martes, 7 de mayo de 2024

Tragar saliva y aguantar

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 
La Plaza de Toros de Las Ventas albergaba la primera corrida de toros de la Feria de Otoño. Los matadores de toros Adrián de Torres, Román y Ángel Sánchez se midieron a los astados de la ganadería de Adolfo Martín. El encierro resultó complicado, muy exigente, en el que los espadas tuvieron que buscar las teclas, encontrando el sitio al que llevarlos y la altura. La mayoría se quedaron cortos en los últimos compases, además del peligro sordo ya incluido en los de Adolfo. Adrián de Torres confirmó la alternativa con un toro complicado en el que las opciones fueron nulas. Lo mismo le ocurrió a Sánchez con el primero de su lote. Román cautivó, no por ser una faena lucida, sino por ser una de tira y afloja, de tragar y aguantar en el sitio, a pesar de los inconvenientes de su lidia. Muchas cambió la segunda mitad del festejo, las opciones y las espadas dejaron las opciones de triunfo y lucimiento muy alejadas. Culminó la tarde con la escalofriante cogida de Ángel Sánchez, que lo mandó directo a la enfermería.
Adrián de Torres trazó un saludo comedido en el que pudo bregar al primero de la tarde. Un toro de Adolfo de nombre “Sevillanito”. Tras la ceremonia de confirmación de alternativa, de manos de Román y Ángel Sánchez, se iniciaba la faena. Lo citó desde lo medios, pero a su paso, el de Adolfo lo tiró, se recompuso y siguió en el sitio. Sin embargo, se le quedó encima y lo desarmó. Siguió sobre el pitón derecho, cruzándose, pero sin bajarle la mano, el animal era incierto, sin culminar su paso por la franela. Volvió a colocarlo, una y otra vez, tratando de estructurar la faena. Cambió al natural, abriéndolo, guiándolo en todo momento, sin dejar nada al azar, pero a punto estuvo de prenderlo. El de Adolfo seguía quedándose parado en mitad del pase, pensando y buscando. No fue una faena cómoda, sino de incertidumbre y sobresaltos. Metió la mano con aseo.
Román saludó al primero de su lote con movilidad, ganando terreno al toro en una labor de brega, después de haberlo frenado genuflexo abajo. El diestro se fue a los medios para brindar al respetable. Inició la faena junto a las tablas, pasándolo por abajo, genuflexo, ganándole terreno, al tiempo que lo pasaba por ambos pitones. Eligió la mano derecha, adelantándosela para alargarla hasta el final y llevarlo toreado de principio a fin. Siguió, insistiendo sobre ese mismo pitón, esperándolo en el sitio, aguantando, muy en alerta de las salidas del animal, en las que le soltaba la cara y le ganaba terreno. En el toreo al natural, se le llegó a meter por dentro en alguna ocasión, por lo que, después de mostrarlo recuperó la mano derecha. Se cruzó con la muleta en la espalda, para después echársela al morrillo y provocarlo, amortiguando la embestida en el trazo.  Román trató e hizo faena, esperándolo. Falló con la espada, pero acertó con el descabello.
El tercero de la tarde salió sin interés en el capote de Ángel Sánchez, buscó las tablas, recorriéndolas hasta llegar a toriles. El diestro lo sacó a los medios y se pudo estirar con pinceladas. El de Adolfo se lo pensó antes de entrar en la muleta del espada, así que después de pasarlo un par de veces, cambió los terrenos y empezó a llevarlo sobre el pitón derecho. El astado se aburría a parir del tercer pase, acortando y levantando la cara sin interés en las demandas del madrileño. Cambió de mano para torearlo al natural, abriendo los vuelos, bajándole ligeramente la mano, aunque sin forzar. El animal se paró y se negaba a pasar, aún así Ángel le insistió sobre el pitón izquierdo cruzándose algo más, llevándolo muy tapadito y tratando de alargar el recorrido, pero cada vez se le quedaba más encima. Acortó distancias y cambió a la mano derecha, pero el peligro sordo se incrementaba.
El saludo de Adrián de Torres fue comedido y poco lucido, lo sacó hasta los medios a base de una labor de brega. Inició la faena de muleta frente al tendido del siete, pasándolo con la mano alta, aireando la embestida. Sobre el pitón derecho, empezó a encajarse y a llevarlo en largo, mostrándole la salida, pero recogiéndolo con la tela en la cara. Se arqueó, adelantándole la mano, sin olvidar cruzarse, algo que bien le demandaba el tendido. La plaza asintió a base de “bien” en cada pase. Cambió al natural, pero no tardaría en retomar el pitón derecho, pitón por el que encontró mayor acople, con un toro que bajaba la cara y buscaba la tela. Estaba pendiente de ella, sin embargo, cuando la tocaba se descomponía y derrotaba en seco. Adrián de Torres le aguantó y exprimió las embestidas de “Pastelero”, al que le faltó algo de fuerza. La faena la desarrolló, prácticamente, en los terrenos de seis y el siete, junto a las tablas. Sin embargo alargó, pues el animal seguía entrando al cite. Falló con la espada.
Román saludó al segundo de su lote, luciéndose, estirándose con garbo y alegría en los lances de recibo. Se cambiaron los tercios entre protestas, aún así, llegó la faena de muleta, la cual Román empezó con un tanteo ligero por alto y por bajo. Lo miró y empezó a llevar sobre el pitón derecho con suavidad, ya que el animal estaba claramente mermado. Siguió insistiendo sobre esa misma mano, adaptándose a lo que el de Adolfo permitía. Que estuviera mermado, no significaba que no tuviera aquel peligro sordo que se apreció a lo largo de la tarde. Román lo toreó en el tercio, con mucha voz e insistencia, pero sin poder forzarlo, con tandas cortas y milimetradas, sin nada que poder sacar. Sin acierto con los aceros.
El saludo de Ángel Sánchez trazó un saludo breve y comedido, sacándolo a los medios al último de la tarde. Lo recibió en la franela con la rodilla en tierra, pero a punto estuvo de llevárselo por delante. Cambió los terrenos, pero el toro estaba fijo en el cuerpo y fue directo a por el lanzándolo por los aires, esperándose lo peor. Volvió a la cara del toro, para seguir sobre el pitón derecho, probándolo, pasándolo y cambiando al izquierdo. Por ahí pudo alargar, pero el toro tenía un látigo por cuello y se volvía buscando. Cambió la ayuda por la espada y siguió pasando. Lo cuadró y metió la espada. Cuando parecía que todo había acabado lo prendió y quedó tirado en la arena.
Madrid. Toros de Adolfo Martín para Adrián de Torres, palmas y división; Román, ovación y ovación; Ángel Sánchez, palmas  y silencio

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