viernes, 3 de mayo de 2024

Perera indulta a “Heredero”

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GUARISMO DEL OCHO


  
Ya de salida humilló Heredero con bondad y mucha clase. Y despacio, muy despacio. Y ya desde el inicio lo toreó Miguel Ángel con esa misma lentitud, incluso, haciéndola más lenta. Y con las manos por abajo, desmayado. Y el cuerpo grácil y natural acompañando a compás el viaje del lance. Era el preámbulo de una obra que terminó siendo inmensa de todo. Tan Perera en su comienzo con el péndulo por la espalda en los medios y tan Perera también en la manera de presentar la muleta y de fluir ésta, absolutamente líquida, para acariciar la embestida con tacto de seda natural. Codilleaba el torero para recoger en su mando de terciopelo la delicia de esa embestida del toro de Huagrahuasi. Muy medidas las primeras series para quebrar las fuerzas medidas también del animal. Fuerza que se hizo fuerte conforme el temple proverbial de Miguel Ángel fue obrando la sinfonía. Heredero se hizo más grande y mejor toro por el pitón izquierdo por donde el torero lo cuajó a lo grande. Perfecto todo en su hacer: la inteligencia puesta al servicio del toreo y el arte sublimando la capacidad para esculpir el potencial de un toro de calidad enorme. No tardó en asomar la petición de indulto ni tampoco que el presidente sacara el pañuelo naranja, la llave de la libertad bien ganada para un animal que será la simiente tan necesaria en el campo bravo ecuatoriano. Estaba justificada la emoción del ganadero, José Luis Cobo.
También disfrutó Perera por momentos en su primero, sobre todo, en el arranque de la faena de muleta, muy templado también. Meció la embestida hasta que el toro se puso incierto y cambiante, de forma que igual obedecía entregado a la muleta del torero y se desplazaba con franqueza, igual protestaba, soltaba la cara y salía descompuesto. No se excusó en ello Miguel Ángel, que no se cansó de buscarle las vueltas en busca de corregir esos defectos y lo logró por momentos hasta que el astado decidió irse a tablas. Y se puso incómodo para el final, por lo que lo pinchó dos veces antes de descabellarlo. Un final injusto que molestó a Perera más que a nadie hasta que se sacó la espina a lo grande después correspondiendo así al cariño del público de Latacunga y, de paso, empezando a celebrar su cumpleaños.

Fotos ANDREA GRIJALVA

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