domingo, 28 de abril de 2024

Fernando Adrián se alza con la Copa Chenel

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 Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 

La Copa Chenel celebraba su final en Cadalso de los Vidrios, con un cartel al que daban forma Fernando Robleño, Fernando Adrián y Jesús Enrique Colombo, que se midieron a los astados de Adolfo Martín y José Vázquez. Se dejaron llevar, permitiendo las faenas de triunfo, aunque tenían la duración contada y había que aprovechar los muletazos. Robleño pudo obtener la rotundidad de la tarde, pero su fallo con la espada ante el cuarto le privó de todas las opciones que pudiera tener. Fernando Adrián brilló por su despaciosidad, temple, cadencia y pulcritud en las faenas. Colombo no terminó de encontrar las teclas al primero de su lote, se pudo y lo intentó entregándose.

Robleño recibió al primero de la tarde, un ejemplar de Adolfo Martín, muy aplaudido en su salida. Trató de fijarlo en la tela, abriéndolo mientras lo sacaba hacia los medios. Inició la faena genuflexo, tanteando la embestida, con un toro que cabeceaba con brusquedad. Buscó los terrenos y lo sacó a los medios, de uno en uno, completando una tanda sobre el derecho. Rectificaba y trataba de ordenar las embestidas, sería al natural donde buscara la longitud, dándole salida, dejándolo lejos, pero con los vuelos para que repitiera. Lo terminó toreando paralelo a tablas. Volvió sobre el derecho, perdiéndole pasos y tocarlo mucho para que volviera a entrar, pero embistiendo en la tela. Lo arrastraba detrás de la franela, como podía. Dejó un pinchazo hondo, con el que fue directo al descabello.
“Revoltoso” de Adolfo Martín estuvo en manos de Fernando Adrián, con un saludo capotero genuflexo con el que recogió la embestida repetitiva del astado. Escogió las tablas para iniciar el último tercio, llevándolo en línea recta, sin que tocara la tela, sacándolo con suavidad hacia los medios. Sobre el pitón derecho lo citó abajo, totalmente acompasado tomaba la franela, ralentizando la embestida. Necesitaba una muleta plana que lo metiera y guiara, para que después los vuelos lo devolvieran al engaño, pues, a pesar de su buen inicio, tenía el motor justo. Fernando se lo ciñó, apurando las distancias cortas, con un público totalmente entregado. Había más recorrido en el toreo al natural, que sin descomponer la embestida en ningún momento, lo aguantó hasta mostrarle la salida. Muy puesta y un buen toque lo metían en la muleta. No quiso alargar más una faena wue había estado muy medida, en la que el astado miraba y buscaba, en ocasiones.
Colombo salió a por todas, recibiendo con una larga cambiada de rodillas, junto a las tablas, al de José Vázquez. Se metía por dentro, buscando. Tras un tercio de varas en la que reinó el desgobierno, llegó el matador para protegonizar el de banderillas, donde se adornó y entregó, dejándolas en el sitio, culminando con un ovacionado par al violín. Tras brindar al público, lo tanteó por ambos pitones, obligándolo por abajo. Pasaba de uno en uno, sin entregarse, dejándole los vuelos, llevándolo con la muleta baja, obligándolo, para poder culminar las tandas cortas y poco continuadas que ofrecía el de José Vázquez. Colombo puso el motor que al otro le faltaba, tratando de dar forma a una faena en la que no hubo colocación. El animal seguía con humillación la franela, en las distancias cortas que el venezolano le recetó. Hundió el acero, dejándolo ligeramente tendida, pero efectiva.
Marcaba el ecuador del festejo un astado que no se terminó de fijar en el capote del diestro, así que se fue a los medios para poder completar el recibo. Salía por arriba con brusquedad y una embestida poco definida. El madrileño lo buscó por abajo, dándole movilidad y ritmo a las embestidas del de José Vázquez. Tras el inicio genuflexo  llegó el toreo sobre el derecho, cerrando los muletazos en la muerte de cada uno de ellos. Hubo desmayo y cadencia, provocándolo y aprovechando la inercia que el animal arrastraba del primer muletazo. Dotó la faena de ritmo y compás. Sobre la mano izquierda también lo encontró, muy despacio. Sin embargo, retomó los derechazos, pero el animal ya buscaba con la mirada las tablas, había bajado la intensidad de último tercio. Falló con la espada y llegó a escuchar el segundo aviso.
A pesar de la despaciosidad y buenas maneras en las que basó el saludo capotero, Fernando Adrián tuvo que rectificar en dos ocasiones, las mismas en las que quedó desarmado. Inició el último tercio doblándose con él, buscándolo por abajo, para seguir de rodillas hasta levantarse y sacarlo más allá del tercio. Rompió en la primera tanda, una serie por la mano derecha en la que hubo profundidad y determinación, alargando la embestida, llevándola hasta el final. Fernando Adrián apostó por las tandas cortas, en las que en cada natural se a dejaba puesta, tirando del animal. Había mostrado todo lo que el animal llevaba dentro, exprimiéndolo. Retomó el pitón derecho, con algo más de recorrido.. Terminó en el tercio, acortando las distancias, derrochando poder y dominio. En la suerte suprema tuvo que ponerlo todo el matadorde toros, que falló al primer intento para después dejar una estocada poco efectiva.
Colombo no dejó correr al sexto, al que enceló en la tela. Volvió a ejecutar el tercio de banderillas, en las distancias cortas. El diestro fue a buscarlo, intentando que entrara, citándolo en las distancias largas, para después acortarlas y probarlo brevemente. Le dio sitio y tiempo, enfriando el inicio de la faena. Logró meterlo, ligando los muletazos, componiendo series cortas, en las que se dibujaba una embestida en la que el animal humillaba metiendo bien la cara. No se podía exceder y alargar las tandas, pero si ajustaba, el animal daba opciones para el lucimiento y el triunfo. Siempre se la mostró abajo, dejándosela puesta, que solo viera la tela, ya que si le dejabas elegir el animal avisaba por dentro, algo que hizo hasta en cuatro ocasiones. Los inicios de cada tanda se basaron en la media distancia,  después volvería a acortar y ceñírselo, donde el animal seguía avisando, con medias arrancadas. Quiso matar recibiendo, pero no encontró acierto, algo que sí hizo en su segunda estocada.
Cadalso de los Vidrios. Final de la Copa Chenel. Toros de Adolfo Martín y José Vázquez para Fernando Robleño, oreja y palmas; Fernando Adrián,  oreja y dos orejas; Jesús Enrique Colombo, oreja y ovación.

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