domingo, 5 de mayo de 2024

El día que Jaime Ostos le dijo a su padre que quería ser torero

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Anécdota Taurina

LUIS MUÑOZ


  
Guarismo del ocho continúa con su sección, “Anécdotas Taurinas”, con la colaboración de Luis Muñoz, totalmente altruista, que pretende compartir las historias más taurinas con los aficionados y seguidores de este portal.

Más que la letra, que se decía en tiempos pasados, son los toros los que con sangre entran. Jaime Ostos estuvo dos veces sacramentado y a punto de traspasar el umbral de la muerte. Los comienzos del bravo matador “Corazón de León” de Écija (Sevilla) no fueron fáciles. En realidad empezaron con una bofetada que le dio su padre. Papá, voy a ser torero. ¿Sí? Pues toma. Y le sacudió un gran bofetón que hizo temblar el Universo. Ostos no había dicho Papá, quiero ser torero, lo cual hubiera sido un acto de voluntad. Voluntad de hierro que no coincidía con los designios paternos. Tras la bofetada el padre le dijo:
“Lo que tienes que ser es un hombre de bien. Yo no alimento granujas”.
Naturalmente triunfó la voluntad de Jaime Ostos sobre los pensamientos del padre. Porque Jaime Ostos fue un gran torero. En Tarazona de Aragón vio la muerte muy cerca. Tuvo que ser un rejoneador de la Puebla llamado Ángel Peralta, quien hiciera lo indecible por salvar al hombre y al torero.

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