viernes, 3 de mayo de 2024

Diego Peseiro abre la Puerta Grande

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ

Arganda del Rey celebraba este miércoles 7 de septiembre su tercera novillada picada. José Antonio Lavado, Diego Peseiro y Álvaro Seseña se midieron a los astados de José Escolar. Unos novillos de juego y teclas en las que el oficio, la mano baja y la suavidad fueron claves para meterlos en la tela. Una oreja en segundo y otra en el quinto le abrieron la Puerta Grande a Diego Peseiro. Álvaro Seseña también paseó una oreja del sexto, que podrían haber sido más de no haber sido por el mal uso de los aceros. José Antonio Lavado puso empeño pero sus faenas no tomaron vuelo.

“Calentito” abría la tarde en Arganda, un novillo al que saludó José Antonio Lavado, que le dio sitio y fue ganando terreno. Inició la faena junto a las tablas, con un leve tanteo en el que lo fue sacando hasta los medios. En la primera tanda sobre el pitón derecho, jugó a favor del animal, citándolo, fijándolo y dejándolo pasar. Tuvo que ser el quien le buscara con la mano delantera, limpiando el muletazo. Cambió al natural, dejándosela en la cara, aguantándolo ahí fijo para después arrastrar la franela sobre el albero y , con ella, la embestida. Insistió sobre el pitón izquierdo, pero la faena no terminaba de coger vuelo. La espada fue efectiva al segundo intento.

Peseiro se pegó a las tablas para frenarlo en su capote, trazando un saludo de rodillas de alto voltaje. En el tercio de varas, el de Escolar derribó e hizo rodar al caballo. Peseiro protagonizó el tercio de banderillas, dejando dos pares, siendo el último al violín. Llegó la faena de muleta, que la inició por estatutarios, todo por alto. Lo dejó en los medios para tomarlo por el pitón derecho, en línea recta, con una continuidad lenta, que fue curvando, llevándoselo atrás, no sin antes envolvérselo a su cintura. La quietud y la verticalidad se aunaron a la movilidad de su brazo y muñeca, tratando de alargar las embestidas. El portugués se la dejó muy puesta en la cara, logrando una ligazón que fue calando en los tendidos, encontrando esa rotundidad sobre el pitón derecho. Cerró con una serie al natural, sin dejar que se lo pensara. La estocada fue fulminante.

Álvaro Seseña fue directo a por el astado, no lo dejó correr, lo envolvió en el percal y empezó a meterlo para meterlo en la tela, con ritmo. Tras las ovaciones a Otero en las banderillas, se cambiaba de tercio. Seseña lo llevó con un ligero tanteo en el que deslizó la embestida con suavidad hasta sacarlo del tercio. Le adelantó el cite, para después llevarlo con gusto y compás. Con el extremo de la franela fue tirando del animal, que le exigía estar en el sitio. Se la dejó muy puesta, llevándolo muy tapado y el animal tragando. Logró coserlo a la muleta, aunque los inicios eran algo tardíos, pues le costaba atender a los cites, pero una vez metido no perdía celo. El problema era quitarle la tela de la cara, sin embargo, cada vez acortaba más hasta quedarse encima. Siguió por el derecho, limpió, manteniendo la misma altura en el trazo, enseñándolo en el morrillo. Culminó con una tanda al natural con la que rompió. Cayó al suelo, pero el de José Escolar no hizo por él. Recuperó la cara del animal.  La estocada deslució todo su esfuerzo.

Lavado marcaba el ecuador del festejo, Lavado marcaba el ecuador del festejo, saludando a un novillo al que había que frenar y templar. Lo bregor sin poder llegar a lucirse. En el inicio del último tercio lo tanteó ligeramente por abajo. Rápidamente tomó la muleta sobre el pitón derecho, para meterlo en la franela abajo y tirar, muy despacio, uno a uno, recomponiendo. El animal se volvía buscando, así que no había margen de error con el de José Escolar. Desarrolló una faena muy pautada y alejada de la expresión lucida. Encontró un punto en el que ambos, sobre el pitón derecho, citaba, amortiguada y tiraba. Cambió al toreo al natural, pero tenía que cruzarse y exigirle, provocándolo para que entrara en los vuelos. Retomó su mano derecha, dejándolo encima. Falló con la espada, aunque le metió la mano con aseo. El animal dobló con el golpe de cruceta.

Peseiro tuvo que salir a buscar al segundo de su lote, al animal había que sacarle las cosas. Se cambió el tercio din que pudiera estirarse con el animal. Tras protagonizar el tercio de banderillas, en el que dejó tres pares en lo alto, tomó la franela. El inicio fue atropellado, con un tanteo ligero por ambos pitones, pasándolo por abajo. Siguió sobre el pitón derecho, tirando con rabia, faltando suavidad en los pases. El animal mantuvo su embestida descompuesta, que el novillero decidió pasaportar. Mató con acierto.

Álvaro Seseña trazó un saludo capotero de brega en el que guió al novillo por abajo, con mucha suavidad y despaciosidad hasta sacarlo. Comenzó los pases de tanteo, manteniendo la misma suavidad inicial. En el primero se le metió por dentro, pero después se la enseñó abajo en el morrillo, tirando de la embestida. El recorrido no era excesivamente largo y salía con cierta mirada a tablas. Sin embargo, no paró de buscarle, adelantando la mano. Midió mucho las series, dosificando al de José Escolar, con el que se fue haciendo. No alargó, le dejó salir para después retomar al ritmo que el astado pautaba, provocándolo a pitón contrario, robándole los pases uno a uno. El animal cayó de inmediato.

Arganda del Rey. Novillos de José Escolar para José Antonio Lavado, silencio y palmas; Diego Peseiro, oreja y oreja; Álvaro Seseña, silencio y oreja.

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