domingo, 5 de mayo de 2024

Blanco, negro y sangre

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Crónica

PATRICIA PRUDENCIO MUÑOZ


  
La tarde se manchaba de sangre frente a la pureza y verdad que derrocharon peruano y sevillano. Blanco y negro, negro y blanco, nos faltaba una tonalidad más, el rojo que se ligó estrechamente a la incertidumbre, encogiendo Vistalegre. Roca Rey triunfó sin lugar a dudas con cadencia, determinación y toreo que no necesitaba una cámara lenta, hizo pasar a los de su lote bajo poder y mando. Pablo Aguado sacó a relucir alguna que otra tanda, sobre todo en el último de la tarde, donde más se prestó el astado. Se llevó un lote reñido, al que había que estar en un constante tira y afloja, con opciones limitadas. Sin embargo, si hay un protagonista este miércoles 19 de mayo es el doctor Enrique Crespo que tuvo que intervenir a Juan José Domínguez de una cornada que parecía más de lo que terminó siendo. Sin embargo, una vez que terminó con el de plata empezó la intervención de Pablo Aguado, herido al entrar a matar. Una tarde de blanco, negro y sangre. 
Abría la tarde “Juguetón” de Vegahermosa, en las manos de Roca Rey. El peruano frenó y recogió, encelándolo, lentamente ante un astado que apretaba y embestía con fuerza. Un quite medido y ajustado que era el aperitivo a la faena. El tercio de banderillas silenció la tarde, de nuevo la incertidumbre inundaba los tendidos con la fea cogida de Juan José Domínguez. Roca Rey salió del tercio para iniciar la faena, con quietud, pasándoselo por la espalda, insistiendo por abajo y con pulcritud. Las series se distanciaban y el tiempo cobraba sentido, siempre buscando los terrenos, sacando una buena tanda por la izquierda. Por el pitón derecho, le citaba de lejos, dándole el pecho llevándole lejos, dominando al animal. El astado solo veía muleta. Roca Rey suavizó la embestida violenta con la que tomaba el capote en los primeros tercios. En la suerte suprema dejó una estocada entera y certera.
Pablo Aguado se midió en su saludo capotero a “Inspector”, que no permitió el lucimiento. Lo recibió genuflexo, sometiéndolo por abajo, templándolo, aguardando una embestida suelta y dispar. Un astado mirón al que había que fijar y llevar, a base de probaturas, calculando y rectificando las distancias, midiendo los muletazos, sin excederse. Marcaba poder frente a las irregularidades y continuas miradas del animal. Le costaba atender a los engaños del sevillano, pero puso empeño en sus terrenos, sin el interés de “Inspector”. Sin opciones. En la suerte suprema no hubo acierto y tuvo que recurrir al descabello.
El de Garcigrande daba paso a Roca Rey, rematando, entrando con garbo en el capote del peruano. Lo abrió sacándolo al paso, parando el tiempo y toreándolo desde el inicio. Lo esperó en los medios, balanceándose con el de rodillas, con ritmo y continuidad. Lo citaba dándole el pecho, sometiéndolo por abajo y el animal obedeciendo con una planeo lento y acompasado en la franela del peruano. Con la muleta muy plana lo incitaba a entrar, tocando y continuando sin quitarle la muleta de la cara. Toreó con su cintura, manteniéndose fijo en la arena, sin apenas rectificaciones, muy en largo. Fijo y siempre con la verdad por delante, se lo pasó por done quiso, desde delante hacia atrás, empezando un natural tras otro. Culminó por bernardinas para después dejar una estocada entera y fulminante.
“Ropasito” marcaba el ecuador del festejo en las manos de Pablo Aguado, toreando en el saludo capotero, sacándolo con despaciosidad a los medios. El animal tomaba el percal a cámara lenta, colocando la cara en la media de Aguado. Empezó la faena genuflexo, tanteándolo las embestidas, probándolo por ambos pitones. Tiraba del astado uno a uno, dejando la mano baja, limando asperezas, aunque encontrando la salida alta y desinteresada del de Garcigrande. Lo llevó cruzado, esperando a que la faena rompiera. El animal al verse podido rompía, pero en violencia. Metió la mano con aseo.
Roca Rey ejecutó una labor de brega lenta en la que recibió, recogió y envolvió hasta encelar las embestidas de “Aguador”, un toro buscón y reservón. La faena de muleta se inició en el tercio, cambiando los terrenos, a base de sitio. Las series se dibujaron de dos en dos, citando y tirando del animal, para después cruzarse y volver al cite fijador que arrastraba la embestida del astado. Toreando en la corta distancias, muy encima, tirando de un animal que se mermaba en el avance de los últimos compases. Ajustó la faena, sin excederse para acudir a por la espada y dejar en la suerte contraria una media estocada efectiva. Estuvo por encima.
Pablo Aguado captó la atención del último de su lote en el capote rápidamente, al que realizó una labor de brega. Lo tanteó genuflexo, andándolo para decidirse sobre el pitón derecho y empezar a torear. Lo metió con cadencia en cada muletazo, cuajando una buena serie por el derecho, aprovechando la inercia, iniciando las series a mayor distancia, para después acortarla y dejarlo pasar. No le llevó la contraria, simplemente aprovechó las condiciones que este tenía, ayudándolo a media altura, mostrando la salida, dándole sitio, perdiendo pasos y retomarlo. Por el izquierdo había perdido toda expresión. Dio continuidad a las embestidas desinteresadas del astado.
Plaza de toros de Vistalegre. Toros de Vegahermosa, Jandilla, Garcigrande y Núñez del Cuvillo para Roca Rey, ovación, dos orejas y aplausos; Pablo Aguado, silencio tras aviso, ovación y oreja.

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