domingo, 5 de mayo de 2024

Arturo Gilio, Puerta Grande en Arganda del Rey

Facebook
Twitter
WhatsApp

Crónica

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ

Arganda del Rey celebraba este nartes 6 de septiembre su segunda novillada picada. Yon Lamothe, que llegaba en el lugar de Víctor Hernández; Arturo Gilio y Valentín Hoyos se midieron a los novillos de José Vázquez. El encierro presentó calidad y exigencia,con cierta durabilidad y fijeza en el engaño. Salieron sin fuerza, pero las muñecas se terminaron adueñado de la situación. Fue la espada la que enfrió y deslució grandes faenas. El mexicano Arturo Gilio fue el único que tocó pelo, desorejando al segundo de su lote y quinto de la tarde.

Yon Lamothe saludaba al primero de la tarde, al que rápidamente enceló en los vuelos de su capote, meciéndolo hasta ganarle terreno y sacarlo a los medios. Brindó al público y se acercó al novillo, para citarlo y meterlo en los primeros pases de tanteo, todos ellos por abajo, genuflexo. Lo llevó hasta los medios para seguir toreando sobre el pitón derecho, fijándolo y tirando del animal hasta el final, con suavidad y gusto. Al natural descomponía algo más, por lo que tuvo que buscarle abajo, doblándose con él, cumpliendo la tanda hasta rematarlo. Volvió al pitón derecho, roto abajo con el animal en una tanda que caló hondo, rompiendo en la tela, con ligazón y mucho movimiento. El de José Vázquez seguía humillando y buscando la tela, así que pudo citarlo bajándole la mano y sacarle de la misma manera. Había fondo todavía y alargó la faena. Falló con la espada.

Arturo Gilio saludó al primero de su lote abriéndose, buscándolo abajo, mostrando la movilidad que este poseía. Derrochó variedad y firmeza con el astado. El mexicano eligió atalonarse en los medios, para dejar algún que otro pase cambiado por la espalda en el inicio del último tercio. Tenía que estar muy en el sitio y meterlo muy bien para que el animal atendiera al cite, pues una vez que se desligaba le costaba retomar la tanda. Empleó el sitio y tiempo entre tandas, dejándolo reponer antes de devolverlo a las telas. Siguió sobre el pitón derecho para someterlo por abajo, ligando de tres en tres pases, para después volver a recomponer la serie, darle el pecho, citar y volver a ligar. Al natural pudo alargar aún más con un novillo, que aunque ya iba recortando la ligazón, no lo hizo en intensidad, que humillaba y colocaba la cara. Cerró por bernadinas para después hundir el acero al segundo intento. Sin embargo, el animal dobló con el golpe de cruceta.

Valentín Hoyos actuaba en último lugar, por lo que le correspondió en suerte el tercero de la tarde. Lo frenó en su capote, diseñando un saludo llevado, mayoritariamente, por abajo. Tras un pésimo tercio de varas, compensó el de banderillas. En el inicio de faena eligió el tanteo por abajo, genuflexo, pasándolo por ambos pitones. Una vez en los medios, le fue abriendo el compás, tirando del animal hacia adelante, para después recoger la embestida y darle continuidad a las tandas. Empezó a bajarle la mano, dejándole la franela en el morrillo para que no una hubiera pausas entre pases. Sin tiempos demasiado largos entre tandas, volvía a la cara del animal.  Tras una buena demostración por el pitón derecho, llegaba el toreo al natural, llevándolo con un cite de mano adelantada, que se dejó llevar por la cadencia y la torería. Culminó a pies juntos para dar paso a la suerte suprema. Aunque el esoadazo fue bueno, la espada quedó suelta y ligeramente trasera y caída. Esperó a que doblara, pero el animal se resistía, así que volvió a perfilarse y a hundir el acero.

Marcaba el ecuador del festejo un novillo aplaudido en su salida. Yon Lamothe no pudo lucirse estirándose con el segundo de su lote, lo bregó hasta sacarlo a los medios.  El astado fue directo al caballo, recibiendo un extraordinario puyazo. Lo probó pase a pase, sin prisas, dejando paso, rápidamente, al toreo por el pitón derecho. Le adelantó la mano y lo metió amortiguando la embestida desde el inicio, guiándola durante y devolviéndola a la tela en su salida. Verticalidad frente al toreo de riñones y encajado con el que le dio profundidad a los pases. El animal empezaba a mirar a tablas y a demandar otro terrenos, pero Yon trató de fijarlo e imponerse para que no se le fuera. Al natural, acortó distancias y lo provocó a pitón contrario, con la continuidad del uno a uno. Recuperó el pitón derecho, donde había mayor ligazón, llevándolo totalmente cosido a la franela, algo que lucía gracias a las embestidas de un animal en las que bajaba la cara. Fue a menos. La espada fue certera, pero el animal se resistía a doblar.

Arturo Gilio no esperó a dejarlo correr, lo frenó en su capote para después guiar la embestida en una meritoria labor de brega. Tras un ligero tanteo con el que, prácticamente, tiró del animal para sacarlo al tercio, empezó a torearlo con gusto, encontrándose con el novillo. Por el pitón derecho, abrió llevándoloselo a la cadera, recogiéndolo así para el siguiente muletazo. El toreo lento y espaciado, sin agobios, fue el que se impuso en la faena del mexicano. Lo buscó abajo  dejandosela en la cara, adelabtando la mano y arrastrando la embestida detrás de la tela. Cambió al pitón izquierdo, llevándolo al natural, también adelantándole el engaño, echándoselo a pitón contrario. El de José Vázquez entraba con la cara más baja que salía, así que le bajó el pico en la muerte del pase. No debía alargar mucho más la faena, ya se había definido y su interés en la tela ya no era el mismo. Se la metió hasta la bola.

Al último de la tarde lo saludó Valentín Hoyos, envolviéndolo en su capote, ante las embestidas desmedidas del de José Vázquez.  Entre las protestas del animal, lo recibió en la franela a pies juntos, pero sin dejar de ganarle terreno, avanzando con el. Siguió sobre el pitón derecho, a base de tirar y alargar. Dosificó las embestidas y tiempos, dejándolo que se recuperara y volviera a sus demandas. Era algo atropellado y había que perderle pasos para recomponer y volver a citar. Resultó una faena complicada en la que trató darle firmeza y seguridad, fijándolo en el cite para después darle la salida a su cadera. Entraba recto y con una humillación intermitente que no pudo mantener a lo largo de todo el pase. Empezaba a buscar. Hundió el acero hasta en dos ocasiones.

Arganda del Rey. Novillos de José Vázquez para Yon Lamothe, silencio y silencio tras aviso; Arturo Gilio, silencio y dos orejas; Valentín Hoyos, ovación tras aviso y silencio.

Foto: Emilio Méndez 

Entradas Relacionadas

Scroll al inicio