viernes, 3 de mayo de 2024

Aires mexicanos

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 Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 

Las Ventas reanudaba la Feria de Otoño con una novillada picada en la que se lidiaron unos complejos ejemplares de López Gibaja. Los astado dieron un juego más que limitado, no hubo fuerza, ni entrega. Tampoco terminaban de romper en la franela, pasando sin entrega. Solo el tercero fue la excepción, que le tocó en suertes al mexicano Alejandro Adame, que lo toreó por ambos pitones, dejándole la muleta en el morrillo, guiando su embestida. Alejandro Fermín e Ignacio Olmos tuvieron los peores lotes de la tarde, con el que las opciones se limitaron. Las espadas también tuvieron su protagonismo en la tarde, el acierto con los aceros no brilló en la novillada.

“Quieto” abrió la tarde, un ejemplar de López Gibaja, al que frenó en la seda Alejandro Fermín, que entre mimos y sin que volviera a perder las manos, logró llevarlo hasta rematarlo. Se perdió la referencia en el tercio de varas, no fue a mejor el de banderillas, en el que reinó el desgobierno. El primer muletazo se lo recetó por abajo, gebuflexo, pero no se podía exceder, así que volvió a subir la mano, pues el animal no podía doblarse, perdía las manos. Las protestas se generalizaron entre el público venteño. El animal seguía los engaños, repitiendo en el trazo largo del novillero. Le faltó fuerza y pulcritud, con unas embestidas a las que había que perderles pasos y dejarle mucho aire. Lo probó al natural, dejándole los vuelos en el morrillo, ante la quietud del novillero, el tranco irregular, pero repetitivo con el uno a uno. Alargó la faena, la cual culminó por manoletinas, en el tercio. Tras un primer intento, logró hundir el acero, dejándolo tendido.

“Sembrado” salió suelto, sin interés en el saludo capotero de Ignacio Olmos, que no logró encelarlo y, rápidamente, mostró su querencia. Lo dejó puesto en el caballo, donde acentuó su mansedumbre, sin pelea en el caballo, con la cara alta en todo momento. Tras el tercio de banderillas, brindó al público y fue a su encuentro, muy despacio, dejándolo pasar en largo, todo por alto. No se le podía buscar abajo, pues al sentirse podido, buscaba con brusquedad en la tela, con la cara alta. Le robó las embestidas una a una, sin llegar a romper en la tela. No quiso prolongar la faena, vacía, así que acudió a por la espada y sin un cierre previo lo colocó en suertes y le hundió la espada al segundo intento.

El tercero de la tarde fue recibido entre ovaciones. Alejandro Adame lo enceló en el capote, luciéndose y estirándose con él en el tercio. Se le hicieron muy bien las cosas y hubo colocación en el tercio de banderillas, gracias a ello, Curro Robles, que quedó a merced del astado, le salvó el capote de Ignacio Olmos. Inicio la faena de muleta en los medios, Alejandro Adame se lo pasó por la espalda. Empezó a torearlo, tocándolo y guiándolo con mucha voz. El animal atendía con ritmo y movilidad ante la determinación del mexicano. En el toreo al natural, lo buscó a pitón contrario, muy despacio, sin dejar de tirar del de López Gibaja. Midió las tandas, ajustándolas, para después retomar el pitón derecho abriéndolo al tiempo que recogía la embestida. Sobre la mano izquierda le recetó una nueva tanda, que parecía la última, en la que los vuelos eran lo único que alcanzaba a ver el astado. Estaba todo hecho y se tiró con verdad para pasaportar al primero de su lote. Sin embargo, la espada no tuvo el efecto deseado y tuvo que descabellar, llegando a escuchar el primer aviso.

Alejandro Fermín bregó al cuarto de la tarde, un astado de López Gibaja, que no permitió el lucimiento en el percal. En el tercio se dispuso para iniciar el último tercio, con un tanteo sutil por ambos pitones. Cambió los terrenos y tomó la muleta sobre la mano derecha, buscándolo a larga distancias, para aprovechar la inercia, pero la continuidad no llegaba. Había brusquedad y poca pulcritud en su embestida, sin culminar ni un solo muletazo. No hubo uniformidad alguna, se trataba el pase inicial de cada serie, el resto llegaban por el empeño del novillero. Al natural pudo obligarlo algo más, al emplear los vuelos, pero solo se podía deslucir ante las condiciones que el novillo prestaba. Alejandro Fermín le tendía la tela delantera, tratando de llevarlo enganchado desde el inicio pero no había nada que mostrar. Dejó un bajonazo trasero en la suerte suprema.

Ignacio Olmos firmó un saludo capotero de gusto al cuarto de la tarde. Lo probó por ambos pitones para después empezar a llevarlo sobre el pitón izquierdo con una tanda lenta, sin salir más allá del tercio. Con la derecha presentaba algo más de brusquedad en su salida, soltando la cara arriba. Su embestida no decía nada, tomaba la tela recto, sin obediencia ni interés en la franela. Solo podía pasaportarlo, pues a pesar de jugar bien en los terrenos, el animal no tenía nada que decir. No hubo acierto con la espada y tuvo que descabellar.

Alejandro Adame mimó a “Umbrático” que se mostraba irregular en el capote del mexicano. Se iniciaba la última faena de la tarde, entre provocaciones ante la escasa fuerza que presentaba el de López Gibaja. Se puso y metiéndose en sus terrenos, robándole cada embestida. El animal buscaba con su embestida reservada, sin querer entregarse en la tela. Cambió la ayuda por la espada. Falló con los aceros.

Las Ventas. Feria de Otoño. Novillos de López Gibaja para Alejandro Fermín, silencio y silencio; Ignacio Olmos, silencio y silencio; Alejandro Adame, ovación.

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