domingo, 28 de abril de 2024

Un regreso de doble Puerta Grande

Facebook
Twitter
WhatsApp

Crónica

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  
Villarejo de Salvanés recuperaba las corridas de toros, una vuelta muy esperada que se saldó con una doble puerta grande. Los astados de Ventorrillo-Camponuevo y Antonio San Román dieron juego, destacando el quinto y el sexto ante la suavidad con la que tomaban la tela y tragaban una infinidad de muletazos, atendiendo a las órdenes de los diestros. El tercero fue uno de los más complicados. Calita y Mario Sotos salieron en hombros tras firmar dos faenas destacadas ante el segundo de sus respectivos lotes, toreando con temple y despaciosidad. Andrés Palacios cortó la primera oreja de la tarde, con un último tercio de mucho empeño trabajando sobre la embestida, llevándolo metido.

Salía el primero de la tarde, midiendo, rematando en tablas, con movilidad, pero sin fijeza en el capote de Andrés Palacios, que lo abrió, sacándolo al paso hasta los medios. En el inicio de faena lo tanteó muy despacio, probándolo, sin forzarlo. Se decidió por el pitón derecho, mostrándole tela, provocándolo con un toque firme que lo metiera en la serie. Había que cruzarse, respetando sus tiempos, dejándolo respirar. Las  series se midieron, pero los naturales que le exprimió fueron ligados. Acortó distancias, sin dejar que se le rajara, culminando con un toreo cadencioso y de compromiso. Tuvo acierto con los aceros, pues a pesar de dejar media estocada, el animal dobló.

El segundo de la tarde corrió la plaza y el matador mexicano lo recibió con una larga afarolada de rodillas en las tablas. Un saludo capotero que siguió por verónicas, estirándose con él. Tras brindar al público, le costó fijarse la atención del astado, lo intentó desde los medios, atalonado en la arena, lo intentó de rodillas… Finalmente con la mano derecha empezó a ligar con ritmo, aprovechando la inercia para llevarlo cosido. El animal sorprendía con medias arrancadas, arremetiendo a la defensiva, soltando la cara y sin interés en la franela. Lo terminó toreando en el tercio, en sus terrenos, toreando a su favor, insistiendo sobre el derecho, sin que afeara  ni se mostrara ajeno a la faena. Calito se empeñó y entregó, pero sin que su adversario hiciera lo mismo. La espada entró al segundo intento, pero fue en el descabello cuando dobló el animal.

Mario Sotos trató de ligar las primeras embestidas de “Vapuleado” que no permitió el lucimiento. Se complicaron los tercios de varas y banderillas, el astado buscaba, haciendo hilo, mostrando el peligro sordo del que estaba dotado. Mario Sotos buscó los terrenos, para tomarle sobre el pitón derecho, dejándosela puesta, tirando de él, llevándolo metido con fijeza y continuidad, aunque sin evitar que este protestara. El diestro se impuso a pesar de que el animal se rajara y mostrara sus intenciones desde que salió de chiqueros. Terminó toreando, prácticamente, en la puerta de toriles a un toro que no bajaba la cara. Complejo y al que tuvo que llevar con técnica y mucho valor. Falló en la suerte suprema, en la que no ayudó el de su lote.

Andrés Palacios no lo dejó correr, lo paró en el percal, encelándolo con el juego de sus brazos, que envolvió la embestida. Luciéndose con él en los medios. Lo tanteó por abajo en el inicio de la faena, fijándolo, con un trazo que lo envolvía, dejándole los vuelos en el morrillo, tirando del animal para empezar un nuevo muletazo. Llevó la iniciativa, buscándolo a pitón contrario, sin dejarlo pensar. El paso atrás y su giro de muñeca lo metió en faena, despertando a los tendidos. Tocándolo con ligazón, sin dejarlo parar, dándole salida, pero sin dejar de mostrarle la franela, guiándolo con su cintura. El animal no bajaba la cara, pero se dejaba llevar por Palacios.

Calita ejecutó una meritoria labor de brega ante el quinto de la tarde, en la que frenó y enceló en el percal, con sutileza, sacándolo a los medios. No hubo tiempo muerto, se cambió de tercio y el animal fue directo al engaño de Calita. El mexicano lo citaba en la larga distancia para después ligarlo, aprovechando la inercia, solo había que llevarlo a buen ritmo. Se mostró, dándole el pecho  con verdad, alargando los muletazos, a base de temple, con un toreo de riñones. Calita lo estaba sometiendo, entre muchos descansos, para evitar que este se rajara de la faena. El animal respondía con obediencia ante la mano baja del diestro, en la que tuvieron mucho que ver los vuelos, los mismos que le dejó en el morrillo. Partía las tandas con el fin de mimarlo y de que el astado aguantara hasta el final. La estocada quedó caída, terminando con él en el descabello.

Cerraba la tarde “Cantamañanas”, en las manos de Mario Sotos, a quien le costó fijarlo. Poco a poco lo fue metiendo en el percal, andándole hasta sacarlo del tercio. Lo recibió en la muleta muy despacio para después seguir a pies juntos en los medios. Cambió los terrenos, lo buscó, probándolo. Lo tocaba delantero, para después abrir con un trazo curvilíneo en el que se enroscó con él. El brazo lo llevaba hasta el final para después, volver a anteponer y jugar con los vuelos de la muleta. Le bajó la mano, pero sin exigir en exceso, cuidando las embestidas, sin olvidar el tiempo y el sitio. Entraba bajando y colocando la cara, pero salía por arriba. Así que Sotos supo buscar las teclas, toreando muy despacio, adaptándose, pero sometiendo. Cerró por manoletinas para después, en la suerte suprema dejar media estocada, al segundo intento.

Villarejo de Salvanés. Toros de Ventorrillo-Camponuevo y Antonio San Román para Andrés Palacios, oreja tras aviso y vuelta; Calita, silencio tras aviso y dos orejas tras aviso; Mario Sotos, palmas y dos orejas.

Foto: Guarismo del ocho 

PUBLICIDAD


Entradas Relacionadas

Scroll al inicio