lunes, 6 de mayo de 2024

Poder y mano baja

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Crónica

RICARDO BEDIA


  

En tarde que empezó soleada y que poco a poco amenazó lluvia, aunque finalmente sólo fueron unas gotas, los diestros Juan Serrano ‘Finito de Córdoba’, Emilio de Justo y Ginés Marín lidiaron y dieron muerte a estoque a 6 ejemplares de la ganadería gaditana de Torrealta.

“Emprendedor” fue el encargado de abrir plaza saliendo corretón, distraído y huidizo de las telas que se le presentaban. Finito de Córdoba, no iba a por el toro y ésto empezó a enfadar al respetable, consciente de sus fracasos recientes en otras plazas, empezaron a sonar las primeras palmas de tango. Aparentemente la condición del toro era de manso, Finito tuvo que salir a por el toro, pero también se salía de naja del capote del diestro cordobés. Uno de los miembros de su cuadrilla haciendo de tripas corazón salió a buscar al toro y consiguió darle los primeros lances de la tarde recibiendo una ovación del respetable. Este mismo torero de plata tuvo que llevar al toro al caballo para recibir su castigo en el peto. Al toro se le dio de lo lindo en el caballo mientras la bronca atronaba. De nuevo el torero no quiso saber nada de sacar al toro del caballo teniéndolo que hacer el subalterno. Finito le dio unos pases de probatura para ver la condición del animal después de haber tomado una vara. El tercio de banderillas podríamos calificarlo de interesante. La faena de muleta empezó con un macheteo, todo hacía presagiar que el toro iba a recibir castigo con la muleta y después sería muerto a estoque. La bronca era ya un clamor, se escuchaban desde los tendidos todo tipo de improperios. En los lances en el trasteo de muleta entre el matador y el toro cabía un autobús, en medio de la bronca general el astado desarmó al matador. La suerte suprema consistió en cuatro pinchazos teniendo que descabellar al toro, habiendo una gran distancia entre el toro y el torero. A la muerte del toro se produjo una bronca monumental, no diremos que equivalente a aquellas protagonizadas en los años 80 por los diestros Rafael de Paula y Curro Romero, pero con el mismo sabor.

“Despifarro”, que así se llamaba el toro salió con pies siendo saludado por Emilio de Justo con preciosistas verónicas, que viendo lo que habíamos visto antes supieron a pura gloria, rematadas con una media. En el caballo el toro empujó abajo. Cuando el toro fue sacado del peto se le dio unos lances de tanteo y se cambió el tercio. El quite fue pura inspiración con cuatro chicuelinas aunque fue desarmado cuando en el remate del quite el toro le tropezó el engaño. El toro cogía las telas por abajo, humillado, en la brega de banderillas. Los banderilleros después de poner los tres pares se tuvieron que desmonterar para responder a la ovación dada por el público. Emilio de Justo brindó la muerte del toro al público. El trasteo empezó por la mano derecha constando de cuatro lances y el de pecho sacándose el toro al tercio. Ligazón y repetición en la embestida del toro es lo más destacable de esta faena. Pases largos de delante hasta la cadera, muy toreros. Con el toreo al natural mantiene la cadencia y tranco en la embestida del toro, con el toro humillado, regalándonos dos series. La última serie de la faena fue con la mano derecha, muy despacio con temple y acople perfecto a la embestida del toro. El estoconazo en todo lo alto con que se ejecutó la suerte suprema fue premiado con una oreja con masiva petición de la segunda. El toro fue despedido con aplausos. La vuelta al ruedo fue muy emotiva teniendo que parar en cada tendido a recoger la ovación que se le rendía desde los tendidos.

“Bellotero” era el tercero del festejo, y el diestro Ginés Marín salió a por todas ya en el saludo capotero recibiendo al toro de rodillas dándole cuatro pases, se levantó y le dio al toro cuatro chicuelinas terminando con una larga cambiada. El saludo capotero puso la plaza patas arriba. Al poner al toro en el caballo, se arrancó con mucha fuerza empujando abajo, el picador se tuvo que agarrar para sujetar al toro, siendo aplaudido cuando se retiró. El quite por chicuelinas combinadas con gaoneras resultó muy torero, el toro embestía humillado y tenía una embestida repetidora. Dió una serie con dos molinetes muy estéticos, el toro empujaba fuerte, había recibido poco castigo en varas. Series largas, rotundas, con temple constando de seis muletazos y trinchera, el toro se arrancaba de largo y había que torear no acompañar. Cuando el maestro Marín tomó la muleta con la izquierda el toro iba igual que por la derecha. En las series alternaba remates con trincherazo y con pase de pecho. Practicaba un toreo exigente de mano baja. La faena acabó con manoletinas muy ceñidas. Sonò un aviso. El estoconazo un tanto trasero hizo rodar al toro sin puntilla. El premio de dos orejas era obvio además de la ovación al toro.

“Retama” inició la segunda parte de la corrida. Finito de Córdoba no se confía con el toro. Empiezan los pitos. El toro se arrancó al caballo en cuanto salió del patio de caballos, en la segunda entrada al caballo se produce un desastre en la lidia, el caballo salió barrenando al toro hasta el espacio que hay entre las dos rayas de picadores. La bronca empezaba a arreciar. Finito de Córdoba ya había cogido la tela roja y estaba porfiando con el toro, navegando en la impotencia cuando se arrancó la banda de música. El inicio de la música fue afeado por el público. Finalmente el matador de toros, quizás por la vergüenza torera o quién sabe, empezó a torear dando tandas despacio, el toro al que nadie había visto se vio que iba bien por los pitones, embestía con nobleza. Después de hacer esa pseudofaena se le propinó al toro una estocada fulminante, e inexplicablemente se le dieron algunas palmas.

“Ropavieja” derrotó de salida en los burladeros. El saludo capotero fue de 5 lances y una media. Le llevó toreramente, bajando la mano para enseñar a embestir al toro, al caballo. Tomó un puyazo empujando abajo. Emilio de Justo midiendo al toro no realizó ningún quite. Se sacó al toro a los medios con cinco lances de rodilla flexionada que llevaron la emoción a los tendidos. El toreo con la mano derecha era rotundo con pases largos y ceñidos. Sólo dio una tanda por ese lado. Por la izquierda, que debía ser el pitón bueno del toro, el toro manifestó una embestida repetidora, teniendo que poder al toro con la mano baja. En los tendidos los olés salían atronadores. Toda la faena fue con la mano izquierda. Para concluir la faena, volvió a tomar la muleta con la derecha. La suerte suprema se consumó con un estoconazo cayendo el toro entre las dos rayas de picadores, salió un mar de pañuelos y las dos orejas fueron concedidas, esta vez sí. La vuelta al ruedo derrochó emoción con la gente puesta en pie.

“Ropasucia” cerraba plaza. Salió corretón, distraído, se emplazó en los medios. Nadie iba a por el toro, y éste empieza a escarbar. Salió un banderillero a recibirlo llevándose una ovación de gala. El toro en el caballo hizo sonar el estribo. El maestro Marín no hizo el quite en este toro. En la muleta el toro se arrancó brusco, había recibido poco castigo en varas. En el tercio de banderillas dos grandes pares de exposición fueron ovacionados. Se sacó al toro al tercio con pases de rodilla flexionada de gran estética. La embestida del toro era humillada y repetidora. El toro y el torero se acoplaron en la embestida, dejando colocarse para el siguiente pase. El toro por la izquierda caza moscas al terminar el pase, se pasó la muleta a la mano diestra y el toro también cazaba moscas. El torero allí se enrabieta y vuelve a tomar la muleta con la mano izquierda propinando cuatro naturales. La faena terminó con un par de tandas de cercanías, efectistas, muy aplaudidas. La media estocada que tiró al toro sin puntilla fue premiada con una fuerte ovación y una oreja y fuerte petición de la segunda.

Historia: La fundaron en 1943 doña Amalia y don Alberto Márquez Martín con vacas adquiridas al Marqués de Villabrágima, procedencia Villamarta y sementales de don Félix Moreno, procedentes de Saltillo. En 1965 fue vendida a los hermanos Lacave que ya anuncian “Torrealta” y en 1969 pasa a los hermanos Domecq Rivero. En 1979 fue vendida a doña Paloma Eulate y Aznar, se eliminó todo lo procedente de Lacave, componiéndose con reses de María Isabel Ybarra, “Torrestrella” y “Marqués de Domecq”. En 1984 adquiere sementales de “Jandilla” y en 1985 otro lote de vacas y machos de “Torrestrella”.

En el año 1979 fundó la ganadería de Torrealta, comprando el hierro a los hermanos Domecq Rivero, formándola con ganado de Maribel Ibarra, Torrestrella y Marqués de Domecq.

La puso a nombre de su mujer, Paloma Eulate Aznar y ésta a su vez la dejó en manos de su hijo Borja Prado Eulate desde Abril de 2009.

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