domingo, 5 de mayo de 2024

El Chorlo y su concepto

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Crónica 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 

Guadarrama celebraba este miércoles 29 de septiembre una novillada, la primera de su serial novilleril. Jesús Díez “El Chorlo”, Francisco Montero y José Rojo se midieron a los novillos de Celestino Cuadri, un encierro complejo y de muchas teclas. Los muletazos se dosificaban, una vez sobrepasado su límite les costaba atender al cite y seguir los vuelos. El extremeño se pudo expresar con el segundo de su lote, en una faena en la que logró romper, toreando encajando, tomándole las distancias, solo la espada le privó de su merecido trofeo. No hubo lucimiento en el resto, con embestidas carentes de raza y clase. 

El Chorlo recibió la embestida del primero de la tarde, un ejemplar de Cuadri que entraba siguiendo la tela. El de Llerena recogió, envolvió y guió su embestida. El tercio de varas estuvo protagonizado por las caídas del picador. Brindó desde los medios y tras dejar la montera en la arena inició la faena genuflexo, cambiándole rápidamente los terrenos y sacarlo más allá del tercio. Lo tanteó y empezó a torearlo, muy despacio, abriendo la embestida, al tiempo que lo templaba. El Chorlo lo tocaba, llevándolo metido, buscándolo abajo, cruzándose con despaciosidad. Los vuelos lo provocaban, citándolo para empezar a ligar una embestida poco uniforme a la que le costaba pasar. Jesús se echó la faena encima, tirando del animal, acortando las distancias y compensando con valor el peligro sordo del astado. Remató por abajo para después no tener acierto con la espada.

Salió el segundo de la tarde, al que Montero frenó con los vuelos de su capote, gustándose mientras se estiraba con el animal. El animal había empezado a desarrollar durante los tercios de varas y banderillas. Inició la faena de muleta por abajo, obligándolo, tirando del él hacia delante. La embestida pegajosa se tornaba intermitente, decidiendo cuándo atender al cite. De uno a uno, tocándolo, sin dejarle opciones. Desarrolló la faena paralelo a tablas, mostrándole siempre la salida, pero recogiéndolo con el pico de la franela y no perder la continuidad. La emoción se la puso Montero, bailándolo, robando las embestidas delanteras, dejándose de llevar, a pesar de su tardanza en entrar al cite. Pinchó su faena en la suerte suprema.

José Rojo trató de fijar al primero de su lote, estirándose con él a la verónica. Se dobló con él, para empezar a torear sobre el pitón derecho. El de Cuadri entraba recto, con una embestida muy reservada, pero con un tranco fijo en la tela. Con la muleta muy plana y el paso atrás logró ligarlo ante la obediencia. Aunque tenía los muletazos contados, si se le alejaba la franela del morrillo, desaparecía la continuidad. José Rojo dosificó los tiempos, trazando tandas cortas. El de Cuadru pasaba con la cara recta, ya se le había sacado todo lo que tenía dentro. Toreó con pulcritud para culminar por manoletinas, tratando de ganarle terreno. Volvió a fallar la espada en la suerte suprema.

El Chorlo bregó al segundo de su lote, tratando de encelar una embestida que pretendía salir suelta. Lo sacó más allá del tercio y lo remató. Lo tanteo genuflexo mientras lo sacaba al paso, genuflexo. Logró una primera tanda que levantó a los tendidos. Tocaba, lo metía y con temple y despaciosidad, totalmente encajado con el astado, estaba sacando lo mejor del de Cuadri. Aprovechó cada embestida, espatarrándose con el, toreando con gusto, disfrutando y haciendo disfrutar. La cadencia y la torería se adueñaron del último tercio, que supo llevarlo hasta el final sin que parara, con paso atrás y ligando uno tras otro.  Lo buscó, siempre, por abajo, provocándolo, dándole salida, pero tirando del astado, que contaba los muletazos de cada serie a cuentagotas. Mató al segundo intento, dejando una estocada certera.

Montero estaba ejecutando el saludo capotero, pero su lesión en el meñique de la mano izquierda no le permitió lucirse.  Inició la faena entre probaturas, tratando de sacarlo del tercio  tirando del animal. A pesar de su lesión, que le dejó mermado de fuerza, se enroscó con el animal. No pudo evitar las rectificaciones, ante la incertidumbre en la tela del de Cuadri. Pasaba con sosería, sin decir demasiado. Lo pasaportó al segundo intento.

Salía el último de la tarde entre los acordes de la jota local, mientras José Rojo lo recibió en el percal. Lo probó genuflexo en el tercio. No había uniformidad, su embestida irregular entraba recto y salía rebuscando  con violencia cuando tocaba la tela. No tuvo raza ni clase, solo buscaba sin permitir el lucimiento, pasaba con la cara alta, sin dejarse dominar, sin terminar de pasar.

Guadarrama. Novillos de Cuadri para Jesús Díez “El Chorlo”, silencio tras dos avisos y ovación; Francisco Montero, palmas tras aviso y silenciotras aviso; José Rojo, silencio y silencio.

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