lunes, 29 de abril de 2024

Illescas desborda torería con Emilio de Justo y Miguel Ángel Perera

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Crónica

RICARDO BEDIA


  
La tarde se presentaba con mucha expectación debido tanto a la categoría de los dos matadores de toros como al prestigio torista de la ganadería que se lidiaba en este festejo.
El festejo se sustanciaba en un mano a mano de los diestros Emilio de Justo y Miguel Ángel Perera, que el cartel que anunciaba el festejo definía con el epígrafe ¡El Mano a Mano de la Temporada!, con astados de uno de los buques insignia del encaste Santa Coloma línea Buendía. Con más de dos tercios de entrada se jugaron seis toros de la ganadería de Rehuelga, de variado juego, predominando la nobleza en sus embestidas.
Cuando se cerró el paseíllo, una atronadora ovación del respetable obligó a salir a los dos espadas a salir del callejón y saludar.
“Medianero” abrió plaza y le tocaría su lidia y muerte al maestro Miguel Ángel Perera. El toro salió de una forma extraña, no se fijaba en las telas, tan pronto embestía humillado como se paraba. Por lo antes contado, el lucimiento con el capote fue imposible. En la suerte de varas se escuchó sonar mucho el estribo, mucho genio. El quite fue con dos verónicas y una media con mucho sabor. En el tercio de banderillas el toro galopaba con mucho ritmo y la exposición en los embroques de los toreros de plata y el toro tuvo gran eco en los tendidos y la ovación hizo que se tuvieran que desmonterar. Para sacarse al toro desde tablas hasta el tercio le dio una tanda rotunda. El trasteo que practicaba Perera tenía mucha estética y dotes de mando, el toro humillaba en la muleta e iba largo. Cuando cogió la muleta con la mano izquierda el toro le desarmó al tropezarle la muleta, se lo estaba pasando muy cerca. Los lances al natural son de uno en uno, pero con mucha torería y empaque. Con una tanda con la mano derecha que empezó con un molinete acabó la faena, el toro ya no daba para más. En la suerte de matar, que hoy sería un via crucis para el maestro Perera, recetó un espadazo que sacó la punta por abajo del vientre del toro, sacó la espada y volvió a recetar al toro una estocada entera de efecto fulminante. La ovación fue el premio para el diestro y para el astado.
El primero del lote de Emilio de Justo se llamó “Caralimpia”, salió corretón galopando desde la puerta de chiqueros hasta el burladero de la contraquerencia. El saludo capotero poderoso, con seis verónicas de mano baja rematadas con una media, surgiendo la primera gran ovación de la corrida. Llevó al toro muy toreramente por delantales. El castigo en varas fue medido y el toro lo tomó humillado. No hubo quite. Los banderilleros fueron pitados por el respetable. El toro en la muleta se lo pensaba mucho a la hora de embestir, los pases así eran de uno en uno aunque resultaban hondos y toreros, largos y con transmisión. El toreo al natural resultó muy plástico con lances profundos, largos y jaleados por el tendido. Una serie alternando derechazos y naturales fue el colofón de la faena. En un gesto muy torero, tiró la espada de matar y regaló una tanda de ayudados por alto que hizo las delicias del público. La suerte de matar fue con una estoconazo tirándose sobre el morrillo, sonó un aviso antes de que tuviera que usar el verduguillo. Obtuvo por premio una oreja.
El tercero de la tarde se llamó “Matanegro”, que salió corretón y que fue recibido con tres verónicas de cartel de toros saliendo de la tercera verónica el torero queda desarmado. En la suerte de varas el toro se derrumbó al topar con el peto, y cuando se levantó quedó dormido en el peto. Dos chicuelinas fueron propinadas al toro al salir del puyazo. El tercio de banderillas tuvo interés, como en el primer toro por la exposición de los hombres de la cuadrilla de Perera; los hombres de plata se tuvieron que desmonterar por la ovación que les dio el público. Las series al principio de la faena fueron cortas dejando respirar al toro. Cuando el toro y el torero ya están confiados, el torero empezó a bajarle la mano siendo las series con rotundidad, ligazón, todo por abajo. Muletazos largos y profundos. La faena acabó con dos series de aliño recibidas con una gran ovación. La lidia del toro acabó con una serie de ayudados por alto. La suerte de matar fue con tres pinchazos y una estocada entera. El toro fue despedido con una ovación cerrada y otra al torero y cuando iba a saludar desde el tercio, pidió permiso al presidente y dio una vuelta al ruedo.
El cuarto de la tarde se llamó “Matazul” y fue recibido por un precioso saludo capotero a la verónica. El toro era protestado porque estaba claro que estaba cojo de una pata, se veía claramente que la arrastraba. Hay poco que destacar en el tercio de varas, apenas se le picó, entre la bronca que pedía la devolución del toro. Cuando se pasó al tercio de muleta y muerte, parece que el toro se recompuso, aunque el toreo de muleta se basó en una lidia de enfermero, con la mano alta. La embestida era un dechado de nobleza, quizás por la falta de fuerza. El toreo era de guante de seda, una forma de torear al que ya vimos con un toro en Almendralejo. Las series eran rotundas, los pases eran largos sin exigir al toro para que no se quebrantara. Le dio un estoconazo al toro, cortando una oreja, el toro fue arrastrado entre pitos.
El quinto de la tarde, y último que estoqueó Perera, se llamó “Mediogramo”. Salió con poco brío y no dio opción al lucimiento en el capote. El toro fue alegre al caballo donde le dan un castigo fuerte. En la brega del tercio de banderillas el toro embestía con buen tranco y humillado. Como en los dos toro anteriores lidiados por el maestro Perera, la cuadrilla propició un buen tercio de banderillas teniendo que desmonterarse por tercera vez en la tarde. El toro embestía sin gracia, sólo pasaba; el maestro le estaba dando confianza, los pases eran de mano alta. El toro embestía con una nobleza bobalicona, sin codicia y sin emplearse, estaba como en un tentadero. La suerte suprema se saldó con un pinchazo y después una estocada desprendida. Como premio recibió una ovación, saliendo al tercio a recibirla.
El que cerraba el festejo se llamaba “Arlequín”, salió con muchos pies. El toreo de capote fue interrumpido por un tropezón del toro en los trapos. En la suerte de varas sonaba demasiado el estribo, el puyazo fue largo siendo protestado por el respetable. El quite fue lleno de torería, por chicuelinas rematado con una larga y una revolera. El tercio de banderillas resultó lleno de emoción por la exposición y la condición del toro, los toreros de plata se quitaron la montera. El inicio de la faena de muleta fue con lances de rodilla flexionada con cuatro y el de pecho, marca de la casa. El toreo fue con ligazón y rotundidad, muletazos largos y rotundos. Los tendidos eran un manicomio, el toro soportaba esta lidia. Embestía con bravura. La faena del Emilio de Justo y este gran toro se le puede considerar una lección de toreo. El punto final de la faena fue con un estoconazo hasta los gavilanes. Un mar de pañuelos salió concediendo con mucha rapidez el presidente dos pañuelos blancos y uno azul.
Esta gran fiesta brava se terminó con el maestro Emilio de Justo invitando al dueño de la ganadería a que diera con él la vuelta al ruedo, entre los aplausos de los aficionados.
Illescas. Toros de Rehuelga para Miguel Ángel Perera, ovación, vuelta al ruedo y ovación; Emilio de 
Justo, oreja, oreja y dos orejas.
Historia: Fue fundada por don Manuel Suárez Cordero con reses adquiridas a doña Isabel Montemayor, viuda de Pedro José Picavea de Lesaca, pasando en 1850 a su hijo don Manuel Suárez Jiménez. En 1868 es adquirida por doña Dolores Monje, viuda de Murube, que la aumenta con reses de don José Arias de Saavedra. En 1884 vendió la mitad de la ganadería a don Eduardo Ibarra, el cual en 1904 la divide en dos lotes, uno para don Fernando Parladé y otro que adquiere don Manuel Fernández Peña, adquirido a su vez en 1905 por el Conde de Santa Coloma, que la aumentó con reses del Marqués de Saltillo llevando dos ramas por separado. En 1932 la adquiere don Joaquín Buendía Peña. En 1996 al amparo del artículo 6º bis c), don Joaquín Buendía hace tres lotes de machos y de hembras de igual número que se reparten entre sus hijos correspondiendo una parte a la sociedad Rehuelga de Medina Sidonia S.L., que la anuncia como “Ganadería de Rehuelga”, de la cual es representante D. Rafael Buendía y Ramírez de Arellano. Se trata de una ganadería de gran cartel en la plaza de Las Ventas de Madrid.

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