martes, 30 de abril de 2024

Colombo corta la única oreja de la tarde

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Reseña

GUARISMO DEL OCHO

Juan Leal frenó a “Marismeño” en un saludo atropellado y poco acople en el que trató de desplazar al animal sin éxito. Empezó su faena de rodillas, calando rápidamente en los tendidos, ligando a base de inercia. Se levantó y siguió sobre el pitón derecho, pero el animal denostaba incertidumbre en la tela, volviéndose con rapidez y buscando. Fue ahormando las embestidas, pero sin limar los derrotes secos que le fue soltando a cada pase. Volvió a ponerse de rodillas, teniendo que apurar, se le vino por dentro y a punto estuvo de prenderlo. Falló con la espada.

“Cepillito” le tocó en suertes a Román Collado, que le costó fijarlo en la tela, después lo enseñaría con suavidad hasta sacarlo de los tercios. Se inició la faena de muleta, a pies juntos, pasándolo por ambos pitones, con mucha suavidad. Empezó a bajarle la mano, muy despacio, entre mimos, guiando su escaso recorrido. Le echó los vuelos por delante, enganchándolo pronto, aprovechando la fijeza, pero el animal llegaba hasta donde podía. Cerró por manoletinas y dejó una buena estocada. 

Colombo recibió  a “Arquero” de rodillas, primero con dos largas cambiadas, después se levantó y siguió con el sacándolo hacia los medios. Sería el matador de toros el encargado de ejecutar el tercio de banderillas, buscando en la grada de sol su atención, de hecho llegó a recoger alguno de los objetos que le lanzaron desde la parte de sol y con la otra mano sujetar la banderillas. Puso a la plaza de acuerdo. Se sentó en el estribo y se lo pasó de un lado a otro sin levantarse, así comenzaba la faena de muleta. El animal presentaba buen son, algo que el diestro aprovechó para darle continuidad y lucimiento a la faena. Dejaba la cara alta, protestando su paso por la tela, no le gustaba sentirse sometido y se defendía por ambos pitones. Se tiró al segundo intento.

El segundo del lote de Juan Leal salió suelto, por lo que el diestro francés no pudo estirarse con el astado. Se puso en los medios y se lo pasó por la espalda, sin rectificar, dejando así los primeros compases de la faena. Fue tirando de la embestida, hacia adelante, en tandas cortas y muy medidas. No pausó la faena, pero sí que le dejó respirar. El animal se cansaba rápido de la tela, descomponiéndose en cuanto la tocada. Tenía una embestida vacía a la que Juan Leal trató de meter. Mató al astado y en los últimos arreones estuvo a punto de prenderlo. 

Román trató de dar forma al saludo capotero junto al quinto de la tarde, pero salió suelto. Román lo fue probando poco a poco en los primeros compases de la faena de muleta, dejándolo pasar con mucha suavidad. Entraba buscando el cuerpo, así que Román trató de dejársela muy puesta para que solo pudiera ver la tela. Lo fue templando y llevándoselo a su terreno, fijándolo y abriéndolo sobre el pitón derecho. Lo hizo con pulcritud, a pesar de las adversidades que el animal presentaba. Se crecieron y dejaron detalles en una faena que fue una obra artesanal, en la que lo vació al natural. Falló con la espada.

“Llorón” cerraba la tarde en las manos de Jesús Enrique Colombo, que lo fijó en el percal y lo fue llevando, conduciendo la embestida. Colombo se ciño al astado para dejar los palos. Tras brindar a las peñas inició su faena genuflexo, buscándolo por abajo. Citaba y guiaba, dándole salida a una serie reunida. Colombo exigió con firmeza en el cite para que el toro pasara, teniendo una faena precipitada en el que el animal ganaba terrenos. Cada vez más parado, solo se defendía, sin movilidad alguna. Dejó un estoconazo.

Ficha del festejo:

Pamplona. Toros de Cebada Gago para Juan Leal, ovación tras aviso y silencio; Román, ovación y vuelta al ruedo; Colombo, ovación y oreja.

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