sábado, 4 de mayo de 2024

Leo Valadez corta la única oreja de la tarde

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 

Las Ventas vivió una tarde diversa, con tres matadores de toros que dieron variedad en los tercios, entregándose ante los astados de Hnos. García Jiménez y Torrealta. Los ejemplares fueron complejos, las oportunidades para el triunfo las vendían caras y algunos ni las ofrecían. Fue una tarde de confirmación, Leo Valadez confirmaba su alternativa de la mano de El Fandi y Manuel Escribano, como padrino y testigo, respectivamente. Al joven matador de toros, Leo Valadez, se le pidió la oreja, tras una buena faena que no debió ser suficiente para que la petición tomara cuerpo. Con el último se tuvo que emplear, le exigió, así que lo buscó por abajo, llegando a ser duramente volteado. El Fandi y Manuel Escribano se inventaron las faenas con los primeros de sus respectivos lotes, insistiendo, robándoles las embestidas. Algo parecido le ocurrió al director de lidia con el cuarto de la tarde, con el que encontró más acople al natural. Escribano dejó empeño, entrega y una buena faena con el quinto, pero con una estocada que restó para triunfar.

“Discreído” abrió la tarde en Las Ventas, algo parado, pero con pies, pero que finalmente frenó Leo Valadez, mostrando una gran variedad en el capote. El de Hnos. García Jiménez se empleó en el caballo, entrando con fuerza. Trazó un extraordinario y ceñido quite por serpentina y rebolara para después seguir con el tercio de banderillas, que protagonizó el propio matador de toros. Se llevó a cabo la ceremonia de confirmación, para que le siguiera un inicio de rodillas, citándolo en la larga distancia. Al animal le costó tomar el segundo nuletazo, que llegó después de un molinete, pero los siguientes llegaron con la propia inercia, repitiendo en la tela. El viento no era un aliado en la tarde de este domingo. Había que meterlo a base fijarlo y llamarlo, le costaba atender al cite, sin prontitud y muy justo de fuerza. Le fue bajando la mano, pero se le quedaba muy encima. Terminó toreando en el tercio, sin que terminar de pasar, con un animal algo buscón. Mató con efectividad.

El Fandi frenó a un segundo protestado, sosteniéndolo en el percal, recibiendolo por abajo para después estirarse a la verónica. Sería Manuel Escribano,  Leo Valadez y El Fandi quienes se encargaran de dejar tres pares de banderillas de lo más destacado. Después de que Leo le devolviera los tratos, El Fandi lo recibió en la franela gebuflexo, aprentándolo en tablas. Rápidamente, cambió los terrenos, lo sacó más allá del tercio, bajo el tendido del cuatro. El animal no era del todo uniforme y no tardó en decantar sus intenciones, su querencia a tablas. No había faena, aunque lo intentó, sobre el pitón derecho, robándole una tanda de insistencia, pero el de Torrealta se resistía a tomar la franela. El Fandi no desistió y siguió, pegado a tablas, robándole embestidas. También lo mostró sobre el pitón izquierdo, encerrándose en aquellos terrenos.

Manuel Escribano se fue a portagayola para recibir al primero de su lote y tercero de la tarde. Después el animal tomó la tela recto y sin bajar la cara. De nuevo, eran los tres matadores de toros los encargados de deleitar al público venteño con el tercio de banderillas, siendo el par de Manuel Escribano el más ovacionado. Se dirigió a los medios y desplegó la franela, desde allí lo esperó, con los pies juntos, por estatutarios, pasándoselo por la espalda para después seguir con un ligero tanteo. El animal soltaba la cara, saliendo por alto de cada muletazo, así que Escribano trató de depurar las asperezas que el astado presentaba. Intentó que no le tocara la tela, llevándolo a media altura, sin obligarle por abajo y evitar que este se descompusiera. No permitía la ligazón, aunque el diestro sí encontró cierta continuidad en el peligro sordo que el animal le ofrecía, doblandose algo más por abajo. Mató con acierto.

El Fandi recibió a “Catalejo” en un saludo capotero breve. Cuajó un gran tercio de banderillas, a pesar de que en uno de los pares pasará en falso. Lo tanteó por abajo, sacándolo genuflexo, tirando del astado hacia delante. Lo tomó sobre el pitón derecho, llevando los arreones del de Torrealta muy despacio, dosificando, adentrándolo poco a poco, templándolo. No terminaba de llevar la cara abajo, pero a El Fandi parecía preocuparle bien poco. Se le quedaba encima, mirándolo. Al natural, algo más de sitio ganó, llevándolo algo más lejos y encontrando acople. Pinchó en la suerte suprema, hundiendo el acero al segundo intento.

Manuel Escribano volvió a recibir al segundo de su lote a portagayola, para después seguir con una larga cambiada de rodillas. Manuel Escribano dejaba unos buenos pares de banderillas en lo alto, en el sitio, asomándose, culminando con un par sentado en el estribo. El de Hnos. García Jiménez no tardó en fijarse en el sevillano, aunque le costaba mantenerse metido en la franela en los primeros pases, el diestro lo tomó por abajo, obligándolo a volver. Al animal había que atarlo en corto, justo lo que hizo Escribano, ganándose las ovaciones en los tendidos. Le siguió bajando la mano, pero dándole salida, sin terminar de quitarle la muleta del morrillo y poder tirar de él. Lo llevó al natural, estirando la embestida. Por el derecho tenía peor salida que entrada, pues llegaba a intentar colocar la cara. Volvió a la izquierda, adelantándole la muleta para meterlo en las series y abrocharlo. Metió la mano, pero la espada quedó trasera y caída, a pesar de ser efectiva.

Leo Valadez no se pudo terminar de estirar con el de Torrealta, con el que sí que hubo destellos en el saludo capotero y brillo en el quite por zapopinas. El tercio de banderillas volvía a completarse con los palos de El Fandi, Manuel Escribano y Leo Valadez. El diestro le bajó la mano en el tanteo inicial, llevándolo genuflexo hasta sacarlo del tercio. Lo ató en corto y por abajo, dejándole los vuelos, obligándolo a volver y repetir, dándole continuidad y ligazón a las series. Había que estar muy metido en el sitio cruzándose. Pero el peligro sordo ya le había avisado y, finalmente, hizo de las suyas. Lo prendió de fea manera, pero volvió a la cara del animal, toreándolo con raza y firmeza, aquella vergüenza torera que cautivó los tendidos. Le metió la mano con rotundidad y de igual manera dobló el astado.

Toro Hermanos García Jiménez y Torrealta para El Fandi, ovación y silencio; Manuel Escribano, silencio y vuelta al ruedo; Leo Valadez, ovación y oreja.

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