domingo, 28 de abril de 2024

La fórmula de la despaciosidad

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Crónica

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  
La despaciosidad bañó la tarde, el toreo a cámara lenta marcaba la penúltima de San Isidro. Solo sobraron las voces y broncas entre tendidos. Juan Ortega parecía bailar un chotis junto a los de su lote, que no fueron fáciles, pero su mano baja ralentizaba los segundos en Vistalegre. Estaba envuelto con la embestida del sexto, aguantándolo, sosteniéndolo. El Juli tuvo más opciones con su segundo, así que lo aprovechó, roto con el astado, al que sometió con profundidad, gusto, clase y transmisión. Morante de la Puebla abrevió en sus faenas, probando a los astados brevemente. 
Abría el festejo “Delirio” al que Morante recibió junto a las tablas. Recogía y envolvía la embestida suelta del animal, al que fijó sacándolo al paso. El diestro inició la faena de muleta en las tablas, tanteándolo por abajo, pero el animal perdía las manos. Lo fue abriendo, sacándolo a los medios, muy despacio, manteniendo en un suspiro al de Garcigrande. Volvió al tercio, para intentar torearlo, lo llegó a desarmar, pero el diestro, muy cruzado, fijándolo en el pico. Se lo pensó y acudió a por el estoque.
El Juli recibió al segundo de la tarde jugando con sus brazos, guiando la embestida con suavidad y mucha delicadeza. El Juli lo probó, pasándoselo por ambos pitones. Se decidió por el pitón derecho, paso atrás y cite firme, con mano baja, evitando que le tocara la tela, acompañando la embestida con pulcritud. En el toreo al natural, los vuelos movidos por el sutil giro de muñeca, lo envolvía en la franela, obligándolo a volver, ligando un natural tras otro. Lo llevó hasta el final, tratando de buscar ese recorrido que le permitiera expresarse. Metió la mano y el animal dobló.
“Impulsivo” salió con buen tranco, frenándose y encelándose en el capote de Juan Ortega, que ejecutó una labor de brega en la que intentó suavizar la embestida. Inició la faena de muleta genuflexo, sometiéndolo por abajo, esperando el encuentro en la tela, sacándolo al paso con despaciosidad. Dotó la faena de sitio y tiempo, ralentizando las embestidas, pasándoselo a cámara lenta. Toreó con verdad,  cadencia, con la mirada baja, dejándolo pasar on torería. El animal seguía la franela tratando de bajar la cara , siguiendo los engaños. Falló la suerte suprema. Hundió el acero al segundo intento. 
Morante bregó con “Aparatoso” en el saludo capotero, mostrando la embestida. Le soltaba la cara, así que Morante le dio distancia, calculando los terrenos, toreándolo con el pico de la muleta, dejándoselo lejos. El animal salía del natural soltando la cara. No lo movió del tercio, lo siguió tanteando, sin entrega, perdiéndole pasos, sin dejarlo pasar. Acudió a por la espada de matar.
“Tabernero” entraba a buen tranco, bajando la cara, volviéndose en el percal de El Juli, que se estiró con él hasta rematarlo en los medios. El inicio del último tercio fue por abajo, muy torero con verticalidad. Le dio distancia por el derecho, aprovechando la inercia, para que entrara en los naturales con continuidad. Muy recto, muy de verdad fue dominando una embestida de la que había que tirar y no permitía verse podido, pero bajaba y colocaba la cara. El Juli, roto, se la dejaba muerta en el morrillo, arrastrando la franela, ralentizando los naturales. El animal tenía fijeza, así que la mano baja del diestro cuajó una serie con profundidad, gusto, clase y transmisión. Lo exprimió sometiéndolo. La espada quedó ligeramente caída y trasera.
“Bucanero” cerraba la tarde en las manos de Juan Ortega. El animal salía recto, metiéndose por dentro, sin poder lucirse. Lo esperó en las tablas en el inicio de la faena de muleta. Lo fue sacando lentamente al tercio, midiendo la embestida y buscando los terrenos. En los medios, empezó a ligar naturales a base de mano baja, con despaciosidad. Lo llevó muy cruzado, toreando entre las voces molestas que derivaban de los tendidos. No terminaba de romper, a pesar de que Juan Ortega marcara un compás cómodo para el animal, invitándolo a entrar en la muleta, con pulcritud, sin alteraciones, creando con uniformidad. Estaba envuelto con la embestida del astado, aguantándolo, sosteniéndolo sin que perdiera las manos. Acabó en sus terrenos, al compás de los “olé”, meciéndose con él. Falló con la espada.

Vistalegre. Toros de Garcigrande para  Morante de la Puebla, silencio y silencio; El Juli, aplausos; Juan Ortega, vuelta al ruedo y oreja.

FOTO: EUGENIO MANZANO

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