domingo, 5 de mayo de 2024

Luque para el tiempo en Colmenar Viejo

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ

La Feria de Colmenar vivía una de sus tardes más importantes con una corrida de toros en la que estaban anunciados Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y Daniel Luque. Los diestros se midieron a los astados de Zacarías Moreno, un encierro al que hubo que buscarle el aire, no siendo facilones en la tela. Morante pasaportó al primero de la tarde, mientras que al segundo trató de alargar la faena, pero el animal no pasaba si no se le citaba en el sitio. Talavante cortó dos orejas, una en cada toro, con faenas que calaron en el público desde el primer momento. Sin embargo, las embestidas del quinto no tenían nada que decir. Si alguien brilló con luz propia en la tarde fue Daniel Luque, con una forma de torear que paró el tiempo, levantando a la plaza entera, llevando su faena a un ritmo de “olé”. La cadencia absoluta, con una torería depurada que reafirma el buen momento en el que se encuentra el diestro, que desorejó al sexto de la tarde, a pesar de lo caras que vendió sus embestidas.

Abría la tarde Morante de la Puebla, recibiendo a “Misterioso”, un toro que soltaba la cara por alto y que salió suelto, muy agarrado al piso para seguir aquellos lances. Morante saludó al primero de su lote junto a las tablas, sin terminar de bajarle la mano. No terminaba de pasar, simplemente tocaba con la franela, así que lo pasaportó.

Talavante encontró el aire y compás al segundo de la tarde, un toro que respondió con celo al capote de Alejandro Talavante. Cautivó con el quite. Inició la faena genuflexo, buscándolo por abajo, sometiéndolo. Siguió abre el pitón derecho, roto sobre su cadera, echándoselo atrás. Alternando pitones. El animal mostró buen son, con fijeza en la franela y con movilidad, permitiendo la continuidad en la faena. Recuperó su mano izquierda, llevándolo con los vuelos, muy metido, cosido en el engaño. Empezó a desarrollar en cuanto lo vio, así que era el momento preciso de cambiar la ayuda por la espada. Le metió la mano y el animal dobló.

Luque saludó al primero de su lote, le costó adentrarlo en su capote, pues por el izquierdo se le metía por dentro, mientras que por el derecho salía ligeramente suelto. Llegó el último tercio y Luque lo fue tanteando por ambos pitones, sacándolo de tablas, buscando los terrenos. El toro buscaba y salía con cierta brusquedad. Se frenaba en la muleta, pero Luque trató de ceñirse y provocarle abajo, para que lo único que viera fuera la muleta. Uno a uno, al natural y desde los medios, encauzando la embestida, la fue llevando, inmerso en los vuelos, obligándolo por abajo. La música empezó a sonar, pero Luque pidió que cesara, le estaba costando meterlo en la faena y mantenerlo abajo, limando asperezas. Cambió la ayuda y cerró su faena en la suerte suprema, con la que el animal tardaría en doblar.

Morante de la Puebla no encontró el punto al segundo de su lote, con un saludo de poco acople ante un astado que medía. Con unos tercios breves, inició la faena con un suave tanteo, tomando las distancias, intentando mostrar lo que no valía. Entre discrepancias en los tendidos, Morante siguió pasándolo, estirándose momentáneamente, sin pasarlo de la raya. Aún así, logró robarle una tanda sobre el pitón derecho. Morante sabía lo que había, pero quiso lucirse y adornándose con lo que podía. El toro se lo pensaba, retrasando su entrada en el pase, solo atendía cuando el diestro se encontraba en el sitio. Debía cruzarse y provocarlo con firmeza y poder para que este mostrara su embestida. Falló con los aceros. 

Talavante se fue a los terrenos del dos para saludar al segundo de su lote. El animal, que salió suelto, no le permitió el lucimiento. Se fue a los medios para brindar al respetable, para después iniciar la faena en el mismo sitio que lo saludó con el capote. Lo pasó por alto, por ambos pitones, entre ovaciones. Siguió sobre la mano derecha, citando, llevando, dejando el paso atrás y dándole continuidad a la serie. Talavante mantuvo la despaciosidad y la cadencia en sus series. Toreó con la izquierda, esa izquierda de Talavante de trazo largo y limpio. Dosificó y midió muy bien los tiempos, dejándolo respirar entre tandas, para después llevarlo totalmente cosido a la franela. La profundidad la puso Talavante, pues la embestida se iba viniendo a menos. Cerró con lucimiento y en la suerte suprema dejó una estocada efectiva para que el animal doblara.

Daniel Luque diseñó el mejor saludo capotero de la tarde, llevando al toro a base de verónicas, ganándole terreno, estirándose con él a un mismo compás. Caricol y Zayas resultaron prendidos en el desarrollo del tercio de banderillas, el animal se metía por dentro, cortando. Luque brindó en los medios para empezar la faena en los terrenos del uno, pasándolo por alto, muy despacio,  bajándole la mano, pero sin evitar la embestida descompuesta. Por ello, lo fue rematando por abajo, entre “olé” en los tendidos. Se dispuso sobre el pitón derecho, abriendo el compás, dándole sitio, mostrándole la salida, sin que le tocara la tela. Cambió al natural, con una cadencia absoluta repleta de torería, parecía haber parado el tiempo. Luque exprimió al astado, aguantándolo en el sitio, sin apenas rectificar. Caló desde el primer momento, a pesar de que le pusiera a Luque las cosas muy difíciles. Luque levantó a la plaza de toros de Colmenar Viejo. Cerró por luquesinas, en un sin fin de repeticiones.

Colmenar Viejo. Toros de Zacarías Moreno para Morante de la Puebla, pitos; Alejandro Talavante, oreja y oreja; Daniel Luque, ovación y dos orejas.

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