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GUARISMO DEL OCHO
Urdiales se empleó en el saludo capotero. Le costaba atender a las órdenes del matador. No tenía prontitud ni obediencia, no hubo ninguna armonía o acople entre ambos. Entraba a la defensiva. El percance, anunciado, llegó cuando el riojano le perdió la cara al de Victoriano del Río, siendo volteado con gran brusquedad y esperándose lo peor. Afortunadamente no hubo heridas por asta de toro que lamentar, aunque sí se le pudo apreciar una herida sangrante en la cabeza, una pequeña brecha a la que el diestro restó importancia. Al concluir el festejo acudió a la enfermería de la plaza de toros de Valencia.
