luis Fraile, que se dejó llevar con el capote y que mimaron al máximo en el tercio varas y banderillas. Brindó desde los medios y se fue a su encuentro, en el tercio, esperándolo.  Tuvo que acortar las distancias para que se fijara en el cite, una vez dentro logró torearlo hacia adelante con suavidad, sacándolo del tercio. Lo llevó en largo sobre el pitón izquierdo, tocándolo abajo, cruzándose y abriendo el muletazo. Uno a uno pudo diseñar su faena. Retomó el pitón derecho, cambiando los terrenos y devolviéndolo a los medios. Cada vez se quedaba más encima, pero Plaza aguantó y tragó entre pitones, metiéndole la tela en el morrillo para tirar del animal. Un animal que le soltaba la cara y que por mucho que Fernando tapara, la embestida no era limpia. Terminó metido en tablas. Lo mató con acierto.
Valdetorres de Jarama. Toros de Juan Luis Fraile y Cerro Longo para Juan Miguel, oreja y herido; Adriano, ovación y silencio; Fernando Plaza, oreja y oreja.

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