viernes, 3 de mayo de 2024

Adame, única vuelta al ruedo de la tarde

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ

La plaza de toros de Las Ventas celebraba, el primer domingo de septiembre, un desafío ganadero. Los novilleros Rubén Fernández, Alejandro Adame y Fernando Plaza se midieron a los astados de Los Bayones, Alejandro Vázquez, Montealto, Toros de Brazuelas, Quintas y Pablo Mayoral. Los ejemplares no llegaron a alcanzar la rotundidad en la tela, siendo una tarde en la que se apreciaron muchos detalles. El de Montealto fue ovacionado en el arrastre, mientras que Adame fue el único en dejar una vuelta al ruedo, tras una buena faena que dejó un buen sabor de boca en el público venteño. La tarde se cerró sin orejas, lo cierto es que Rubén no estuvo demasiado certero con los aceros. En el primero tuvo un novillo con el que no había nada que hacer y el tercero fue uno manejable con el que se acabó excediendo en los tiempos. Alejandro mostró variedad y un soplo de aire fresco, imponiéndose a las embestidas del primero de su lote. Mucho cambió en quinto, con el que decidió abreviar su faena y pasaportar. Fernando Plaza parecía que podría tener algo más, pero sus faenas se fueron desinflando.

“Picadillo” de Los Bayones abrió el festejo, un novillo buscón y agarrado al firme que le costó adentrarse en los vuelos de Rubén Fernández. Le echó las manos arriba  sin ningún tipo de interés por la lidia. Las protestas por las condiciones del animal se adueñaron de la plaza, pero el presidente no daba su brazo a torcer. Se completó el tercio de varas, al igual que el de banderillas. Lo tanteó por abajo en la muleta, probando una embestida incierta, no había dos iguales. Lo sacó del tercio, llevándolo hacia los medios, para allí empezar sobre el pitón derecho, con sitio, mucho sitio, dejándole pasar, que es lo único que se dejaba hacer. No pasaba, se le quedaba a mitad del pase, tocando la tela con la cara a la altura del estaquillador. Rubén no dejó de intentarlo, lo mostró al natural, enganchándolo delantero, pero este no seguía los vuelos, salía recto sin continuidad alguna. Lo desarmó en el toreo sobre el pitón izquierdo, pero siguió insistiendo, cruzándose, citándolo en el morrillo, pero sin nada que mostrar. La suerte suprema le costó ejecutarla, sería en el golpe de cruceta con el que doblaría el animal.

Mayor movilidad y continuidad otorgó el de Alejandro Vázquez en el variado y lucido saludo capotero de Alejandro Adame. En los primeros compases de la faena de muleta, el mexicano eligió ganarle terreno, sacarlo del tercio. Continuó sobre el pitón derecho, con cite firme y fijador, acompañado de un trazo que trataba de alargar en cada pase. Dándole el pecho y adelantándole la mano fue tirando del animal hasta meterlo y concretar una tanda que caló en los tendidos. Mostró el toreo al natural con el de Alejandro Vázquez, algo más pausado, corto y dubitativo, pero imponiéndose el mexicano. Se le quedaba, sobre el pitón derecho, un poco la mano atrás en el final del muletazo, pero rápidamente encontró el compás con el animal, estirando la embestida. Cada vez acortaba más terreno el astado, pero Adame más se afianzaba, roto con el. Se tiró a matar con determinación.

Fernando Plaza no esperó para saludar al primero de su lote, un novillo de Montealto que le iba encerrando en tablas, pero que terminó por sacar hacia el tercio. Lo tanteó genuflexo, bajándole la mano, obligándolo  mientras lo sacaba del tercio. Eligió el pitón derecho para empezar a torear, una tanda que no alargó en exceso. Siguió con la misma mano, citándolo en la larga distancia para después aprovechar la inercia y darle continuidad a la serie. Sin embargo, se quedaba parado en mitad del pase y añadió una nueva dificultad. Cambió al natural, dejándosela muerta en el morrillo para tirar del animal y enganchar su embestida. El uno a uno fue la nueva dinámica de la faena. Retomó el pitón derecho, encontrando, dentro de lo poco que quedaba por mostrar, algún que otro pase que caló en los tendidos. Falló con los aceros.

Saltaba al ruedo un novillo de Toros de Brazuelas, ovacionado en su salida. No tuvo demasiada fijeza en el saludo de Rubén Fernández, que no se pudo lucir con el astado. El público ovación con fuerza a Juan Carlos Rey, al que obligó a saludar tras el tercio de banderillas. Rubén le bajó la mano en los primeros compases, dejándolo pasar para después templar y ralentizar el compás. El novillo dio pie a la continuidad. Sin embargo, pedía estar muy en el sitio, respetando la distancia, para no asfixiar su embestida. Al natural era algo más irregular, llevando la cara a media altura, entrando a base de las provocaciones que le proporcionaba el espada. Siguió sobre aquel pitón izquierdo, cruzándose y acortando las distancias, teniendo que recomponer la serie en cada pase. En el uno a uno, trató que fuera lo más lejos posible, jugando con los vuelos y el giro de muñeca, tirando de el hacia el siguiente muletazo. Estuvo a punto de prenderlo, pero Rubén no cesó en su empeño y entrega, con un animal ya encerrado en tablas y que le estaba dando todas las ventajas. Cerró por manoletinas, también muy ceñidas, para después fallar con la espada.

El de Quintas salió en quinto lugar, correspondiente al segundo del lote de Alejandro Adame. El mexicano sólo pudo bregarlo hasta sacarlo a los medios. Adame se fue hasta los terrenos del siete para tirar del animal y llevarlo más hacia el nueve. Allí, sin un tanteo previo lo citó por el pitón derecho, pensándoselo antes,para conducir su embestida. Pausó el inicio en una primera tanda lenta y sin continuidad que le costó rematar. El espada en el tira y afloja del cite, lo prendió y, aunque parecía haberle herido todo quedó en un susto, volvió a la cara del animal. Lo pasó y cambió la ayuda por la espada.

El último de la tarde fue un novillo de la ganadería de Pablo Mayoral, de nombre “Jalisco” al que Fernando Plaza trató de saludar. Lo fijó momentáneamente, pues se acabaría aburriendo del capote. En su lugar salió el primer sobrero, uno novillo de Rekagorri, suelto en los lances de saludo. Lo pasó por ambos pitones, tirando del animal hacia adelante, ganando terreno. Fuera del tercio eligió el pitón derecho, para empezar a encauzar las embestidas. Tuvo que frenarlas, pero las fuerzas metiendo, dosificando los pases. Rápidamente, cambió al pitón izquierdo, con una faena cuya continuidad se encontraba en el uno a uno. El animal seguía la franela, parándose ligeramente a partir del segundo pase y llegando a soltar la cara en mitad de ellos. Parecía aburrirse en la tela, no rompía en ella y la faena no tomaba vuelo. Fernando Plaza le fue haciendo las cosas muy despacio, adaptándose a lo que el astado necesitaba para aguantarlo con el,sin embargo, no se pasaba de aquel uno a uno, que logró robarle en las distancias cortas. Tuvo acierto con la espada.

Madrid. Novillos de Los Bayones, Alejandro Vázquez, Montealto, Toros de Brazuelas, Quintas y Pablo Mayoral para Rubén Fernández, silencio y silencio;  Alejandro Adame, vuelta al ruedo; y pitos; Fernando Plaza, silencio y palmas.

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