miércoles, 8 de mayo de 2024

Blas García: “En casa somos padre e hijo, pero en la calle somos apoderado y torero “

Blas García
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PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ

Blas García es el padre y apoderado del matador de toros Álvaro García y el novillero con caballos Diego García. Un ejemplo a seguir para ambos, siempre ha estado con ellos, ayudándoles a alcanzar sus sueños, a pesar de que la vida no se lo haya puesto fácil. Su percepción del mundo del toro cambió de manera radical al convertirse en el padre y apoderado de un torero. Sin embargo, era algo que cabía esperar, en su familia siempre se ha respirado el mundo del toro, en casa los juguetes favoritos eran una cabeza de un novillo y una montera, que Diego no se quitaba. Está orgulloso de ellos, están construyendo su vida, Álvaro sigue entrenando, aunque también con su vida fuera del toro,  y Diego vive en torero, totalmente aislado. Solo desea que sean gente de bien, respetables y que puedan ir con la cabeza bien alta. Que vayan con la verdad por delante, que son conscientes de lo que cuestan las cosas y del precio que hay que pagar para ser torero.

¿Cómo se inicia tu vinculación al mundo del toro?

Nací en San Sebastián de los Reyes, cuando se inauguró la nueva plaza de toros, “La Tercera”. Mi familia era muy aficionada, así que desde que nací, mi madre me llevaba a los toros todas las semanasSe puede decir que me viene de mi casa, siempre he hablado de toros y los hemos vivido como algo de lo más normal.

¿Tu manera de ver los toros cambió cuando Álvaro y Diego te dijeron que querían ser toreros?

No me dio tiempo, porque prácticamente fueron los dos a la vez. Empezaron a ir los dos juntos a la escuela taurina de Colmenar. Les llevaba por la tarde, les traía y cuando yo no pude hacerlo iban con el padre de Ángel Sánchez.

Álvaro tiene dos años más que Diego y han estado siempre juntos y haciendo lo mismo, jugando en casa a los toros. El juguete favorito de Diego, desde la cuna, es una montera, siempre con ella puesta con toda la naturalidad. Otro de los juguetes favoritos en casa era una cabeza de un novillo que yo maté en Málaga en un festival.

Diego cuando era un niño estaba apuntado también a fútbol y jugó hasta cadete, si no recuerdo mal. El Real Madrid se lo quiso llevar porque fue pichichi aquel año, pero él se negó, no porque no le gustara el Madrid, sino porque no le gustaba el fútbol. Entrenaba, porque Escuela Taurina no había todos los días y así se podría preparar físicamente.

Pero en el momento en el que supe que querían ser toreros, un poco sí que cambió mi percepción. Sigo siendo aficionado, pero lo veo de otra manera, ser el padre de un chaval que quiere ser torero… empiezas a ver una realidad que no conocías, los interiores de la fiesta, la otra cara que no conocen los aficionados. Yo antes iba a las ganaderías, a las plazas, a los tentaderos, he toreado festivales, pero no lo había vivido como un padre o como apoderado de un torero.

¿Cómo es la relación entre padre e hijo, apoderado torero? ¿Hay mucha diferencia?

Desde el primer día lo hemos llevado de la misma manera con los dos. En casa somos padre e hijo, pero en la calle somos apoderado y torero, lo tenemos claro. No se puede mezclar, hay que saber separarlo y, por ahora, lo estamos intentando, porque si no en casa la conversación sería siempre lo mismo. El torero tiene que tener su vida privada, tiene que descansar la cabeza.

Todo este tiempo de atrás ha sido fuerte, gracias a Dios, de acá para allá, así que es lógico que en casa también se habla del toro, pero procuramos hablar también de otras cosas.

Vamos a hablar de uno de los momentos más especiales de Álvaro como torero, su alternativa en 2018 con José María Manzanares y Andrés Roca Rey en la plaza de toros de San Sebastián de los Reyes.

Fue un día muy intenso, era una lucha muy grande desde niño. Llegar a ese momento, una alternativa con ese cartel, no fue cosa fácil. Álvaro siempre ha sido muy castigado por los toros, por las cornadas, así que le costó mucho. En aquel momento había muchos novilleros punteros, que ahora mismo son matadores de toros, figuras del toreo, como Roca Rey, Álvaro Lorenzo, Garrido, Ginés Marín… se enfrentó a ellos y fueron compañeros durante sus años de novillero, años en los que triunfó.

La alternativa fue un día bonito, en casa y con mucha gente que te quiere, un día de muchas emociones muy fuertes.

¿Qué otra tarde guardas con especial cariño?

Una tarde muy especial fue cuando se encerró con seis novillos en la plaza de toros de San Sebastián de los Reyes, seis animales de diferentes ganaderías y encastes. En su pueblo, donde le demostraron que era una persona querida. Además, que un novillero llene casi una plaza de 6000 espectadores, en aquella etapa no se valoró como debiera y eso que cortó cinco orejas y salió en hombros. La tarde no empezó bien, ya que los dos primeros novillos no sirvieron, pero la gente le apoyó y se vino arriba.

¿Cuál ha sido el momento más amargo?

El momento más amargo, como apoderado y como padre, y para él como torero fue la tarde de la cornada en El Álamo un 3 de septiembre. El doctor Crespo nos dijo que primero iba a salvar la vida del torero y que después salvaría la pierna. Fue una noche larga, esperando noticias desde la UVI.

En esos días te das cuenta de lo que sufre un torero por querer reaparecer lo antes posible, teniendo la pierna abierta en canal, como se suele decir, con 54 grapas. El mismo día que le quitaron lo drenajes hizo el esfuerzo de reaparecer en San Agustín del Guadalix, con una novillada de La Guadamilla que era una corrida de toros. En ese momento ves que nos son personas normales y que idolatres un poco a tu torero por el esfuerzo que ha hecho. Mucha gente no sabía lo que pasaba, porque tratamos de disminuir el impacto en la prensa. Como apoderado no quería que reapareciera 17 días después del percance, pero él se empeñó.

¿Y si te dijera que quiere volver a enfundarse el traje de luces?

Como padre no me gustaría, me llevaría un disgusto muy grande, porque ahora mismo lo veo feliz, entrenando, no a la misma intensidad como lo hacía. Tiene su trabajo, bien remunerado, tiene su vida encauzada fuera del toro, pero si me dijera que quiere volver… como aficionado me llevaría una grata alegría, por verlo torear. Hay mucha gente que no ha visto a Álvaro, él no ha tenido la oportunidad como matador de toros.

Hablemos de Diego, el pasado año mostró una gran dimensión en el Circuito de Novilladas de la Comunidad de Madrid. Ahora tiene su tarde en Madrid, el próximo 17 de mayo con los novillos de Los Maños ¿Cómo lo ves? ¿Cómo va creciendo?

Diego es otra personalidad, totalmente diferente a la de su hermano. El éxito del año pasado, lo ha digerido muy bien. Ha toreado muchas novilladas seguidas, le ha venido muy bien. Le ha hecho afianzarse como novillero, concienciado en que tiene que dar la cara todas las tardes. Además, hasta que no viéramos que su carrera pudiera andar sola, decidimos no mezcla a nadie en apoderamientos.

La primera novillada en la que está anunciado este año es la del 17 de mayo en Madrid, hay otras cosas pero todavía no están confirmadas. Para un novillero que acabó número uno del escalafón, ver que hay otros novilleros que ya están anunciados… El hecho de no tener una empresa fuerte detrás o un apoderado con más mano, con plazas de toros para poder hacer sus intercambios…

Diego es consciente de que tiene que apretar, que cada día es una oportunidad para poder seguir ganándose los contratos, que es lo que yo aprendí desde niño. Yo lo veía en San Sebastián de los Reyes, venían los novilleros y los matadores de toros a ganarse su futuro.

Hemos hablado del mejor momento de Álvaro, pero ¿cuál recuerdas de Diego?

Con Diego hemos vivido muchas tardes buenas, de novillero con y sin caballos. Sin embargo, hay una muy especial y fue el día que salió en hombros de la plaza de toros de Madrid, por lo vivido y por la categoría de la plaza.

El primer novillo fue manso, descastado y que le hizo una faena que mucha gente valoró y por la que le pidieron la oreja. Sin embargo, se puso a llover en el momento en el que se estaban pidiendo las orejas y la gente empezó a correr por el tendido para guarecerse del agua. No le dieron la oreja, pero dio una vuelta al ruedo con mucha fuerza. Esto le hizo salir con más presión al segundo novillo, al novillo del triunfo, pero gracias a Dios salió todo bien. Como aficionado, esa tarde me dio un toque de atención, a mi y a mucha gente que no lo conocía.

Yo siempre les he llevado a los toros, así que recuerdan la faena de Juan Mora, una faena corta con la que triunfó en la plaza de Madrid, una plaza que cuando se emociona, se entrega y eso no hay quien lo pare. Eso es lo que yo viví.

Aquel día, Diego sabía lo que tenía entre manos y estaba rabiando de ver las posibilidades que el animal tenía. Cuando estaba cogiendo la montera, nos miraba a su hermano Álvaro y a mi, que estábamos en el burladero de apoderados, y nos preguntaba que qué le hacía. Álvaro me decía dile esto, dile lo otro, pero yo le dije que se fuera al centro del ruedo, le pusiera en la muleta y después le hiciera lo que quisiera, pero que tenía que meterle la espada, porque le íbamos a esperar en aquella puerta, señalándole la Puerta Grande.

Brindó el novillo a su madre y después todo salió bien, lo mató y Álvaro y yo nos fuimos a la Puerta Grande. Allí nos vio cuando iba dando la vuelta al ruedo con las dos orejas, le estábamos esperando. Lo que vivimos fue una locura, desde niño no había visto salir a un torero por la Puerta Grande y que hubiera tanta gente esperándolo.

A raíz de su tarde en Madrid y de la final televisada en Valdetorres de Jarama del Circuito de Novilladas de Madrid, empezó a sonar el teléfono. Le debemos mucho a la Fundación Toro de Lidia. Aquello para un apoderado te lo pone muy fácil, al fin y al cabo el mejor apoderado es el mismo torero.

¿Y la tarde en la que peor lo pasaste?

Fue este año pasado en Cadalso de los Vidrios, que se jugó la vida. Siempre me han preguntado que por qué no le he protegido más, pero le he llevado siempre a todo tipo de novilladas, estando ambas partes de acuerdo, pidiendo diversidad de encastes a las empresas y a los ayuntamientos.

Aquella tarde fue el novillo de Miura fue muy malo, muy manso… fue lo que nunca quieres que te salga en una plaza de toros. Lo pasé muy mal, no se dejaron picar ni banderillear como es debido. Lo pasé mal, pero cogió la muleta y la espada, me dijo que no pasaba nada, que esos toros también salen, aún así yo solo pensaba en cómo terminábamos. Cuando le pegó el espadazo y el animal cayó, pude respirar.

¿Cómo le ves en el corto plazo?

Le veo muy centrado, muy decidido. Este año ha dejado de estudiar, estaba haciendo la carrera de INEF, y se ha ido a vivir a un piso compartido con unos novilleros en Palencia. Está viviendo aislado, como si estuviera haciendo la mili (risas), viene a casa casi cada 20 días. Él se paga su habitación, viviendo totalmente en torero, desde que amanece, entrenando, yendo al campo, pero parece mentira que la situación en el campo sea tan complicada para un novillero como él, teniendo que ir de tapia a los tentaderos… no es fácil, pero él lo tiene asumido , así que tiene que dar el máximo.

Esta temporada vamos a ir a una plaza muy importante, que al final son las que te dan la máxima repercusión. Aquí no te puedes dormir y de esa tarde dependerán las otras.

Yo le veo muy centrado, así que con un poquito de suerte, se va a convertir en matador de toros. Lo que siempre les he inculcado es que primero tienen que ser grandes aficionados. Es muy difícil convertirse en matador de toros y más en esta época, después que la suerte   les lleve donde tenga que llevarles, pero que sean legales y sinceros consigo mismos. Que el público pague una entrada sabiendo que no se les va a engañar, que van a dar el máximo. 

En tres o cuatros años le veo siendo matador de toros… estará más arriba o más abajo, según la suerte,  pero él lo va a poner todo.

 

Con el corazón en la mano ¿qué mensaje les mandarías a Álvaro y a Diego como padre?

Lo principal es que sean felices, que vivan su vida como ellos crean, que no se dejen manipular por nadie y que sean ellos mismos. Que vayan con su verdad por delante, así nadie les podrá decir nada, porque disfrutarán con lo que ellos quieran y con lo que Dios les mande.

Saben que la vida no se lo ha puesto fácil, ni a ellos ni a su madre ni a mí. Ten en cuenta que dos días antes de que Diego fuera a la clasificación del Alfarero de Plata, yo estaba en coma. Volvía de Francia y me empecé a sentir mal, así que tuve que ir al hospital. La infección se me complicó y le llegaron a decir a mi familia que iba a morir. A pesar de todo, Diego se mantuvo firme y le dijo a su madre que él iría al Alfarero, que iba a clasificase para la final y que si Dios nos daba salud y yo salía adelante, él me brindaría el novillo allí. Él quería ser torero por encima de todo, por mí, y que si yo moría, él faltaría al entierro por ir a Villaseca. Con eso te lo digo todo. Yo me enteré después, cuando me lo contó su madre.

Todo esto ocurrió el 17 de mayo y yo desperté el 10 de junio y el 30 pude acompañarlo a la Final del Alfarero de Plata, pero no triunfó porque el novillo le pegó una cornada en la mano y no podía entrar a matar como es debido. Entonces un chaval de 16 años, viendo que se te muere tu padre, que sabe la situación que iba a quedar, que tire con todo eso, lo diga y lo haga, yo creo que con eso te digo todo, no está al alcance de cualquiera.

Quiero que sean gente normal, gente de bien y que se lleven bien con todo el mundo, que aquí somos una familia humilde y trabajadora, millonarios en ilusión.

 

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