viernes, 3 de mayo de 2024

Luque tiene la llave de la Puerta del Príncipe

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 Crónica

APC

Sevilla albergaba otra de las grandes corridas de toros anunciadas en su Feria. En esta ocasión, El Fandi, Miguel Ángel Perera y Daniel Luque se midieron a los astados de El Parralejo. Los astados dieron un juego complicado, exigieron y hubo que saber llevarlos, no les valía cualquier cosa. Les costó terminar de romper, aunque la entrega de los matadores de toros se impuso. Se cortaron, nuevamente, dos orejas, una para Perera, con su toreo templado y ligado; y otra para Daniel Luque, que a pesar de las condiciones que le prestaba, se puso e insistió hasta robarle la última de las embestidas. Vivió una de las caras más amargas sufriendo un serio percance en el primero de su lote, que le obligó a pasar por enfermería. A pesar del lote que tuvo en suerte, se inventó una gran faena ante el último, depurando todas las impurezas que el animal le prestaba. Tomó vuelo la tarde y abrió la Puerta del Príncipe. 

El Fandi recibió a “Alpargatero”, un toro de El Parralejo, que apretaba y arremetía con fuerza contra el percal. El diestro protagonizó el tercio de banderillas, ciñéndose al animal. Inició el último tercio de rodillas. Después, continuó aprovechando la inercia que este le brindaba para ligarlo en las series. Su tranco era ligeramente irregular y no terminaba de humillar hasta el albero, sin entrega, siguiendo los engaños con fijeza, con la muleta en el morrillo. El viento incomodó a El Fandi, que se exponía en un pitón izquierdo más exigente pero insípido. Retomó el pitón derecho, ya entre arreones y con un palazo en la cara. Mató con aseo.

Miguel Ángel Perera recibe al segundo de la tarde “Dulzón”, con el que se pudo estirar hasta sacarlo más allá del tercio. Perera se midió a un toro algo más suelto, le costó adentrarse en el tanteo que le prestaba el diestro. Le dejó la franela puesta, bajándole la mano, imponiéndose a las embestidas. Todo se desarrolló en el toreo de riñones, desarrollando la mayor parte de la faena sobre el pitón derecho. Alargó el muletazo, por abajo, templándolo, ligando uno tras otro. El animal empezaba a levantar la cara con desinterés sobre el pitón izquierdo, una muestra que sirvió para retomar el pitón derecho, donde lo llevaba totalmente metido. Dejó un espadazo con el que tardó en doblar.

Daniel Luque no se hizo esperar y salió a saludar al de El Parralejo, que entraba recto sobre el pitón izquierdo, midiendo, frenándose y volviéndose sobre el derecho. Empezó la faena por abajo, genuflexo, sacándolo al paso, brevemente, cambiando los terrenos y sacarlo fuera del tercio. Lo tomaba delantero en la tela toreándolo de principio a final, muy encajado. Le puso la transmisión que al animal le faltaba. Había continuidad, pero había que llevarlo muy tapado y metido para que no se desligara. El desinterés y las medias arrancadas del astado,  le costaron más de un momento de angustia, le levantó y los pitones viajaron por el muslo, el pecho… un milagro. Metió la mano y lo pasaportó, no sin antes pegarle una nueva serie.

El Fandi frenó al astado, se lució con el capote, al compás y fuerza con las que salió el animal. Completó el tercio de banderillas el diestro, a pesar de los momentos de apuro. Lo pasó por alto, probándolo por ambos pitones, intercalando alturas, bajándole cada vez más la mano. Lo llevó en una primera tanda, tirando del animal. Acometía sin llegar de romper, terminando los muletazos por alto, sin uniformidad. Aguantando los pases, esperando para que su embestida no perdiera el ritmo de su muñeca. Lo llevó algo más en corto, pero sin sabor. 

“Despótico” salió totalmente descoordinado, entrando sin uniformidad en el capote de Miguel Ángel Perera. Un toro que finalmente fue devuelto a corrales. “Jarrero” salió en lugar de “Despótico”, por el derecho salía algo más por alto, pero encelado en la tela. Empezó la faena por abajo, sacándolo hacia los medios, sin demora, mientras templaba las embestidas. Le tomó la altura, sin ser demasiado baja, tomándolo, toreándolo en el pase y mostrándole la salida. Sin embargo, las salidas por alto no evitaban que tocara la tela. Tomaba el engaño con violencia, no le gustaba sentirse dominado. Fue un tira y afloja continuado. 

Daniel Luque saludó al sexto y último de la tarde con una meritoria labor de brega. Lo paseó por ambos pitones, con mucha suavidad, buscando los terrenos, la distancia y la altura. El animal entraba con un tranco desmedido, algo de lo que se encargó Luque de ralentizar, unificar y aunar las embestidas. Lo tenía bajo su poder, en un cite poderoso y un pase dotado de profundidad. Le bajó mano, esperándolo con cadencia, exprimiendo la viveza de esa embestida, totalmente, depurada. Rompió y tomó vuelo la faena que se inventó Daniel Luque. Cerró por luquesinas. y le siguió una estocada en todo lo alto, aunque ligeramente trasera.

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