sábado, 4 de mayo de 2024

Faltó fósforo

Facebook
Twitter
WhatsApp

Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 
Las Ventas continuaba con su ciclo sanisidril, con una novillada de Los Maños, ejemplares a los que Carlos Domínguez, Arturo Gilio y García Pulido estoquearon. Los de Santa Coloma se mostraron más dispersos en los primeros tercios, entregándose más en la franela. Hubo muy buenos compases con “Cobrador”, en las manos de Arturo Gilio, que logró atraer los primeros pañuelos de la tarde. El animal favoreció a ello, pues embestía abajo, colocaba la cara, siguiendo los engaños a buen ritmo. Lo mismo ocurrió con “Tostadino”, con un buen pitón derecho que derrochó alegría y sabor en la tarde. Sin embargo, a la primera novillada de la Feria le faltó romper, los de Los Maños presentaron movilidad, pero nada de transmisión. A Carlos Domínguez y a García Pulido no se les pudieron negar las ganas y entrega, aprovecharon las embestidas, haciendo sus respectivas faenas, aprovechando la continuidad que les ofrecían. Sin embargo, se quedó ahí. La tarde terminó de enfriarse con el percance de Arturo Gilio, prendido feamente ante el quinto, con una herida por asta de toro con orificio de entrada y salida.
Carlos Domínguez frenó a “Saltacalcelas”, un astado suelto. Le costó fijarlo, por el derecho soltaba algo más la cara en su salida. Destacó con el percal, desde los medios, Arturo Gilio, así como lo hicieron los de plata durante el tercio de banderillas. Brindó y se fue al tercio para comenzar la faena, reposado y con temple le embaucó en los primeros muletazos. Logró coserlo abajo, tirando del de Los Manos a base de vuelos, mostrándole una salida en la que rápidamente tiraba de él para meterlo de nuevo en la tela. El animal siguió los engaños con celo y fijeza, metiendo la cabeza abajo. Esperó la embestida, encontrando el ritmo, evitando que tocara la tela y se descompusiera. Retomó el pitón derecho, pitón por el que variaba su embestida, girándolo alrededor de su cintura, con el brazo atrás y llevándolo hasta el final. En los últimos compases tuvo que sujetarlo algo más, ya había dado todo lo que tenía y alargar era sinónimo de deslucir. Le costaron los aceros.
Arturo Gilio sacó repertorio en un saludo capotero frente a un astado de poca fijeza. Lo recibió fuera del tercio, yendo a su encuentro. El tercio de varas se alargaron, le dejaron llegar hasta el que guardaba la puerta, para después volver a llevarlo hasta los estribos de Antonio Rafael García, concluyendo un tercio polémico y escaso. Destacaba de nuevo los lances del quite, en este caso, los lances de García Pulido. El espada lo recibió a pies justo, alternó gebuflexo, aguantando las embestidas, al tiempo que lo seguía probando por ambos pitones. Le costaba entrar al primer cite, pero una vez metido, ligada hasta cuatro pases, siguiendo con ritmo y buen tranco la tela, metiendo la cara y humillando, a pesar de que en el primero todo fuera algo más irregular. Se dobló con el por abajo, echándole riñones, en un trazo largo, con la muleta plana. Al natural también encontró el compás, calando en el público venteño, buscando e insistiendo con determinación. Tuvo al de Los Maños a su merced. Mató igual que toreó.
García Pulido trató de frenar la embestida del astado, pero terminó por ir a su encuentro, logrando fijar su embestida bajo el tendido del 7. Durante el tercio de varas, el espada lo lanceó. Guillermo lo buscó abajo mientras lo sacaba al paso hacia los medios. Resultó un inicio suave, pero con temple, enseñando la embestida. El animal, a pesar de no bajar la cara por completo, sí que la colocaba, tomando bien los vuelos. Ambos encontraron el compás, uno esperando la embestida y el otro atendiendo al cite. Lo cierto es que el viento no ayudó en la faena del novillero, pues el de Los Maños, en cuanto encontraba tela, descomponía su embestida. Sobre el pitón izquierdo, diseñó series de trazo largo, llevando su brazo hasta atrás y dejando que su muñeca y los vuelos hicieran el resto. No era una faena armónica. Hubo aquellos destellos iniciales en los que parecía que iba a romper, pero solo pasó, eso sí de principio a fin, sin nada que decir, sus embestidas ya no eran las del principio. La estocada fue efectiva y el animal dobló poco después.
Carlos Domínguez tuvo un breve saludo capotero que no pudo culminar al quedarse descubierto. No se mostró demasiado en el tercio de varas, se lucieron más en el de banderillas. Los primeros compases de la faena de muleta se alternaron por alto y por bajo, insistiendo para que tomara la tela. Una vez metido en la tanda, ya solo era cuestión del paso atrás, tocar y continuarlo, sobre todo por el pitón derecho. Sin embargo, no fue todo tan sencillo, entraba con fuerza y tenía que seguir templándolo. También le costó algo más por el izquierdo, por el que siguió insistiendo con la franela abajo. Tenía que cruzarse y provocarle a pitón contrario. Retomó el derecho, pitón por el que mostró algo más de recorrido y uniformidad. Le aguantó el tranco, esperándolo en la tela, para que en la curva de los pases se quedara con él y siguiera los engaños. No tuvo acierto con la espada y llegó a escuchar el primer aviso.
“Tostadino” arrancó los aplausos del respetable a su salida. Arturo Gilio bregó con el, pudiendo estirarse brevemente en una verónica. Sería en el quinto cuando se escucharan las primeras ovaciones en el tercio de varas. El de Los Maños mostró mayor movilidad en banderillas. El mexicano eligió iniciar el último tercio de rodillas, pero en cuanto el animal perdió las manos, cambió y siguió en pie. Tomó la franela sobre la mano derecha, no sin antes cambiar los terrenos, para después ir curvando su embestida, al tiempo que seblo encajaba a la cintura, con las manoletinas ancladas al albero. Lo veía pasar mientras solo movía la parte superior de su cuerpo. El animal le tocó algo más la tela sobre el pitón izquierdo, aún así, el temple y el toque fijador lo metieron en la tela. Tomó de nuevo el pitón derecho, para terminar de encajarse con él. El espada le dejó tiempo, pues el motor se iba agotando y las embestidas eran algo más cansinas y cortas. Se vieron muy buenas tandas sobre ese mismo pitón en compases anteriores. Finalmente, el animal hizo por él, prendiéndolo de muy fea manera. El mexicano resultaba herido y no pudo pasaportar al segundo de su lote, sino que tuvo que hacerlo Carlos Domínguez.
El desconcierto reinaba en los tendidos, pero “Justiciero” y García Pulido se encargaron de centrar la atención de nuevo en el ruedo. Desarrollándose unos buenos tercios. El espada lo buscó por abajo, tanteándolo levemente mientras se mantenía genuflexo. Lo sacó más allá del tercio, ofreciéndole la larga distancia, pero no atendía desde tan lejos, acortó distancias y uno a uno, arrastrando la tela lo fijó. El de Los Maños andaba justo de fuerzas, no le podía bajar la mano en exceso. El ritmo que el marcaba era lento, no le gustaba sentirse podido, no le gustaba el dominio que el espada trataba de imponer. Ya casi en los medios, logró robarle una buena tanda, ahora sí, por abajo, sosteniendo la embestida. García Pulido no paró de llamarlo y tocarlo, pero la atención del animal era limitada. Estuvo muy digno con el último de la tarde.
Novillos de Los Maños para Carlos Domínguez, tímidos aplausos; Arturo Gilio, leve petición tras aviso y herido; Guillermo García Pulido, palmas y ovación.

Entradas Relacionadas

Scroll al inicio