jueves, 2 de mayo de 2024

Manzanares abre la Puerta Grande en Colmenar Viejo

Facebook
Twitter
WhatsApp

Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 
Colmenar Viejo albergaba su tercera corrida de toros y cuarto festejo de abono. Diego Urdiales, José María Manzanares y Daniel Luque se encargaron de dar forma a un cartel que llegó con una pequeña modificación. El peruano Roca Rey causaba baja como consecuencia se percance en Bilbao. Los diestros se midieron a los astados de Luis Algarra, un encierro que presentó dificultades, siendo el lote de Diego Urdiales el peor de todo el festejo, aún así, dejó pinceladas de su Tauromaquia en el segundo de su lote.  En las faenas de Manzanares se produjo una actuación lineal que parecía que iba a romper a más tras el saludo capotero. Aún así, la plaza estaba con el y cortó dos orejas, una en cada uno. Luque toreó con despaciosidad, temple, cadencia y mucho gusto. Llegó con la resaca de buen toreo y buen concepto. Sin embargo, no se dieron las condiciones de encuentro entre toros y toreros para que la tarde rompiera, a los de Luis Algarra les faltó un poco más y no permitieron la expresión.
Diego Urdiales saludó al primero de la tarde en una brega lucida de llevar la embestida sin excesos. Lo tanteó genuflexo por abajo, sin terminar de asentarse con el en los primeros compases, el viento soplaba con fuerza. Tenía que tocarlo con firmeza, encontrando el sitio, bajándole la mano, abriendo y recogiendo, sobre el mismo eje. Desarrolló la faena sin salir del tercio, intentando resguardarse del viento. Lo intentó al natural, señalando el camino, pero sin nada que poder sacarle, a pesar del empeño que este puso. El toro era excesivamente protestón y bronco. Mató con acierto y determinación.
Manzanares levantaba pasiones en Colmenar, algo que confirmó con su saludo capotero al segundo, al que lanceó por verónicas, estirandose con cadencia y compás. Lo tanteó levemente, sin que el viento cesara. Empezó a llevarlo sobre el pitón derecho y el animal se fijaba en la tela, pero se metía por dentro. A pesar de la intensidad que le quisiera dar el alicantino, el astado seguía la faena cabeceando, ya que la forma de la franela se perdía con el viento. Le bajó la mano y al natural fue depurando embestidas, provocándolo, sin dejar de insistir, tirando del animal en dos tiempos. Tomó la muleta con la mano derecha y, aunque el animal recortaba terreno, se mantuvo con quietud, dejando que los vuelos lo envolvieran y llevaran. Fueron embestidas sin contenido, pero a las que Manzanares trató de dar forma. Mató con acierto.
El toro parecía haber salido suelto, pero Luque, sin moverse del sitio, permaneciendo anclado al firme, bailando con sus muñecas, meciéndolo, para después ganarle terreno. Inició la faena con la misma quietud, ciñendo distancias, apretándolo en tablas. Echó el paso adelante y lo fue sacando. En la primera serie sobre le pitón derecho no le terminó de bajar la mano, pues el animal iba apurando sus fuerzas. Cambió al izquierdo, pero cada vez se le quedaba más encima, afeando su embestida, sin terminar de cumplir en el muletazo. No pudo tirárselo por abajo. Acabó metido en sus terrenos, arañando lo poco que este le prestaba.
Diego Urdiales trató de diseñar un saludo capotero lucido, pero el astado, totalmente ajeno al capote, y el viento no colaboraron en su labor. A pesar de las condiciones mostradas en los primeros tercios, Urdiales inició la faena como si aquello no le importara. Lo llevó a media altura, con un trazo largo que lo envolviera y lo devolviera a la tela, en busca de la continuidad. El toro no tenía nada que trasmitiera a los tendidos. En el toreo al natural, logró que siguiera el pico de la franela por abajo, abriendo hacia afuera. Encontró la inercia a base de insistirlo, ligando un pase tras otro, calando a los tendidos. Se mantuvo en el sitio y se la dejó muy puesta, buscando el siguiente muletazo. Metió la mano, provocándole un derrame.
Temple, despaciosidad y mucha elegancia, así fue el saludo capotero de Manzanares. Lo pasó por ambos pitones, probándolo para después seguir sobre el pitón derecho. Lo llevó con la mano a media altura y mucha voz, con un toque que lo fijara y no se le fuera de la faena. Tenía poca fuerza y en cuanto le bajaba la mano, caía sobre el albero, por lo que dificultó su labor en la faena. El viento tampoco ayudó. Trató de adelantarle la tela, mostrándosela, para enganchar la embestida desde el principio, para después bajarle los vuelos del toreo al natural y llevarlo hasta el final. La faena no llegaba a tomar vuelo, se repetían tandas sin que la embestida fuera a más, a pesar del buen inicio que el animal había mostrado en el capote.
Daniel Luque saludó al último de la tarde y segundo de su lote en una brega bien llevada con la que trató de sacarlo a los medios. Lo tanteó por abajo, ganándole terreno, pero sin terminar de sacarlo del todo, pues el viento no dejaba de soplar. Citó arriba y le fue bajando la mano muy despacio, encontrándose con su embestida en la franela. No había toro como para una faena de muchos matices. Estaba limitado y había que aguantarlo para que no se viniera abajo. Se cruzó y se la enseñó delantera, ganándole sitio, enganchando la embestida para llevarla ligada. Además, le giraba la muñeca en mitad del trazo, todo ello sin quitársela del morrillo, tratando de dar continuidad. Pero el animal, tras una tanda al natural, dijo basta, empezaba a medir y a defenderse.
Colmenar Viejo. Toros de Luis Algarra para Diego Urdiales, ovación y ovación; José María Manzanares, oreja y oreja; Daniel Luque, oreja y ovación.

Entradas Relacionadas

Scroll al inicio