domingo, 28 de abril de 2024

Ginés Marín abre la Puerta Grande en Madrid

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  
La plaza de toros de Las Ventas cerraba la Feria de Otoño con una corrida de toros de máxima expectación. Morante de la Puebla, Alberto López Simón y Ginés Marín, frente a los de Alcurrucén, agotaron todo el papel. Un 12 de octubre, un día para celebrar, el respetable estaba entregado con el de La Puebla, tras una primera faena en la que la ficción quedaba atrás, Morante creó una nueva categoría. Exquisitez en el capote y en la muleta, llevando a un astado de limitadas condiciones, pero al que sacó el máximo provecho. No tuvo tanta suerte con el segundo de su lote, un astado limitado en todos los sentidos, sin raza ni entrega. Alberto López Simón fue el que cortó la respiración en Las Ventas, tras resultar prendido en el inicio de su primera faena. Aunque volvió a la cara del animal, tuvo que pasar por la enfermería. Mostró ese toreo de cercanías al que tanto ha acostumbrado. Ginés Marín estuvo muy entregado con los de su lote, pero las opciones se limitaron, los de Alcurrucén ofrecían muchas teclas y poca entrega. Sin embargo, rompió con el segundo de su lote, envolviéndose con el animal.

El primero de la tarde salió algo disperso, hubo que encelarlo. Morante lo intentó en una labor de brega limitada y pausada. Corrió la plaza antes de que lo fijara. El de La Puebla lo esperó en el tercio, continuando la brega, llegando a pasar el tercio y estirarse a la verónica hasta rematarlo por una media. El quite de López Simón tuvo su peligro sordo, con un astado que se quedaba corto, no terminaba de pasar. Llegaba el último tercio y Morante lo inició por alto, tanteándolo por ambos pitones, sacándolo con ritmo hacia los medios. Siguió sobre el pitón derecho, ligando, sin frenar la embestida desmedida que el animal prestaba. Continuó al natural, uno a uno, dejándole el pico, buscándolo a pitón contrario para dejarlo pasar, acompasándolo con su cintura. Lo devolvía al nuevo natural con un sutil giro de muñeca. El animal pasaba a media altura, con una continuidad limitada, frenando la composición de las series. Exprimió lo que quería mostrar. Puso a la plaza a aplaudir, hubo unanimidad. Mató con una estocada entera, tirándose sobre el animal, sin dejarse nada.
“Ferretero” fue el segundo ejemplar de Alcurrucén. Alberto López Simón lo recibió con suavidad, buscándolo por abajo, luciéndose con el astado.  El animal no quería excesiva pelea en el caballo. El tercio de banderillas estuvo marcado por la embestida pausada y poco interesada del astado. Brindó al público y desde los mismos medios, a pies juntos, el astado se lo llevó por delante, buscándolo, con unos pitones que pasaron por zonas muy comprometidas. Volvió a la cara del animal, llevándolo sobre el pitón derecho, midiéndose a un astado de embestida corta y a media altura. El torero madrileño trató de fijarlo abajo, con un toque firme, dejando el pico en el morrillo y tirando del astado. De tres en tres, tragaba, después empezaba a buscar. Quiso mostrarlo al natural, abriendo el compás, muy despacio, sin lograr completar los naturales. Se cruzó, jugando a favor del astado, acortando distancias. Se lo echó encima, poniendo lo que al otro le faltaba. En la suerte suprema dejó una importante estocada que bien mereció una oreja, oreja que no recibió.
Ginés Marín lo dejó correr antes de saludarlo en los primeros compases. Más allá del tercio, lo fue llevando hacia los medios, a base de verónicas que dejaron buen sabor ante la embestida dulce del de Alcurrucén. Gustó el tercio de varas, lo cierto es que Guillermo Marín fue preciso, ante las facilidades que el animal mostró. Morante no desaprovechó su quite, que ejecutó al sonido acompasado de los “olé”. También hubo réplica, por parte de Ginés Marín, igual de ovacionado que el de La Puebla. Inició el último tercio de rodillas, probándolo por ambos pitones, levantándose para seguir con el tanteo. Las condiciones en los primeros compases fueron limitadas, había que mimarlo, sujetando la embestida. Precisaba medias distancias, dejándosela puesta para tirar del astado y ligar. Toreando con verdad, envolviéndoselo a la cadera. Por el pitón izquierdo perdía uniformidad en la embestida, se quedaba encima, solo los vuelos, lograban enseñarle la salida. Lo provocó y buscó a pitón contrario, cruzándose, pero sin recibir dulzura, solo intermitencia. No se pudo sentir podido, pues a la salida buscaba el cuerpo y no la tela. La estocada fue certera y fulminante.
Morante de la Puebla inició el saludo capotero con una brega en la que trató de conducir la embestida. Bregó con la sosería y falta de entrega. Lo tanteó en las tablas, sacándolo genuflexo hacia el tercio  sometiéndolo por abajo, entre suavidad y despaciosidad. Alargó el tanteo, ya en los medios, pero le faltaba raza y entrega al de Alcurrucén. Lo mostró sobre el pitón derecho, para después seguir sobre el izquierdo, uno a uno, sin que el animal terminar de completar los muletazos. Evidenció los defectos y se fue directo a por la espada. Mató con acierto.
El quinto de la tarde, un ejemplar de nombre “Deseadito” se emplazó en los medios. Cuando decidió entregarse en el capote lo hizo sin pulcritud, ni terminar de romper. López Simón lo provocó, pero es estaba justo de fuerza, muy mermado en la muleta, saliendo por alto. Sobre el pitón derecho, a pesar de lo áspero de su embestida, logró ligar los muletazos, con un cite delantero y su posterior paso atrás, componiendo con despaciosidad y técnica. Al sentirse podido, el animal rompía en violento, algo que se acentuó en las distancias cortas del madrileño. No se dejó el toreo al natural, que sin que terminara de pasar, el diestro ya completaba los naturales. No hubo transmisión, no quedaba nada que mostrar, el diestro lo intentó, sin opciones. Culminó su labor con una espada certera.
El último de la tarde salió suelto, le dejaron correr para después frenarlo en la tela con un saludo muy comedido. Tras un leve tanteo, lo sacó del tercio y se fue directo a los medios. Acercándose a él con la muleta en la espalda, para después mostrársela muy plana y tirar del animal. Logró transmitir con el complejo sexto, al natural, a pesar de su ajustada embestida, el astado entraba y salía buscando tela por abajo. Totalmente roto, lo exprimió envolviéndoselo en su cuerpo, ligando uno tras otro, dando la vuelta al a su faena. Con cadencia y por abajo se lo pasaba como si nada, derrochando torería. El animal tardó en doblar, a pesar de la estocada.

 Las Ventas. Última de la Feria de Otoño. Toros de Alcurrucén y El Cortijillo para Morante de la Puebla, oreja y palmas; Alberto López Simón, ovación y palmas; Ginés Marín, ovación y dos orejas.

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