sábado, 4 de mayo de 2024

Indulto, temple y sabor sin aceros

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Noticia

RICARDO BEDIA


  
Con más de tres cuartos de entrada, a las 18.35 sonaron clarines y timbales dando inicio al festejo programado, con tres figuras del toreo y una ganadería de garantías.
“Malvarrosa” fue el encargado de abrir plaza. Salió corretón, costó encelarlo, aunque cuando se centró en la lidia recibió varias verónicas enlazadas con las cuales López Chaves se lo llevó hasta los medios. En el tercio de varas el toro empujó abajo en el peto. El quite resultó de gran vistosidad enlazando chicuelinas y gaoneras. El tercio de banderillas resultó de interés. Brindó el toro al público. El trasteo de muleta empezó con pases por alto con los cuales lo sacó desde las tablas hasta el tercio. Con la mano derecha las tandas constaron de cuatro lances. Pero el pitón bueno debía ser el otro ya que el animal iba más largo y las tandas eran más largas. Manifestaba nobleza y embestía humillado, y los naturales eran rotundos y larguísimos. Cuando cogió la mano con la derecha el toro iba más largo y todo rezumaba mucha torería. La suerte de matar resultó con una estocada entera baja, de efecto fulminante. Su faena fue premiada con dos orejas y se le dio una sonora ovación al toro.
“Parasquillo” fue saludado por Miguel Ángel Perera con seis lances muy cadenciosos, dos verónicas y dos chicuelinas que hicieron las delicias del respetable. El toro manifestaba no estar sobrado de fuerza embistiendo con las manos por delante. El castigo en varas fue limitado, para que tuviera más duración. Realizó un quite preciosista rematado con una revolera. Brindó el toro al público. La faena de muleta empezó con unos estatuarios sin enmendarse muy estéticos y con sabor. Las series eran de tres y el de pecho, cadenciosos, templados, el toro por su flojedad de remos no permitía más. Pronto se paró el toro. Con apenas media arrancada, el maestro Perera optó por el toreo de cercanías y de arrimón. La suerte suprema fue con un pinchazo trasero, desprendido. Fruto del pinchazo el toro dobló muy rápidamente, siendo premiado con una oreja.
“Lechuzito” puso en liza al tercer espada, Emilio de Justo, quien empezó a encelar al toro con capotazos suaves, pasando a torear por verónicas, cuando la tercera verónica salió tropezada volvió a los lances para dar confianza al toro. El toro embestía humillado y parece que tiene más fuerza que sus dos hermanos anteriores. Cuando el toro salió del caballo tras darle un puyazo, el toro se cayó. El toro en el tercio de banderillas embestía con suavidad. Al ver que al toro hay que cuidarlo no realizó su quite. Intenta realizar un toreo, su toreo, con la mano derecha y al salir del segundo muletazo el toro se caía. El diestro dio aire al toro, y volvió con la muleta montada administrando al toro cuatro lances con la mano alta con mucho temple y cadencia. La faena transcurría entre el temple, el toreo de mano alta y mucho ajuste, además la nobleza del toro era ideal para esta faena. El maestro acariciaba la embestida del toro, especialmente mencionaremos una tanda sobre la mano derecha tan despaciosos que parecían estatuarios. En el toreo al natural, la cadencia y la suavidad del trasteo llegaban tanto a los tendidos que los olés se hubieran escuchado en la mismísima Salamanca, la plaza era un manicomio. El maestro, que habitualmente mata a los toros, marró por dos veces propinando dos bajonazos al toro. El premio a la faena fue de una oreja.
“Limón” salió de chiqueros corretón y derrotó en los burladeros. El saludo capotero de López Chaves constó de cinco verónicas, alguna digna de cartel de toros. Con chicuelinas al paso, muy toreras, se lo llevó al caballo. En el tercio de varas el toro empujó con la cara arriba y sin emplearse. Cuando estaba haciendo su quite, en el segundo lance el toro perdió las manos y cambió el tercio, viendo que este no daba para más. La lidia de “Limón” tenía que ser de enfermero con pases templados de mano alta y sin violentarlo. En la tercera el animal dijo que nones y se fue a las tablas rajándose descaradamente. Dio unos lances pegado a tablas y se fue por la espada. En la primera entrada con la espada le dio un bajonazo que lo sacó enseguida, le dio otro bajonazo horrendo, necesitando un golpe de verduguillo para finiquitar al toro. Silencio para el torero y pitos para el toro.
“Servilón” fue recibido con tres lances de tanteo, cuando el toro estaba fijo en las telas le dio cuatro verónicas rematadas con una media. Cuando el toro fue puesto en suerte en el caballo, el toro al sentir la puya pegó una coz y se fue de la jurisdicción del caballo. Realizó un quite al toro, con nada absolutamente destacable. Brindó al público. Podríamos recordar aquella anécdota de la historia del toreo, cuando los aficionados de Madrid gritaban a Palomo Linares, ‘los gatos no se brindan’. La faena de muleta fue marca de la casa en los medios con pases cambiados por la espalda y pasándose al toro muy cerca. Cuando inició el toreo en redondo, los pases son largos y ligados, con transmisión, puesta por el torero, pues el toro se caía en cada tanda. El trasteo estuvo pleno de suavidad y temple, terminando con toreo de ochos, desplantes, y demás toreo efectista al uso. El maestro Perera pinchó dos veces, estocada entera y el puntillero necesitó seis golpes para acabar con el toro.
“Lituanillo” finalizaría el festejo. Salió corretón y derrotando en los burladeros. El saludo capotero fue con seis verónicas clásicas y una media. En el tercio de varas, “Lituanillo” no se significó por su empleo excepcional. El quite del maestro De Justo fue con tres chicuelinas y una revolera con su empaque habitual. El toro manifestaba un galope largo en la lidia que se le dio en el tercio de banderillas. El torero viendo las buenas condiciones del toro, brindó al público. La faena de muleta se inició con unos muletazos de rodilla flexionada. Las tandas constaban de cinco muletazos y el de pecho largos, profundos de mano baja. La ligazón del trasteo y la profundidad serían los términos más adecuados para describir la faena del maestro. Tras salir de una tanda que empezó con un molinete y siete muletazos muy ligados, empezaron a aparecer pañuelos en los tendidos pidiendo el indulto del toro. Tras dos tandas posteriores el mar de pañuelos se hizo atronados, pidiendo el respetable mayoritariamente el indulto del toro, que fue concedido por el presidente del festejo, le fueron concedidos a Emilio de Justo dos orejas y rabo simbólicos.
Salieron a hombros el ganadero y los maestros López Chaves y Emilio de Justo. Nos vemos obligados a realizar una reflexión sobre el indulto que ha sucedido hoy. Hay varias opiniones, una es que el público es soberano de premiar con la vida al toro que con su bravura se la gana, otra es que si el toro no ha demostrado su bravura en el caballo no debe ser indultado y tres es que el toro debe ser estoqueado pues ha sido un semental que se le ha pasado por alto al ganadero.
Guijuelo. Toros de Puerto de San Lorenzo para López Chaves, dos orejas y ovación; Miguel Ángel Perera, oreja y ovación; Emilio de Justo, ovación y dos oreja y rabo simbólicos.

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