miércoles, 1 de mayo de 2024

Álvaro Burdiel, única oreja en Anchuelo

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En Directo 

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ 


  

Anchuelo albergó una nueva novillada del ciclo de la Comunidad de Madrid. Una novillada en la que las espadas marcaron la tarde, la suerte suprema evitó que algún que otro triunfo llegara a las manos de los novilleros. Los astados de Quintas estuvieron más limitados en sus embestidas, los de Montealto dieron más juego a los espadas. Álvaro Burdiel exprimió a los de su lote, aunque sería con el sexto de la tarde, donde se mostró con verdad y determinación, encontrando el compás, viendo las teclas que el animal guardaba. José Miguel Arellano y Alejandro Mora pusieron empeño, pero los aceros les fallaron. Tuvieron más opciones con los de Montealto, los segundos de su lote.

Abría la tarde “Macetero” al que recibió José Miguel Arellano, templándolo por abajo, dándole sitio, sacándolo del tercio. Inició la faena en los medios, pasándoselo por la espalda, para después seguir atalonado en la arena, con mucha suavidad. El animal no terminaba de pasar, no tenía empeño en la tela, era noble, pero no atendía a sometimiento alguno. Arellano le fue provocando la embestida, tirando de él, aguantándolo y dejándolo respirar. Le buscó a pitón contrario, dejándosela muerta en el morrillo. Logró media estocada, al segundo intento, con la que el animal dobló.

Había movilidad en el segundo de la tarde, que salió con muchos pies, corriendo la plaza. Alejandro Mora lo frenó en su capote, del mismo del que el animal salió con las manos por arriba, con fuerza. Empezó en tablas, sacándolo al paso, muy despacio, tanteándolo, intentando fijarlo en la tela. Algo más allá del tercio, trató de trazar las primeras series, pero el animal, aquerenciado, buscaba las tablas. Se metió en la querencia y sobre el pitón derecho, uno a uno, muy templado, lo exprimió. El animal se metía por dentro, con desinterés, tuvo que cesar la música. Se veía podido y este embestía a la defensiva, directo al cuerpo. Sin mucho más que mostrar cambió la ayuda por la espada y ejecutó la suerte suprema.

Álvaro Burdiel recibió al primero de su lote estirándose con él sacándolo con ritmo, aprovechando su movilidad. En el último tercio, lo tanteó al paso, sin pararlo. Empezó en largo para después aprovechar la inercia y llevarlo metido en la tela. Burdiel le dio tiempo y sitio, acompasando una embestida en la que humillaba, solo había que depurarla. Sobre la mano derecha le bajó la muleta, muy templado, cruzándose, pisando sus terrenos, atendiendo al cite. Lo llevó hasta el final, metido en la franela, mostrándole la salida, abriéndolo, jugando con los vuelos. Levantó emoción la faena de Burdiel, pues el animal quería tela, humillando y colocando la cara, aunque poco a poco acortara su recorrido. Hubo teclas para tocar. Los aceros deslucieron la faena.

El de Montealto marcaba el ecuador del festejo en las manos de José Miguel Arellano. El animal repetía con ritmo y fijeza en el capote. Se dispuso con la muleta en los medios, toreando con él desde el inicio, dejándosela puesta, aprovechando la fijeza y movilidad del novillo. Había faena y Arellano lo sabía, lo dio tiempo, lo dejó respirar, para ligar hasta tres naturales. Había que bajarle la mano, mostrando poder, sometiéndolo. Espació las series en exceso. Al retomar la embestida se venía por dentro, se sentía podido y soltaba la cara al encontrar muleta. Cerró por bernardinas para después fallar con la espada. Tuvo que descabellar, tras una infinidad de intentos.

“Argentino” fue aplaudido en su salida. Alejandro Mora ejecutó un saludo en corto, guiando, recogiendo la embestida, envolviéndose con él. Lo recibió en la franela genuflexo, probándolo por ambos pitones hasta tenerlo en los medios. Se decidió por el pitón derecho, citándolo con los vuelos abriendo el compás, tratando de ligar los muletazos, fijándolo con la voz y la tela en el morrillo. Con el toreo al natural lo llevó lejos, bajándole la mano, tirando de él para iniciar un nuevo natural. Había suavidad y pulcritud en la tela. Terminó en las tablas, ajeno a la franela. Pinchó.

“Vanidoso” y Álvaro Burdiel cerraban la tarde. El saludo capotero fue lucido y muy aplaudido por el respetable. El animal salió rematando en tablas, moviéndose con garbo. Lo recibió genuflexo, sometiéndolo por abajo, llevándolo hacia los medios, probándolo por ambos pitones, rematando el inicio. Se lucía con verdad, mostrándose, citándolo en largo, enroscándose con él. Lo buscó a pitón contrario, exprimiéndolo a base de buenas maneras y mucho empeño. Dejó que el animal recobrara fuerzas para volver a someterlo a una nueva tanda, ahora al natural. Le tendía la tela con delicadeza, jugando con todo su cuerpo, muy despacio, acompañando la embestida hasta la muerte del natural. La espada volvió a fallarle, logró hundirlo y corta una oreja.

Anchuelo. Novillos de Quintas y Montealto para José Miguel Arellano, ovación y silencio tras dos avisos; Alejandro Mora, silencio y palmas; Álvaro Burdiel, ovación tras aviso y oreja.

Palmas para el tercero de la tarde.

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