jueves, 2 de mayo de 2024

Muriel Feiner: “Dejar algo es como si hubieras desperdiciado los años que le has dedicado”

Muriel Feiner
Facebook
Twitter
WhatsApp

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ

Muriel Feiner se convierte en la protagonista de Guarismo del ocho, con motivo del Día de la Mujer. Muriel es periodista, escritora, traductora y fotógrafa, una mujer que ha evolucionado con los tiempos y que jamás se ha planteado dejar nada a medias. No piensa renunciar a nada. Qué mejor manera de defender a la mujer, que argumentando con su trabajo. Se enamoró de la Tauromaquia en un viaje a Europa y se empapó de la Fiesta cuando regresó a América. En aquellos años, la década de los sesenta, no se aceptaban mujeres en las peñas taurinas, por lo que tomó la decisión de fundar el Club Internacional Taurino, que sirvió de nexo entre España y otras partes del mundo. Aunque muchos la conocen por su faceta como fotógrafa y su famosa fotografía a Antoñete, es la autora de diversos libros relacionados con el ámbito taurino. En su dilatada trayectoria ha experimentado la evolución del periodismo y la fotografía, todo ha cambiado. Sin embargo, hay algo que nunca cambiará, la manera en la que Muriel torea con el torero para saber el momento en el que fotografiarlo, no le gusta hacer ráfagas, es de captar el momento, de saber anticiparse.

¿Cómo nace esa afición a los toros? ¿Cómo se produce esa primera toma de contacto?
Hice mi primer viaje a Europa cuando tenía 16 años, como estudiante. Cuando viajo, tengo la costumbre de descubrir, aunque de ante mano tenga mis prejuicios, las culturas de todos los países. Así que fui a los toros con tres o cuatro estudiantes,  pensando que no me iban a gustar, que me iba a marear.
Les dije que les iba a esperar en el banco de fuera a los 30 segundos de que empezara el festejo. Sin embargo, cuando salió el toro con esa fuerza, esa impresionante bravura… y luego salió elegantemente el torero para dar unos capotazos… Me quedé preguntándome, cómo ese hombre podía jugarse la vida con esa elegancia, valor y tranquilidad. Así que me senté y vi toda la corrida.
Enseguida vi la belleza y el arte, estaba impresionada con toda la puesta en escena y la belleza del espectáculo. Con total admiración por el torero, por el valor que tenía, porque yo era una persona miedosa y vi la elegancia y tranquilidad con la que se ponía delante de esa bestia.
Muriel con el Cordobés
Cuando llegamos a la pensión pregunté por la siguiente corrida de toros,  pero me dijeron que hasta el domingo no habría otra. Después de Madrid, a los cuatro días fuimos a Barcelona y vimos dos corridas más, una el jueves y otra el domingo.
Al terminar el viaje regresé a la universidad en Nueva York y empecé a leer a autores como Ernest Hemingway. A mi vuelta a América me enteré de que había un Club Taurino de Nueva York y aprendí muchas cosas. Era como una niña en comparación con el resto de miembros, ellos habían viajado a México o España y conocían bastante bien los toros. Hacían charlas sobre la crianza de los toros, el manejo del capote, la muleta… aprendí mucho.
 
Me gradué y regresé a España para quedarme un año, no tenía trabajo y tampoco conocía a nadie, pero quería entrar en las peñas taurinas para seguir aprendiendo. Tuve mucha suerte a pesar de que por aquel entonces no podía pertenecer a ninguna peña, no admitían mujeres.
 
Ante esta situación, decidí escribir a Livinio Stuyck, empresario de la plaza de toros de Las Ventas en aquellos años, y tuvo la amabilidad de contestarme. En su respuesta, apreciaba que tuviera tanta afición siendo extranjera, pero también me dijo que no me admitirían en ninguna peña, así que me puso en contacto con la peña de Madrid más importante, la Peña El 7. Ellos y Rafael Campos de España, crítico taurino en Radio Nacional España, me ayudaron a fundar el Club Internacional Taurino, para hombres, mujeres, extranjeros y españoles.
 
 
¿Recuerdas algún nombre de aquellas tardes?
Guardé el cartel, las entradas de museos y pequeñas guías que teníamos, por eso recuerdo que el primer torero al que vi torear fue Victoriano Valencia. Además, le dije que era el culpable de que estuviera aquí, por ser el primero que vi y ser un torero elegante, muy derecho.
Lo cierto es que pensé que jamás iba a volver a ir a los toros y guardé el cartel porque siempre guardo cosas como recuerdos.
No quiero perder de vista los años en los que te encuentras y el papel que juega la mujer en la sociedad española… Háblanos del Club Internacional 
Las Peñas no me admitían, pero me respetaron. De hecho, te pongo un ejemplo, una de las peñas celebraba su cena anual y me invitaron. Cuando llegué al salón, a pesar de conocer a todos los socios, me mandaron con las mujeres a una sala aparte.
Cuando hablé con Tomás Martín “Thomas”, presidente de la peña El 7 y que además tenía una sastrería en la calle Alcalá, pudo comprobar que era seria, así que me presentó a una alemana y a una americana. Fue entonces cuando me planteó la idea de fundar el Club Internacional Taurino, éramos muchos extranjeros en España. Para ello, tuve que elaborar y presentar unos estatutos, que me ayudó a preparar Rafa Campos de España. La verdad es que fue un poco difícil
Como yo había sido una aficionada en el extranjero, pude comprobar que la información no llegaba bien. De hecho, te comento un ejemplo, al regresar a América fui a la oficina de turismo de España y pregunté por San Fermín, pero no tenían ni idea. Me di cuenta de que era necesario ser un enlace de contacto, así que creamos un boletín español-inglés con entrevistas en dos idiomas, incluimos reglamento, carteles… Lo hicimos para que la gente pudiera organizarse.
Además, la gente me llamaba a larga distancia, me escribían para conocer fechas o saber cómo conseguir las entradas. Imagínate, no había internet, así que yo les mandaba la plaza de toros, las direcciones. Eso es lo que hacíamos al principio, éramos como una embajada para ayudar. Después, con la llegada de Internet todo cambió.
Éramos como 15 o 20 y teníamos reuniones mensuales, tenía amistad con otras peñas, íbamos a ver a los toreros a las plazas, hicimos mucho turismo. Todos me trataron muy bien.
¿Cómo fue la evolución de la fotografía con la llegada de internet y las nuevas tecnologías?
 
Siempre me ha gustado la fotografía, desde pequeña, porque a mi padre también le gustaba. Cuando empecé a trabajar como periodista hice un curso profesional. Antes era horrible, yo revelaba mis propias fotos, me encantaba hacerlo pero lo hacía siempre en blanco y negro porque el color era más difícil, tenías que comprobar la temperatura del agua… No me gustaba.
En el momento en el que aparece la imagen, yo que aprendí con carrete, veías que el toro doblaba la mano, un pinchazo y era un problema. Además, los laboratorios tardaban, así que todos los fotógrafos de entonces como Paco Cano, que trabajaban para “El Ruedo” o “Dígame” tenían que revelar sus fotos por la noche. Yo las usaba para mis propios artículos, las revistas tenían sus propios fotógrafos pero yo siempre hacia fotos.
Mi foto favorita es la media de Antoñete, una foto que fue por casualidad y que mandé a revelar. Cuando hice la entrevista a Antonio, que en paz descanse, publiqué sus fotos. Al llevarle la revista con la entrevista y las fotos, él no la podía leer,  ya que era la única semanal en inglés. Se quedó mirando las fotos y preguntó por su autor, a lo que respondí que eran mías y me pidió una docena y una grande.
Un día me llamó y me dijo que le iban a poner una placa en la Puerta Grande y que le habían pedido una foto. Les dio la mía. El día que hice esa foto no estaba en el callejón, porque la mujer no lo tenía permitido. No era Paco Cano o Botán, además estaba embarazada de mi hijo, así que estaba sentada en la escalera del tendido 2 en la quinta fila. Debo reconocer que me gustaba Antoñete, tanto que toreaba con él y esa foto surgió de eso precisamente. Antes no había ráfagas, tampoco lo hago en la cámara digital, me gusta esperar y coger el momento, para eso tienes que saber anticiparlo.
En una entrevista, mi querido Paco Cano dijo que tienes que entender al torero y saber cómo torea, porque cada torero tiene un momento particular para cada foto. Es sentirlo, es torear con el torero.
Al hilo de la pregunta, cuando empecé con la cámara digital, mi marido veía las fotos en la pantalla y me criticaba muchísimo, porque el toro estaba empezando a doblar la pata o el torero tenía el talón levantado, estaba demasiado separado… No era mi culpa que el toro fuera a doblar la mano, pero me llamó mucho la atención en los detalles como torero. Ya no me critica (risas)
¿Qué te aportó y te sigue aportando tu marido más allá del ámbito personal?
Es complicado, me ha aportado conocimiento y quizá me ha ayudado en un libro que me encantó como fue  “Toreros de plata”. Fue muy valioso porque me ponía en contacto con gente. Por ejemplo, un torero de plata al que tengo especial cariño que es Alfonso Ordóñez, una persona maravillosa, que me dijo que el no concedía entrevistas, pero que al tratarse de la mujer de un compañero… me dio la entrevista para el libro. Ayudó a que me respetaran mejor, no lo sé, no estoy muy segura porque nuestros mundos son muy diferentes.
Aunque antes de conocerlo, yo ya llevaba unos años aquí y un amigo me llevó a la Casa de Campo para enseñarme a manejar el capote y la muleta. Creo que es algo esencial. He toreado algunas veces, pocas porque tenía mucho miedo pero para entender tienes que ponerte manos a la obra.
Muriel y Pedro
¿Cómo os conocisteis?
Lo conocí en la inauguración de la primera escuela taurina, que estaba cerca del Palacio de Cristal. La fundaron allí y él era uno de los fundadores, aunque era novillero era amigo de Martín Arranz, quien creó la escuela.
Fui a la rueda de prensa con una amiga Norteamérica y él, que le había visto torear varias veces en Las Ventas,  se me acercó y me dijo que si había algo que quisiera saber de la escuela, él me lo contaba. Quedamos para hacer una entrevista y, al principio fuimos amigos, pero a los cinco años nos casamos.
Es algo curioso porque nunca pensé en casarme con un torero, lo que sí quería era casarme con alguien que fuera aficionado, porque era mi mundo.
Hemos hablado de la evolución de la fotografía, pero me gustaría que nos hablaras de tu faceta literaria
Mi primer libro fue “La mujer en el mundo del toro”. Empecé haciendo las entrevistas a mujeres en el mundo del toro y estuve dos o tres años para que una editorial me lo publicara. Finalmente, me lo publicó Alianza Editorial. Sin conocer a nadie lo llevé allí y tuve la suerte de que el editor Francisco Cortina siguiera hacia adelante con el. Encima, este libro ganó el premio Antonio Díaz-Cañabate al mejor libro taurino escrito entre 1995 y 1996. Después, con Alianza Editorial publiqué tres libros más y genial.
Ese primer libro debía haberse publicado con Espasa, un libro que me pidió Ricardo López para la Colección de Tauromaquia que preparaba la editorial, pero no respetaron el contrato, me cancelaron mi publicación. Después, me pidieron el de “Toreros de plata”, se sentían un poco mal después de lo ocurrido. 
¿Alguno que destacar?
No sería capaz de destacar ningún libro por encima de otro, los quiero a todos como si fueran hijos. Además, trabajo laboriosamente y es cierto que después no me gusta volver a leer lo que he publicado, porque me regaño pensando en por qué lo he dicho de una manera y no de otra. Pero casi todos mis libros llevan años de trabajo detrás, el de “La mujer en el mundo del toro” creo fue algo más, eso tuvo que ver con Cristina Sánchez, porque era el 95 cuando lo estaba escribiendo y tres años antes o así empezaba. Por ese motivo tuve que escribir otro que me publicó Bellaterra, en el que actualizaba muchas cosas.
Muriel, Cristina Sanchez, ángel Luis Bienvenida – Primer libro
El libro de “¡Torero! Los toros en el cine”, que hicieron en un formato de lujo y que me pidieron desde Alianza, también es muy especial.  Al igual que lo es “Los protagonistas de la fiesta I: El toro, el torero y su entorno”.
Hace tres años pude llevar a cabo algo que yo perseguía, que era escribir un libro en inglés explicando el desarrollo de la corrida, pero en boca de los personajes. Pienso que es muy interesante, el picador, el monosabio, cómo se visten los caballos, por qué lo hacen. Son cosas que lo hacen más humano para la gente que no entiende este mundo.
La idea le gustó a Alianza y primero lo hizo en español y después, hace tres años, el Club Taurino de Londres me publicó una versión en inglés. Nunca digo traducción porque es diferente, estás haciendo un libro en otro idioma y para otro tipo de público.
Todos los libros me han proporcionado gratas experiencias, he disfrutado con todos y he conocido gente maravillosa.
Lo cuentas desde una perspectiva que a nosotros se nos escapan porque es una cultura que ya nos viene dada. Tú has tenido que trabajar para entenderlo y creo que sabes y conoces lo que necesita la gente de fuera para poder llegar a comprenderlo
Por ejemplo, “Los protagonistas de la fiesta I: El toro, el torero y su entorno” hace dos años que está agotado. Quiero hacer otra edición de “The bulls, the bullfighters and their world”, a ese libro había que darle un enfoque diferente, poniendo una explicación, una defensa de la fiesta, algo que en un libro taurino ni me lo planteo. Sin embargo, lo hice con un doble público en la mente, los que son aficionados y los que no son y simplemente tienen curiosidad.
Sigues en activo en el ámbito informativo, con la suficiente experiencia para hablar de esa evolución y de cómo las cosas han cambiado las cosas para las mujeres. Además, has visto como evolucionaba la comunicación con las nuevas técnicas y la forma de comunicar, de hacer llegar las cosas a la gente.
Como mujer ha sido muy difícil. Para la mujer estaba prohibido estar en el callejón o en el patio de cuadrillas. Me molestaba mucho porque tenía la acreditación, pero en algunos sitios me miraban de arriba abajo y no me dejaban entrar.
Ahora hay muchas fotógrafas, pero en mi época no había. Ahora están en todas partes, hasta corresponsales de guerra. No creo en cotas, estoy en contra, pero sí que estoy a favor de méritos.
Algo que nunca me gustó hacer fueron las crónicas, a veces las hacía, pero no podía criticar al torero. Siempre decía que no tenía su día o que no entendía al toro, como una especie de excusa. Entonces, la fotografía me encanta, yo empecé con carrete pulsar y avanzar, ahora ya con las digitales es maravilloso. Sin embargo, se está exigiendo mucho, yo que soy una persona a la que le gusta trabajar con cuidado, no me gusta equivocarme, procuro no hacerlo.
Las prisas no son buenas, como bien decía el Papa Negro, padre de los Bienvenida, “las prisas son para los ladrones y los malos toreros”, una frase que me dijo Ángel Luis. Entonces yo veo que ahora se les exige mucho a los compañeros y en mitad de los festejos mandan las cosas desde la plaza y no están viendo la corrida, porque están eligiendo. En el momento del festejo yo quiero ver la corrida por encima de todo, hago fotos, pero a veces miro un poco las que he hecho entre toro y toro o si hay alguna cogida, miro para ver por donde ha entrado exactamente el pitón. Yo quiero mandar mis fotos con tranquilidad, bajarlas al ordenador, corregirlas, encuadrarlas…
En cuanto a las crónicas puedes contar lo que está pasando, puedes mandar una faena, buena estocada o pinchazo, vuelta al ruedo. Lo que sea, pero las crónicas también requieren su tiempo.
Hay que saber apreciar esa sensibilidad que está intentando transmitirte el torero y que tú estés receptiva para recibirla. Creo que hay que tener un respeto inmenso hacia ellos, porque no todo el mundo somos capaces de meternos entre pitones. Hay que narrar, contar de una manera objetiva para que el que esté fuera o no haya podido verlo se pueda llegar a imaginar lo que está pasando y sea él el que valore si le gusta o no. En tus fotos pasa algo parecido, fieles a la realidad, con el cuidado de no caer en la subjetividad y sesgar la tarde.
Para mí, la fotografía requiere el 100 por 100, al igual que la crítica. Nunca he pensado en que pueda decir el resultado, no sé que tendría que hacer si tuviera que hacer la crítica, tomar notas, estar con la cámara… Entre escribir y las fotos, prefiero hacer las fotos, me siento más creativa.
Por eso, cuando regreso a casa y veo las fotos es como volver a ver la corrida, como si estuviera yo toreando. Disfruto viendo mis fotos mientras que haciendo la crónica no. Las entrevistas y las cosas de investigación me gustan mucho.
Has mencionado la parte de entrevistas, ¿cuál ha sido la que más te ha marcado?
 
Es difícil, todos… aunque ahora que es actualidad la mujer, hace 14 años que murió Conchita Citrón. Tal vez fuera ella, la primera vez que me la presentaron era incapaz de articular palabra, era mi ídolo. Ella entonces ya estaba retirada.
Después de su entrevista nos hicimos amigas, era una persona maravillosa. Fui a Nimes para hacerle la entrevista porque le daban allí un homenaje y resulta que el magnetófono parpadeaba la pila (risas), yo me preocupé de la cámara.
Otra entrevista que también me gustó mucho fue con Ángel Luis Bienvenida. Estábamos escribiendo sus memorias, pero no las pudimos llegar a terminar porque murió. Me encantaba ir a su casa, me sacaba los álbumes antiguos y contaba las historias del Papa Negro y de su familia. Hay mucha gente, no puedo nombrar. Otro sería Antoñete que fue maravilloso, le quería mucho.
Son muchas cosas… también hice un libro sobre Remedín Gago, me encantaba, pasábamos tiempo en su casa en Sevilla, en Rota y era una persona con la que disfruté mucho. Ella que era hija de Andrés Gago y mujer de Manolo Vázquez se ganó cierto respeto entre la gente del toro aunque era mujer. Tenía mucho carácter y no le importaba nada que la miraran mal. Entonces, cada vez que hablábamos, nunca decía mi marido, decía mi Manolo Vázquez y cuando fui a registrar el libro me miraban como si el título estuviera mal porque puse “Remedín Gago y su ManoloVázquez”. Ella hablaba así y decía que podría haber otros Manolo Vázquez, pero solamente uno que fuera el suyo.
Aunando el conjunto de la entrevista y todo lo que has vivido ¿con cuál de todas tus facetas te quedarías si solo tuvieras que elegir una?
 
Muriel y Ángela
Me gusta mucho escribir y la fotografía, supongo que fui la única que disfrutó del confinamiento. Pude terminar el libro que había empezado y que publiqué el pasado año, “Mi barrio de las letras con un guiño a la Tauromaquia y el flamenco”. Iba a ser algo pequeño de 80-100 páginas, pero con el confinamiento, terminó con algo más de 350 páginas.
Disfruto mucho escribiendo, pero también con la fotografía, algo menos con el Club, por la responsabilidad que lleva. Eso, para mí, que soy una persona tímida que no me gusta hablar en público, es quizás lo que menos me gusta.
Sin embargo, nunca me he dado cuenta de que a lo mejor podría ser la única mujer fotógrafa, nunca me he sentido rara por ser mujer. Yo miraba y solo reconocía amigos, gente conocida. El otro día, cuando la Real Federación Taurina nos dio el premio de los 50 años del Club Internacional Taurino, en la foto de familia con todos los premiados, era la única mujer. Las cosas cambian y de hecho, yo ahora pertenezco a dos círculos de los que soy socia de honor y antes no admitían mujeres.
Hay que pensar en hombres y mujeres como personas capacitadas para hacer el mismo trabajo, da igual el ámbito. En tu caso, una persona que llega a España, que se mete en el mundo del toro que crea un Club en aquella época, con todo lo que se estaba viviendo en España… 
Me gusta terminar todas las cosas que empiezo y en el Club llevo años diciendo a mi vicesecretario  y secretario que me dejen como Presidenta Fundadora Honoraria. Las cosas han cambiado y los extranjeros no están tan desamparados, porque pueden conectar todo en Internet.
¿Alguna vez te has planteado colgar los trastos?
Jamás, incluso el Club ha pasado por altibajos por falta de apoyo social, pero nunca me lo he planteado. Hay que evolucionar, pero dejar algo es como si hubieras desperdiciado los años que le has dedicado. A lo mejor, con el tiempo hay hándicap físicos que hay que reconocer y aceptar, pero mientras pueda no quiero renunciar a nada. A veces, mi marido dice que sería incapaz de ir a ver una corrida de toros o un festival en un pueblo sin llevar la cámara. Incluso en la televisión, cuando tuve el percance del año pasado en la corrida de José Tomás, que no puede ir a los toros hasta el mes de agosto, vi las cosas por la tele. Me sentaba con la cámara e intentaba, veía marcados los momentos, pero no se podía.
¿Un consejo para todas aquellas personas que quieran entrar al mundo del toro?
Hay que ir adelante, yo hice el curso profesional de fotografía. No hay que dejar que te intimiden, hay que mantener la constancia si eso es lo que tú quieres. Lo que necesitan los toreros, valor, hay que ir adelante. Merece la pena.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Entradas Relacionadas

Scroll al inicio