jueves, 2 de mayo de 2024

Pinceladas sevillanas con un triunfo solitario

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Crónica

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  

La Real Maestranza de Sevilla volvía a abrir sus puertas para escuchar los clarines y timbales, los “olé” que acompasa cada embestida, cada muletazo. La Maestranza volvía a saborear el gusto de una tarde de toros, con un cartel de lujo en el que Morante de la Puebla, Andrés Roca Rey y Pablo Aguado se encargaron de estoquear a los ejemplares de Victoriano del Río, que tuvieron un punto de nobleza, con un juego variado en el que los diestros tuvieron que poner todo lo que les faltó a sus adversarios. .

Morante de la Puebla abría la tarde, abría la Feria de San Miguel 2021. Sin embargo, no tuvo suerte con el primero de su lote. Lo intentó el de La Puebla, pero no hubo opciones, el animal no quiso entender las exigencias de Morante, autógeno a lo que hoy se vivía en La Maestranza. No quiso alargar una faena, vacía, y quiso cambiar la ayuda por la espada para pasaportar al primero de la tarde. 

Roca Rey recibió al segundo de la tarde, estirándose a la verónica hasta rematarlo.  Lo cambió de terreno para iniciar la faena más allá del tercio, buscando el compás, bajándole la mano, al tiempo que lo iba templando, con despaciosidad. Diseñó series de muletazos largos y profundos en las que se iniciaba en la media distancia, para después acortar los terrenos y ligar las embestidas. Lo aguantó, respetando el tiempo y el sitio, sin dejar nada que mostrar por ambos pitones. Le bajó la mano paulatinamente, llevándolo humillando y cosido a la franela, vaciando la embestida, que se la enroscó a la cintura, llevándola hasta el final. Pinchó, lo que le restó trofeos. 

Pablo Aguado no pudo lucirse en el saludo capotero con el de Victoriano del Río. Empezó la faena de muleta doblándose por abajo, exigiéndole. Empezó a medir y a dosificar, tratando de cruzarse para encauzar una embestida de dos tiempos y poca fuerza. Sus condiciones estaban, claramente mermadas, solo le podía llevar de uno a uno, con mucha suavidad. Seguía los engaños con sosería, sin interés en la tela, así que la faena no tomó vuelo. Mató con acierto y aseo.

“Enamorado” marcaba el ecuador del festejo, un toro justo que se metía por dentro en los vuelos de  Morante de la Puebla. Lo tanteó brevemente, para tirar del animal hacia los medios, cambiando sus terrenos. Se adornó y empezó a ligar con gusto, pero el astado acusó de querencia y terminaron en el tercio, tratando de torear con pulcritud a  un toro que solo degustó por el derecho. El de Victoriano del Río salía por alto, quedándose parado, dejando que el de La Puebla del Río lo hiciera todo. Falló con la espada.

Roca Rey  recibió a “Elegido”, en un saludo medido, en el que recogió su embestida, estirándose con el. El peruano inició el último tercio de rodillas, guiando la embestida, emocionando a La Maestranza. Paralelo a tablas, con un ritmo reposado, en el que el diestro tuvo que tragar con los parones en los que no terminaba de pasar, dejando la cara a la altura del estaquillador. Requería mucho mando, sin llegar a sentirse podido, escaseando la bravura, Roca Rey tiró de raza. No cambió lo terrenos, manteniéndose en el tercio, dejando que pasara uno a uno, muy despacio.

Pablo Aguado recibió al cierraplaza con ritmo, dejando destellos sobre el pitón derecho. En la muleta lo recibió genuflexo, exigiendo por abajo a un toro al que se lo podía pedir mucho más. Transmitía en la franela del diestro. Tenía cierta irregularidad en la embestida, teniendo los muletazos contados a cuentagotas. Se quedaba encima, enlazando un muletazo tras otro y había que perderle pasos para recomponer las tandas sin que desluciera. Se descomponía en la salida, sin poder aprovechar sus embestidas, que cada vez se frenaban más, siendo más reservadas. No acertó con la espada y tuvo que descabellar, mientras se dolía de su rodilla derecha. 

Sevilla. Primera de la Feria de San Miguel con toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés (6º) para Morante de la Puebla, silencio y ovación tras aviso; Roca Rey, oreja y vuelta al ruedo.  Pablo Aguado, silencio y silencio tras aviso.

FOTO: ROCA REY

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